El Tribunal Supremo ruso ha dado la razón al Ministerio de Justicia y ha declarado a Testigos de Jehová como un grupo “extremista”, que debe ser prohibido y sus bienes confiscados por el Estado, según publica una nota de la agencia AsiaNews. 

Los Testigos de Jehová tienen 30 días para apelar la sentencia: el recurso de apelación será analizado por un comité de tres personas. "Apelaremos a esta decisión y esperamos que nuestros derechos y tutelas legales como grupo religioso pacífico sean reajustados lo más rápido posible”, comenta Yaroslav Sivulskiy, portavoz de los Testigos de Jehová en el país.


Para los funcionarios del Ministerio, el grupo religioso destruye familias, propaga odio y pone en peligro vidas. La abogada del ministerio, Svetlana Borisova, declaró que los Testigos son “una amenaza para los derechos de los ciudadanos, para el orden público y la seguridad pública”, y denunció específicamente la oposición de este grupo a las transfusiones de sangre, lo que los pondría en contra de las leyes sanitarias rusas.

Otro portavoz de los Testigos de Jehová, Serguei Cherepanov, ya ha anunciando que el grupo acudirá, si es necesario, al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, organismo que incluye a muchos países que no están en la Unión Europea. Este mismo tribunal internacional en junio de 2010 ya estableció que los intentos de Moscú de abolir al movimiento son una violación de la libertad religiosa. 

En Rusia hay algo más de 170.000 testigos de Jehová, con casi 400 centros "registrados" ante las autoridades civiles, y más de 2.500 sin aprobar por las autoridades. 

Stalin prohibió y persiguió a los Testigos de Jehová, y su organización estuvo prohibida hasta la disolución de la URSS en 1991 (lo mismo pasó con la Iglesia católica).

El nuevo Estado ruso ha chocado con los Testigos sobre todo a partir de 2004 cuando fueron acusados de "reclutar niños", impedir a sus miembros aceptar curaciones médicas y rechazar el servicio militar. A estas acusaciones siguió la clausura de la rama de Moscú de la organización, que fue lo que les llevó a apelar al Tribunal de Estrasburgo.


La Iglesia Ortodoxa Rusa define directamente a los testigos de Jehová como una “secta destructiva”. Por su parte, los Testigos realizan un proselitismo agresivo con folletos de propaganda anti-ortodoxa, en los que no dudan en usar frases de heterodoxos y modernistas, como una vieja cita de León Tolstoy que acusa a la Iglesia orodoxa de “superstición y brujería”.  

Como explican en su blog en ReL los expertos Yasmin Oré y Jesús Urones, los testigos de Jehová, como los mormones y los adventistas, proclaman con claridad que la Iglesia Católica es la Ramera del Apocalipsis (o prostituta de Babilonia), aseguran que el cristianismo fue apóstata hasta que llegó su fundador (Charles Taze Russell) y han profetizado varias fechas del fin del mundo que nunca se han cumplido.

Los testigos usan una traducción de la Biblia más que controvertida, obra de su fundador. No creen en la Santísima Trinidad y su bautismo es inválido, no aceptado por ninguna iglesia católica, protestante ni ortodoxa. No creen que Jesucristo fuera verdaderamente Dios, sino que lo muestran sólo como un especie de ángel de alto rango.