El pasado 22 de marzo, el arzobispo de Catania (Sicilia), Salvatore Gristina, tomó una decisión insólita y drástica: suspender el padrinazgo en los sacramentos del bautismo y la confirmación. La medida, que entró en vigor el 25 de mayo, tiene una duración de tres años y "ad experimentum", esto es, se rectificará si no obtiene los resultados apetecidos.

¿Y cuáles son? 

"En el actual contexto socio-eclesial, la presencia de padrinos y madrinas suele ser una especie de formalidad o de costumbre social en la cual resulta muy poco visible la dimensión de la fe", explica el prelado: "Además, la situación familiar compleja e irregular de muchas personas propuestas para llevar a cabo esa misión hace la cuestión aún más delicada".

El objetivo de esta suspensión es, por tanto, "verificar la posibilidad de recuperar la identidad y la misión eclesial" del padrinazgo.

La disposición de monseñor Gristina no contradice la ley de la Iglesia. El canon 872 del Código de Derecho Canónico establece que quien va a recibir el bautismo tenga un padrino "en la medida de lo posible". Queda así a criterio del obispo establecer, como lo ha hecho, que en líneas generales no es posible garantizar que quien desempeñe esa función la cumpla tal como la establece la Iglesia: procurar que el niño "lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo". El propio padrino o madrina debe llevar, para ser considerado apto, "una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir". 

Cunde el ejemplo

El arzobispo de la diócesis siciliana estableció una moratoria para las ceremonias ya fijadas en el momento de promulgación de su decreto, moratoria que venció el 30 de septiembre. Es entonces cuando algunas familias se han encontrado con la imposibilidad de tener con algún pariente o amigo el detalle de elegirles para ese puesto el día del bautizo. The New York Times se hizo eco de algunas de esas quejas en un reciente reportaje: "No está bien, no fue mi decisión", se lamentaba la bisabuela Ágata al no poder cumplir ese rito en el bautizo de su bisnieto Antonio.

Pero tampoco ha sido una decisión solo de monseñor Gristina, quien hace dos años obtuvo la aprobación del consejo presbiterial y luego del consejo pastoral diocesano.

Poco tiempo después, en junio, le seguía Domenico Mogavero, obispo de Mazara del Vallo, también en Sicilia, con una decisión idéntica, con la única diferencia de que no comenzará a aplicarse hasta el 1 de enero de 2022. Y las mismas razones: "La función de los padrinos como testigos de la fe en los dos sacramentos ha quedado vaciada de sentido".

Y en julio, el obispo de Sulmona-Valva (en el centro del país), Michele Fusco, hizo lo mismo y por causas similares: "Muchos padrinos y madrinas, aun siendo personas excelentes, no tienen plena conciencia de la misión a la que son llamados".

Inadecuación para la misión

Pero monseñor Fusco señalaba también otro problema: que la elección de padrinos por parte de los padres obedece, más que a su idoneidad en el ámbito de la fe, a criterios varios entre los cuales figura "el interés".

Y aunque en la diócesis de Sulmona-Valva el término "interés" no tiene el mismo sentido que en Sicilia, en cierto modo explica por qué fueron precisamente sicilianos los dos primeros obispos que se arriesgaron a la impopularidad de esa medida en entornos donde la fe todavía tiene, a diferencia de otras regiones de Europa, una gran relevancia social.

En efecto, la falta de idoneidad de los padrinos no es ni mucho menos un problema italiano, y periódicamente saltan a los medios casos en los que un sacerdote, aplicando la doctrina, la moral y la ley de la Iglesia, se niega a aceptar para ese papel litúrgico a personas que no abrigan convicción cristiana alguna o, si las tienen, pública y manifiestamente no viven conforme a ellas.

Redes mafiosas en torno al sacramento

Pero puede haber otra explicación, al menos en el ámbito siciliano. Según apunta Jason Horowitz en su reportaje de The New York Times, los fiscales que investigan a la mafia rastrean la relación entre los clanes según los padrinazgos en los bautizos de sus hijos, que sirven para tejer alianzas y compromisos que luego se traducen de forma muy eficaz en la estructura de la organización delictiva.

Francisco con monseñor Morosini, el primer obispo que le planteó suprimir los padrinos de bautismo.

De hecho, en 2014 el entonces arzobispo de Reggio Calabria-Bova, Giuseppe Morosini, escribió a la Secretaría de Estado proponiendo una moratoria en los padrinazgos no de tres, sino de diez años. Desde la Santa Sede le respondieron que algo así penalizaría a los padrinos conscientes de su misión, y que en todo caso sería conveniente la aprobación de todos los obispos calabreses.

La intención de monseñor Morosini sí estaba abiertamente dirigida contra el hampa regional, la 'ndrangheta, según explicó él mismo al Avvenire: "La 'ndrangheta se basa fundamentalmente en la colaboración y el vínculo estrecho entre las familias, y esto tiene lugar con los lazos de sangre. Actuar como 'amigo' en sacramentos como el bautismo o la confirmación significa crear una relación como si fuese de familia y sirve por tanto para ir ampliando el radio de acción del vínculo familiar y dominar cada vez más y mejor el territorio".

Explicó también que el Papa Francisco le había mencionado esa carta y ese problema en una ocasión en la que se habían visto, y le había animado a que lograse esa postura común por parte de los obispos calabreses.

El pasado 20 de marzo monseñor Morosini presentó al Papa su renuncia por edad sin haberlo conseguido en Calabria, pero... dos días después monseñor Gristina abría el camino en Sicilia.

Y una vez roto el hielo por razones tan específicas como las sicilianas y calabresas, nada impide que otros obispos del mundo acudan a la misma interpretación del canon 872 para acabar con una costumbre social muchas veces en pugna con la dignidad sacramental y el bien del bautizando.