Jacques Hamel, el cura degollado por yihadistas en la parroquia de Saint-Étienne-du-Rouvray el pasado 26 de julio, tenía 24 años cuando empezó la guerra de independencia de Argelia, que se libró entre 1954 y 1962.

El joven Jacques fue llamado a filas y allí sobrevivió a una matanza que acabó con sus compañeros. Siempre se preguntó por qué. No sería ordenado sacerdote hasta 1958, cuando tenía 28 años.

La guerra de Argelia fue una guerra especialmente sucia y cruel, con actos de terrorismo y guerrillas y matanzas de civiles por ambas partes, con sus distintas facciones: las cifras más pequeñas hablan de 250.000 víctimas en el bando independentista argelino y más de 120.000 en el bando francés, incluyendo civiles y tropas. 



Roseline Hamel, hermana del padre Jacques, comentó durante el funeral del sacerdote en la catedral de Ruan, algunos recuerdos de esa época de guerra en Argelia.

"Recuerdo que nuestro hermano en su servicio militar en Argelia, eligió servir como un simple soldado. ¿Por qué? Porque, siendo un oficial y considerando su eficacia al mando, podría haber estado en la situación de ordenar matar a otros hombres. Su rechazo fue categórico”, explicó Roseline.

Cuenta además que Jacques estuvo involucrado en una batalla y fue “el único superviviente y con frecuencia se preguntaba ¿por qué yo? Hoy Jacques, nuestro hermano, vuestro hermano, tiene una respuesta”, explica Roseline Hamel.







La hermana del sacerdote asesinado añadió, dirigiéndose al fallecido: “El Dios del amor y la misericordia te ha elegido para estar al servicio de los otros, para cultivar el amor y compartir la tolerancia entre los pueblos de todas las confesiones, creyentes o no creyentes, hasta tu último suspiro. Por el don de tu vida, por la fuerza de tu fe inquebrantable, tu mensaje y tu huella” nos acompañarán.

Aprendamos a vivir juntos, a ser artesanos de paz, cada uno a su manera, porque el mundo espera este testimonio de esperanza”, concluyó.