Los obispos de Francia, reunidos en asamblea en Lourdes el pasado 31 de marzo, votaron a favor de abrir el proceso de beatificación del teólogo francés Henri de Lubac (1896-1991), jesuita y "formador" de tres papas.

Henri de Lubac nació en 1896, en Cambrai, en el norte de Francia. Durante su juventud las comunidades religiosas fueron expulsadas de Francia por lo que se unió a la Compañía de Jesús en Inglaterra en 1913. 

Una figura intelectual

Reclutado para ir a la guerra en 1915, Lubac fue gravemente herido en la cabeza. Recibió la ordenación sacerdotal en 1927 y, en 1938, tras la publicación de su libro Catolicismo, se convirtió en una figura reconocida en el mundo intelectual.

Henri de Lubac fue profesor de Teología Fundamental en la Universidad Católica de Lyon entre 1929 y 1961, periodo durante el cual escribió algunas de sus obras fundamentales, como El misterio de lo sobrenatural o Meditación sobre la Iglesia. Fue uno de los principales representantes de la llamada nueva teología.

Posteriormente San Juan XXIII le nombró miembro de la Comisión Central Preparatoria del Concilio Vaticano II, del que fue perito, y el Beato Pablo VI miembro de su Comisión Teológica. En 1962 escribió un libro en defensa de su compañero de orden Pierre Teilhard de Chardin, algunas de cuyas tesis habían sido rechazadas por el Santo Oficio.

De Lubac está considerado uno de los "padres" teológicos de Lumen Gentium, la constitución "sobre la Iglesia" del Concilio. En 1972 fundó la revista Communio junto con los teólogos Joseph Ratzinger, Hans Urs von Balthasar, Walter Kasper y Karl Lehmann. En 1983 San Juan Pablo II le hizo cardenal. Falleció, casi centenario, ocho años después.

Lubac siempre se opuso resueltamente al antisemitismo y al nacionalsocialismo lo que le convirtió en un gran amigo del por entonces joven teólogo Joseph Ratzinger. Por su parte, el Papa Francisco, que se formaba como jesuita durante el Concilio, leyó sus obras en francés y lo ha citado con frecuencia, particularmente en la idea de la "Iglesia como Madre".

En el caso de Benedicto XVI, lo que más le cautivó de Lubac fue sobre su "hermenéutica de la continuidad" a la hora de interpretar el Concilio Vaticano II. La llamada "crisis posconciliar" llevó a Lubac a posicionarse a favor de la tradición. En 1968 diagnosticó que "la tradición de la Iglesia está mal juzgada y es sentida como una carga. (...). Esta tradición, que se recibe con fe y se lleva a cabo en la fe, se opone a la propia 'reflexión' personal".

El obispo de Ratisbona, Rudolf Voderholzer, escribió sobre él durante su etapa como profesor de teología en la Universidad de Trier: "Mientras Lubac era considerado un progresista a principios de la década de 1960, solo unos años más tarde había que sospechar que era conservador. Pero no fue él quien cambió, sino la percepción, en la que ciencias cada vez más profanas como la sociología y la psicología ascendieron al rango de ciencias punteras".

Lubac participó activamente en el Concilio Vaticano II y su influencia puede verse claramente en el llamado 'Esquema 13', de la Gaudium et spes. En dichos documentos colaboró con el entonces arzobispo de Cracovia, Karol Wojtyla.

 

Puedes ver aquí un vídeo sobre Lubac del obispo Barron.

La ligazón entre la verdad cristiana y el misterio de Dios y de Jesucristo, y de la Iglesia, es una constante en los escritos de Lubac. Para el francés, el deseo infinito de Dios del ser humano, acrecentado por una perpleja ansiedad sobre el futuro, se satisface con el encuentro con la novedad que siempre es Jesucristo.