En medio del caos de la guerra de Ucrania, mientras las iglesias se esfuerzan por atender refugiados, niños huérfanos, desplazados y reparar edificios dañados, hay activistas presentando a la Verjovna Rada (el Parlamento ucraniano) un proyecto para legalizar las uniones de personas del mismo sexo con atribuciones muy cercanas a las del matrimonio, aunque sin recoger aún la entrega de niños a estas parejas.

Se trata del proyecto de ley No. 9103, que quiere equiparar las uniones registradas con el matrimonio, llamándolas "unión familiar" y cambiando las normas actuales del Código de Familia de Ucrania.

Contra esto se han manifestado unidos, de forma conjunta ortodoxos, católicos, protestantes, judíos y musulmanes, representados todos en el Consejo de Iglesias y Organizaciones Religiosas de Ucrania. Siendo religiosos de distintas religiones, sus argumentos se centran en la demografía y las necesidades del país.

Este organismo funciona desde hace años, y los líderes de cada confesión se reúnen con cierta asiduidad. En 2019, por ejemplo, fueron todos juntos -judíos y musulmanes también- en peregrinación a Tierra Santa. Hace unos meses fueron juntos a Roma a agradecer al Papa su apoyo a las víctimas de la guerra.

Una escena de la peregrinación a Israel en 2019: a la izquierda, el líder grecocatólico Sviatoslav Shevchuk; en el centro, el Gran Rabino de Ucrania, Yakov Dov Blaich; a la derecha, el obispo latino de Kiev, Vitaly Krivitskyi.  

El Consejo de Iglesias protesta contra este proyecto de ley: "Podemos pronosticar que en el caso de que se apruebe el proyecto de ley antes mencionado, el siguiente paso de los activistas de las relaciones entre personas del mismo sexo será iniciar la posibilidad de adoptar niños por parte de parejas del mismo sexo, con todas las consecuencias extremadamente negativas para la formación de la personalidad de tales niños y con la privación de su derecho natural a la crianza en una familia completa: tener un padre y una madre".

Los líderes religiosos recuerdan que un decreto presidencial de 2020, antes de la guerra y los desplazamientos, señalaba que la situación demográfica del país era una "amenaza para la seguridad nacional". Con la guerra la demografía empeora: jóvenes mueren o son gravemente heridos y no se casarán ni dejarán descendencia. Muchos emigrarán y darán hijos a otros países.

En ese contexto, fomentar legalmente uniones del mismo sexo, que no aportan descendencia, es contraproducente, señalan.

"El problema de responder a la crisis demográfica es especialmente agudo en relación con la actual agresión armada de Rusia contra Ucrania, como resultado de la cual miles de niños en Ucrania perdieron a su padre y (o) madre y quedaron huérfanos, casi medio millar niños murieron y casi mil resultaron heridos. Al mismo tiempo, la ola de migración de familias ucranianas con hijos en el extranjero complica aún más las perspectivas demográficas de Ucrania, dados los desafíos de la reconstrucción de la infraestructura destruida después de la guerra", insisten los religiosos en el argumento demográfico, en un país muy sensibilizado con la deportación de niños a Rusia.

Los líderes religiosos argumentan también que para la victoria y la reconstrucción "uno de estos pilares debe seguir siendo la familia saludable, lo que requiere la formación e implementación de una política de Estado enfocada en el apoyo a las familias, el fortalecimiento de las relaciones conyugales, la paternidad y maternidad responsables".

Por eso, ven "inadmisible cualquier iniciativa legislativa que amenace tanto la institución de la familia como los valores fundamentales de la sociedad ucraniana en su conjunto, sus fundamentos morales y espirituales".

La asamblea de líderes religiosos de Ucrania en 2020, antes de la guerra, reunidos con representantes públicos.

Ucrania es uno de los pocos países europeos donde cada vez hay más creyentes y menos ateos: en el año 2000 se declaraban creyentes un 60% de los ucranianos; en 2016 eran un 70%. Un sondeo del centro Razumkov de 2016 detectaba un 90% de creyentes en las zonas que pertenecieron al antiguo Imperio Austro-Húngaro, cerca de Polonia y Hungría. En cambio, en el Dombás, el Este, con ciudades industriales creadas de la nada por los soviéticos y pobladas por trabajadores traídos de Rusia, los creyentes solo eran un 57%.

En general, de cada 10 ucranianos 6 serían ortodoxos y 1 sería católico (la mayoría de rito griego).