Veintitrés denuncias, un proceso en curso con acusaciones terribles que van desde los abusos sexuales a niños y niñas hasta la explotación de menores, malversación y apropiación indebida de dinero público. Bastaría la mitad de estas iniquidades para quitar de la circulación a los sospechosos de dichos crímenes, al menos hasta el día en que la magistratura restablezca la justicia y la verdad.

Pero lo que sucede, en cambio, es lo contrario: lo que debería ser la regla en los procedimientos judiciales y administrativos no vale para la cooperativa social Il Forteto. Una comunidad para menores necesitados asociada a una empresa agrícola, ambas fundadas por Rodolfo Fiesoli, conocido como el “Profeta”, celebrado gurú de teorías educativas basadas en la pedofilia y el ejercicio obligatorio de la homosexualidad.


Violencias y abusos sobre los niños y adolescentes de ambos sexos, irregularidades en la gestión, intimidación a los socios y operaciones financieras temerarias: durante treinta años todo esto ha ido hacia adelante en medio de una serena e imperturbable alegría, gracias al encubrimiento político de la izquierda y al padrinazgo especulativo de la poderosa Liga de las Cooperativas.

Para todos Il Forteto representaba una especie de santuario, el lugar de los milagros donde el “Profeta” ejercía sus magníficas y progresivas teorías de liberación sexual. Un ejemplo virtuoso de bienestar de vanguardia radical y de izquierdas con denominación de origen.

Líderes de partido y nombres ilustres del PCI (Partido Comunista Italiano), del DS (Demócratas de Izquierda) y del PD (Partido Democrático) competían para ir a Vicchio, en el corazón del Mugello (Toscana), para visitar las extraordinarias obras del “Profeta” Fiesoli, hasta el momento en que la magistratura decidió ir a ver el lado oscuro de la cooperativa, lo que realmente sucedía en los sótanos más secretos de la comunidad.

La magistratura se tuvo que enfrentar con un infierno poblado de obsesiones sexuales, chicos y chicas esclavizados, obligación de someterse a relaciones homosexuales y palizas, pero nunca en la cara porque en el colegio los profesores podrían haber sospechado.


Una de las víctimas ha contado a los investigadores que lo peor era ser enviados al “horno”, es decir, a la habitación de los castigos desde donde procedían, a menudo, los gritos de las víctimas. Ninguno de los otros huéspedes podía intentar defender a la desafortunada víctima, porque seguramente habría sido el siguiente. A los jóvenes huéspedes se les despertaba a las cuatro de la mañana y cada llamada telefónica era transmitida por un altavoz para que todos pudieran escucharla. En resumen, un Lager [campo de concentración]. No tenía nada que ver con ese paraíso inmerso en las colinas toscanas que se ve en la fotografía.



Es estremecedor leer los relatos incluidos en acta durante los interrogatorios de los niños y jóvenes que fueron huéspedes de la comunidad o confiados a adultos del círculo de Fiesoli. He aquí algún extracto.

"La vida, ante todo, era trabajo, trabajo, trabajo, trabajo" (F. B., nacido en el “Forteto” en 1978). “Muchas veces me levantaba a las 4 e iba con mi padre de acogida en lugar de ir al colegio... Me corté este dedo con 7-8 años, porque apretaba las teclas laterales de un camión que él me decía que apretara y entonces me amputé media falange” (M. G., nacido en 1984, que llegó al “Forteto” con 5 años). Continúa M. G.: “Le llevabas el desayuno a Rodolfo (Fiesoli) y... manos en los calzoncillos, besos en el cuello, también delante de mi madre de acogida. Es decir, ella me llevaba: pero ¡relájate! Rodolfo lo hace con todos, es normal, te quita esta materialidad”. M. C., dada en acogida con 8 años, en 1983, cuenta que su padre de acogida había adoptado a una niña Down: “Era más pequeña que yo. Yo dormía en la cama de arriba de la litera y por la noche, cuando él venía a darle las buenas noches, oía sonidos extraños. Una noche me asomé y vi que había levantado las sábanas y la estaba masturbando”. S. P. recuerda “al hijo de un juez, minusválido, que comía una mezcla de heno que se da a los rumiantes… Fiesoli le daba este plato de silomais (alimento para bovinos, ndt), él se lo comía, lo vomitaba y se tenía que comer este vómito”.


Suficiente. Pero esta es sólo una pequeña parte de la infinita galería de los horrores que hasta hace unos meses había permanecido escondida gracias a complicidades políticas, y no solo. Después, gracias a las denuncias de algunos ex socios y a las estafas perpetradas a daño de la Región por parte de la cooperativa, los gritos que llegaban desde el Mugello encontraron, por fin, una respuesta.

El caso “Forteto” llega también a Roma: en 2013 el gobierno, con Enrico Letta como Presidente del Consejo de Ministros, quiso ver claro en este caso dado que la cooperativa del “Profeta” gozaba de un flujo ininterrumpido de dinero público (desde la Región Toscana a fondos europeos).

Llegan los inspectores ministeriales al Mugello: durante casi seis meses escuchan a los trabajadores, examinan los documentos, rehacen las cuentas, examinan los balances. Al final el veredicto no deja lugar a dudas: la cooperativa es puesta en procedimiento de quiebra y se sustituye al grupo de directivos. Mientras tanto, la magistratura denuncia y lleva a juicio a todos los dirigentes, incluido el propio Fiesoli, ya arrestado y en la cárcel con acusaciones muy serías.


¿Se ha hecho justicia? No mucha, sólo la mitad. A pesar del informe que desvela los errores administrativos, el nuevo gobierno guiado por Renzi rechaza (la noticia es de hace unos días) la petición de sus mismos inspectores: el proceso penal va adelante, pero no habrá ningún procedimiento de quiebra, ya no se necesita. ¡Para no creérselo! Una decisión verdaderamente sorprendente que se explica sólo por un motivo: el “Profeta” tiene aún muchos coberturas políticas importantes y muchos amigos en la izquierda, también en el gobierno del toscano Matteo Renzi.

De hecho éste, llamado el “rottamatore” (“peleón”, ndt), cuando era aún alcalde de Florencia alojó a Fiesoli ofreciéndole el Palazzo Vecchio para un congreso, unos días antes de que el gurú fuera arrestado. No solo. Hoy, en el gobierno está también Giuliano Poletti, ex vicepresidente nacional de Legacoop, la central de las cooperativas “rojas” (entre sus socios se incluye también el “Forteto”), ahora Ministro de Trabajo y Políticas Sociales. Es de su competencia la vigilancia sobre las actividades de las cooperativas; de hecho, es él quien ha detenido el procedimiento de quiebra. ¿Coincidencia? Nadie lo cree: se trata más bien de otra cruel burla a daño de las víctimas y sus familias.

Y sin embargo, en el informe presentado al gobierno, los inspectores habían notado graves irregularidades en las nominas y en los contratos, los socios habían sido obligados a «suscribir sin saberlo instrumentos financieros» y «a tener una actitud discriminatoria y de acoso laboral hacia los socios que habían abandonado la cooperativa» tras el descubrimiento de los escándalos. Además, «la cooperativa no informaba a los socios trabajadores del contrato de trabajo, no les entregaba los Cud (certificados de ingresos para la declaración de hacienda, ndt) ni las nóminas, ni pagaba los pagas extras ni el trabajo en días festivos».

Ni tan siquiera esto basta para convencer al gobierno Renzi de que tiene que intervenir, más bien al contrario: el ministro Poletti rompe las denuncias y vuelve a confirmar la plena legitimidad del consejo de administración aún en el cargo. Ahora algunos empleados del Forteto deberán testificar en el proceso, pero sin un cambio en el grupo directivo estarán sin duda alguna indefensos ante el chantaje de los antiguos administradores.


El gobierno Renzi ha hecho borrón y cuenta nueva y con ello revela su cercanía a esos sectores del PD toscano que desde hace demasiado tiempo, y por motivos oscuros, hacen el papel de garantes de las irregularidades, no sólo administrativas, del “Forteto”. Una densa cortina de humo extendida sobre una historia infinita de abusos, castigos corporales, violaciones psicológicas y esclavitud física de niños y adolescentes y con los Tribunales de Menores que han seguido confíandolos a la comunidad-Lager, pasando ampliamente de lo que allí sucedía.

Histriónico, charlatán, el “Profeta” es un manipulador hábil, con contactos importantísimos en el establishment de la izquierda y capaz de hacerse creíble en todas partes. Grandes personajes y líderes de Botteghe Oscure [calle del centro de Roma; utilizada en este tipo de contexto hace referencia al Partido Comunista Italiano, pues en ella se encontraba la sede de este partido; ahora hace referencia a la izquierda en general, ndt], presidentes de las provincias, alcaldes y consejeros de izquierdas compiten para ir al Mugello y besarle los pies y, aunque conscientes de las condenas por abusos a menores, siguen frecuentando y patrocinando la institución.

Si las primeras condenas de Fiesole se remontan al año 1985, ¿cómo podemos justificar a quienes como Rosy Bindi, Susanna Camusso, Livia Turco, Antonio Di Pietro, Piero Fassino, entre otros, siguen pasando por el “Forteto” y protegiendo a su dirección para los años futuros? En el grupo de los partidarios se encontraba también el actual alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, que a pesar de haber sido defensor de Fiesoli en el proceso que concluyó con una condena por pedofilia, a finales de los años 90 entró a formar parte del comité científico de la Fundación.

Antonio di Pietro, en cambio, se distingue por haber escrito, en 1998, el prólogo al libro Il Forteto, describiendo el lugar como un verdadero paraíso terrestre. Un bel parterre de rey, con todos los grandes nombres de la izquierda italiana. Pero este círculo goza también del apoyo cultural y editorial, pues han sido muchas las publicaciones y los libros hagiográficos, como los publicados por la editorial Il Mulino, mientras los periódicos nacionales, con algunas excepciones, han mantenido hasta ayer un silencio vergonzoso.

El proceso al “Profeta” y a los 22 capos de su círculo mágico acaba de empezar. Los chicos y chicas, ya adultos, y sus familias esperan que los culpables sean desenmascarados y condenados a pagar el precio de esas violencias feroces, aunque saben que ningún castigo los podrá resarcir jamás lo que han sufrido.


Mientras tanto en el “Forteto” todo procede casi como antes: las actividades agrícolas continúan, la página web cuenta las actividades que se están realizando, ofrece fruta y verdura a buenos precios e invita a los toscanos a participar a las fiestas programadas para el verano. En la comunidad hay todavía tres huéspedes (dos menores y un chico discapacitado) y la dirigen aún los antiguos administradores. Gracias al gobierno Renzi y al ministro Poletti que sin ni siquiera esperar el veredicto del proceso ya han decidido que en el ex Lager del Mugello la contabilidad era correcta, los administradores administraban y no había ninguna irregularidad.

Sobre el "caso Forteto" la asociación Pro Vita ha lanzado una petición para pedir a las autoridades que intervengan al menos para alejar a los menores y discapacitados aún presentes en la institución.