El catolicismo francés, que hasta hace poco parecía en peligro de extinción, está renaciendo con fuerza y precisamente impulsado por aquellos que más ímpetu tienen: los jóvenes.
 
Una nueva generación de católicos sin complejos ha despertado en la Francia laicista y gracias en parte al presidente de su país, el socialista François Hollande. La aprobación del llamado matrimonio homosexual y la adopción por parte de éstos ha generado un movimiento familiar de resistencia sin precedentes hasta ahora. Y las consecuencias empiezan a verse.
 
Inolvidables y únicas son las imágenes que se veían esta pasada primavera de miles de jóvenes reunidos en veladas nocturnas por toda Francia orando mientras eran agredidos e insultados. Ni las coacciones ni las detenciones pudieron con ellos.

 
María, una chica española que participó en estas veladas, relataba a ReL una experiencia que es extrapolable a esta nueva juventud francesa que no se resigna: “Merece la pena ser testimonio de la Verdad. Cuando veía a los policías que nos rodeaban y tiraban de nosotros y veía como los jóvenes resistían se me caían las lágrimas. Frente al odio y a la violencia de algunos, nosotros respondíamos con amor y con oración”.
 
Pasados unos meses del epicentro de aquellas masivas manifestaciones y veladas nocturnas se comienzan a ver los frutos. Se confirma la llegada de una nueva generación de jóvenes católicos, que además viene pisando fuerte.

Las universidades católicas francesas han estado a rebosar todo el verano de jóvenes dispuestos a formarse para que su voz y la de la Iglesia se oiga en una sociedad secularizada y laicista como la francesa, tal y como recoge La Croix.


La experiencia de la “Manif por tous” les ha hecho ver que no son entes aislados, que juntos pueden hacer grandes cosas y que la fuerza de la Verdad puede hacerles mirar al frente pese a las dificultades y los obstáculos. Sin embargo, de todo aquello también han visto sus limitaciones y problemas. Su voz no era oída entre los jóvenes y hasta ahora los cristianos de su generación no han estado involucrados en la vida social.
 
Pero los numerosos cursos que se han dado por toda Francia han sido insuficientes y han quedado completamente desbordados. Por ejemplo, la Diócesis de Fréjus-Toulon y los dominicos organizaron uno de estos ciclos que congregó cuatro veces más jóvenes que en cualquiera de los años anteriores.
 
Uno de los jóvenes que ha participado en este curso afirma que decidió inscribirse tras “sufrir un shock” durante las protestas contra el llamado matrimonio homosexual. “Hubo una reacción colectiva, podemos agradecer a François Hollande haber despertado nuestra conciencia”, bromea.

Este chico se apuntó al curso junto a un amigo suyo estudiante de Medicina. “Nadie nos escuchó porque no estábamos en posiciones claves o capacitados. Nosotros, los cristianos, no estamos lo suficientemente involucrados en la vida de la sociedad”, afirma. Por ello, espera que estos cursos para jóvenes de “sociedad de cambio y testimonio cristiano” les ayude a “desarrollar una verdadera discusión”.
 
Algo similar ha ocurrido en Fontainebleau, con el curso de “Atrévete con el compromiso”. El padre Hervé Pierre Grosjean confirma que tuvieron que decir basta y decir no a más solicitudes. Más de 200 jóvenes completaron el aforo en un curso que pretende capacitar a los jóvenes para la política y para un compromiso social más amplio.
 
Otro ejemplo de este fenómeno se ha producido en Saint-Baume. En años anteriores no llegaban a 40 los participantes. Este verano han superado los 160 y prácticamente todos participaron en las veladas y en las manifestaciones a favor de la familia.

En este sentido, Stanislas de tan sólo 17 años acudió a estos cursos con la esperanza de “estar más presentes como cristianos en la política”. Por ello, a sugerencia del obispo Dominique Rey acortó su semana de evangelización en la calle con el Festival Anuncio para acudir a estas jornadas. “Una generación de católicos tiene que hacerse cargo de la política y el bien común”, decía el responsable del Observatorio sociopolítico de la diócesis a los allí congregados.
 
A lo largo de todos estos cursos, personajes involucrados en el mundo de la política, la educación o los medios de comunicación ha dado testimonio e información muy útil a esta masa creciente de jóvenes inconformistas. De este modo, les han hablado del drama de cómo los católicos han “abandonado la cultura” o incidiendo en la urgencia de que los jóvenes católicos no sean “ingenuos”. Personas como el filósofo y teólogo dominico Thierry Dominique Humbrecht han invitado a los jóvenes franceses a llevar a cabo una acción impulsada por el pensamiento cristiano.

Aunque los frutos de este despertar de la juventud puedan tardar en verse lo cierto es que de estas jornadas y de esta experiencia de resistencia ya están comenzando a surgir iniciativas concretas. Ideas nacidas desde abajo y en distintos ámbitos pero que no se sabe dónde podrán llegar.
 
Como ejemplo vale lo que ha ocurrido en la localidad de La Valette du Var, cerca de Toulon. Allí un joven de 29 años y un jubilado se reunieron en la parroquia y han iniciado los trámites para presentar en las elecciones municipales de 2014 una lista “sin etiqueta” y de “inspiración cristiana”. Fueron conscientes del potencial que tienen los católicos tras la “Manif por Tous”. Ahora trabajan junto a otros católicos en preparar un programa con ideas extraídas de la Doctrina Social de la Iglesia. Donde lleguen solo Dios lo sabe pero ciertamente una nueva generación ha despertado con fuerza en Francia.