Según las cifras de la conferencia episcopal de Inglaterra y Gales, en los últimos tres años el número de nuevas vocaciones religiosas femeninas se ha triplicado. Es la parte esperanzadora del dato. Pero de la seriedad de la sequía vocacional da cuenta las cifras de las que hablamos: 6 en 2009, 17 en 2011, en un país con cinco millones de católicos.

A pesar del pequeño número de jóvenes que llegan a las diferentes órdenes y congregaciones, sí se observa un claro cambio de tendencia: "Definitivamente, algo está pasando", explica el responsable de vocaciones del arzobispado de Westminster, Richard Nesbitt.

Existe además "un incremento significativo en quienes están pensando en abrazar la vida religiosa", agrega la hermana Cathy Jones, de la Oficina Nacional de Vocaciones, quien hizo sus votos hace año y medio y pertenece por tanto a las últimas hornadas de mujeres consagradas. A una de las recientes iniciativas que organizaron para suscitar una reflexión en posibles vocaciones femeninas asistieron treinta mujeres, "cifras que no conocíamos desde hace veinte o probablemente treinta años", explica.

Que está habiendo un cambio lo confirma también una novicia de las Hermanas de San José de la Paz, Katrina Alton, ex baptista que se convirtió al catolicismo en 2001 y es una de las nuevas candidatas. "La actitud hacia las vocaciones está cambiando", dice la futura hermana Alton al Catholic Herald, "encendiendo el espíritu de todos los católicos para discernir su papel en la Iglesia".