A la undécima, va la vencida. Tras numerosos intentos a lo largo de los últimos años, los líderes políticos de los dieciséis países que forman la Commonwealth, reunidos en Perth (Australia), acordaron reformar las leyes de acceso a la Corona británica.

La modificación de efecto más inmediato es la que igualará a hombres y mujeres en la sucesión al trono, de forma que será el primogénito, y no el primogénito varón, quien heredará el título de rey o reina de Inglaterra. Por tanto, si el Príncipe Guillermo y Kate Middleton tuviesen un retoño, ése sería el sucesor independientemente de su sexo.

Sin embargo, desde el punto de vista religioso el cambio de mayor relieve es el que suprime la prohibición a los herederos de casarse con un católico, a riesgo de perder los derechos a la Corona. La prohibición databa de 1701, pero según el primer ministro David Cameron era "injusta", porque no vetaba ese matrimonio a miembros de otras confesiones.

Los católicos, sin embargo, seguirán teniendo vetado el acceso a la Corona británica, pues tras el cisma abierto por Enrique VIII en 1534 el rey de Inglaterra es también el jefe de la comunión anglicana.