Es cierto que el Espíritu Santo actúa de modo permanente en nuestras vidas, y hace maravillas. Pero normalmente no las hace de la manera como nosotros lo esperamos o lo imaginamos. Por eso nos parece que él está en silencio, que calla, que no interviene. Sin embargo, él siempre está preparando algo nuevo, y por eso podemos tener esperanzas. Veamos cómo lo expresaba Romano Guardini en su oración:

"Espíritu Santo, que nos has sido enviado, 
y permaneces cerca de nosotros, 
aunque los espacios resuenen vacíos 
como si estuvieras lejos. 
En tus manos perduran los siglos
 y todas las cosas serán en ti cumplidas, 
mientras reinas en el misterio del silencio.
Así lo creemos, y esperamos el mundo 
que ha de venir. 
Enséñanos a esperar en la esperanza. 
Concédenos participar de ese mundo que vendrá, 
para que la presencia de tu gloria 
sea verdadera en nosotros.
Amén."