Desde su nacimiento en 2015, el Proyecto Santa Marta de Cáritas Toledo ha conseguido rescatar a 23 mujeres de la prostitución, ocho de ellas a lo largo del año pasado. Hoy todas han recuperado a su familia y tienen trabajo y vivienda y una vida normalizada

Un proceso costoso

"Es un proceso muy costoso", explica la responsable del proyecto, Paloma Martín de Vidales, "porque para ofrecer una alternativa real a la mujer que sale de la prostitución hay que cubrir las necesidades básicas por las cuales se ha introducido en ella: un dinero con el que sacan adelante a sus familias, alquiler, comida, atención para sus hijos pequeños... El recorrido completo hasta que tienen un trabajo con el que mantenerse puede durar entre 12 y 18 meses".

La filosofía del Proyecto Santa Marta es que ellas tomen sus propias decisiones: dónde vivir, a qué trabajos dirigirse... Cáritas está siempre ahí para ayudarlas en la formación, la búsqueda de empleo o el gasto de la vivienda y la alimentación. Cuentan con subvenciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha pero sobre todo con lo fondos de la propia Cáritas diocesana.

Dios no las dejó solas

"Todo empezó con el boca a oído", recuerda Paloma: "Vinieron mujeres que querían salir de la prostitución y se fue corriendo la voz entre ellas mismas de que las ayudábamos a conseguirlo. Los casos nos llegan también de forma muy variada. Una, por ejemplo, que salía del prostíbulo a una gasolinera a hacer unas compras, comentó su deseo de dejarlo y desde la propia gasolinera avisaron a la Cáritas parroquial. En otro caso nos avisó la responsable de un portal de anuncios donde una chica embarazada se ofrecía como prostituta, y quiso ayudarla. De otras nos enteramos a través de los servicios sanitarios que acuden a los prostíbulos".

El acompañamiento es también espiritual, dirigido por el sacerdote delegado episcopal de Cáritas diocesana de Toledo, José María Cabrero. Se les ofrece la vida sacramental con todo respeto. La mayoría son cristianas (españolas, suramericanas o del este de Europa) y son "bastante receptivas" a reencauzar también su vida ante Dios, aunque su formación es muy escasa: "Tienen en la fe una fuerza que las ha ayudado y la convicción de que, incluso en los peores momentos, Dios no las dejó solas. La idea es que se integren en alguna comunidad parroquial y allí se encuentren con la Iglesia viva".

Testimonios reales

El Proyecto Santa Marta ha producido un desgarrador vídeo de testimonios que presenta la realidad incontestable de la prostitución desde la perspectiva de quienes la padecen:

Martín de Vidales no comparte la idealización de la vida de las prostitutas como "trabajadoras sexuales", aunque lo ve un debate interesante para plantear. Desde la experiencia de las mujeres a las que ayuda el Proyecto Santa Marta, no hay duda: "Esto es un horror. En cualquiera de los tipos de prostitución, la mujer no gana".

Le preguntamos si para las prostitutas puede hablarse de una actividad libre: "Una mujer que tiene que mandar dinero a sus hijos, que tiene a su padre hospitalizado en países donde la atención sanitaria no es gratuita, que no tiene formación ni forma de acceder a un trabajo y se prostituye para pagar todo eso, ¿es libre? Y ya ni te hablo de las mujeres que directamente son víctimas de la trata: libertad, cero. No, cualquier mujer que se prostituye está siendo abusada, en muchos casos por causa de este tipo de situaciones".

La responsabilidad del cliente

España es el primer país de Europa y tercero del mundo en demanda de prostitución. Hay dos datos que, cruzados, dan idea de la dimensión del problema y de las responsabilidades que implica: el 89% de las prostitutas desearían dejar su actividad, y el 39% de los españoles han pagado alguna vez por mantener relaciones sexuales.

Paloma Martín de Vidales, coordinadora del Área de Inclusión Social de la archidiócesis de Toledo y responsable del Proyecto Santa Marta, presentándolo en la Radiotelevisión Diocesana.

"Sin consumidores no hay prostitución", lamenta Paloma. "Detrás de cada una de las mujeres que sufren la prostitución hay una situación personal dramática" que sus clientes no quieren ver, porque la realidad es que "ni ellas sienten nada por ellos ni les gusta lo que están haciendo, pero están viendo traumatizada su vida".

Incluso por la droga que se les induce a tomar. El Proyecto Santa Marta no aborda las adicciones: derivan a organismos especializados los casos con los que se encuentran. Pero son conocedores de un hecho llamativo: "Ninguna de las mujeres a las que acompañamos es adicta (¡ni siquiera fuman, solo recuerdo una que lo hiciera!), pero todas han consumido drogas. El cliente las obliga a consumir y les pagan hasta un 50% más si consumen, porque aparte de que hay drogas relacionadas con el sexo, estando ellas drogadas ellos pueden poner en práctica experiencias más agresivas físicamente. Por no hablar de las mujeres que consumen simplemente para poder prostituirse, sin drogas sencillamente no podrían".

Hijas de Dios

Porque lo cierto es que las mujeres que se prostituyen "sienten vergüenza", la cual es en ocasiones una barrera difícil de superar cuando acuden a Cáritas para pedir ayuda. Los voluntarios detectan que "algo pasa", pero no confiesan su situación y eso complica el ofrecerles una salida

El Proyecto Santa Marta no solo les ofrece la esperanza de una vida normal, lejos de  una actividad que nunca habrían elegido voluntariamente. (O que, si la buscaron -como una chica que en el vídeo cuenta que empezó a prostituirse para pagarse los estudios-, no tardaron en arrepentirse.) Les ofrece también recobrar la autoestima y la dignidad, "la dignidad de lo que son", concluye Paloma: "Hijas de Dios y templos del Espíritu Santo".