Salvador Aguilera López, sacerdote natural de Ronda (Málaga), postulador de la Causa del padre José Torres Padilla (1811-1878), explica, entrevistado en VaticanNews, que hay un posible milagro en examen que puede llevar a su beatificación, después de que el pasado 21 de mayo el Papa reconociera las virtudes en grado heroico de este sacerdote nacido en San Sebastián de La Gomera, en Canarias, y fallecido en Sevilla, donde trabajó con Santa Ángela de la Cruz como cofundador de la Compañía de las Hermanas de la Cruz.

La Iglesia reconoce al padre Torres como Venerable, al constatar que "vivió las virtudes de la fe, la esperanza, la caridad en grado heroico y que goza de fama de santidad". Un milagro por su intercesión tras su muerte se requiere para ser proclamado beato. Y el postulador tiene un milagro candidato en cartera.

"En el año 2019 se presentó a la Congregación para las Causas de los Santos un hecho milagroso que tuvo lugar en la ciudad de Sevilla, entre los meses de marzo y abril de 2018. Era un paciente del Hospital Virgen Macarena, que estuvo hospitalizado debido a un tromboembolismo pulmonar bilateral, que atribuye la curación de su enfermedad, a don José Torres Padilla”.

La Iglesia investiga si en 2018 en este Hospital Universitario Virgen Macarena de Sevilla se dio un milagro que puede servir para beatificar al padre José Torres Padilla.

Es tarea de la comisión de médicos y la de teólogos de Causas de los Santos confirmar que se trata de una curación completa, rápida y sin explicación médica, y que se hubiera acudido a la intercesión del padre José Torres. Si se confirmara todo y el Papa aprobara el milagro, habría ceremonia de beatificación en Sevilla, donde realizó su tarea pastoral. Se alegrarían sus devotos en Andalucía, en Canarias y en toda la familia espiritual de la Compañía de la Cruz.

Las Hermanas de la Cruz, con los pobres y enfermos

Las Hermanas de la Cruz tienen en la actualidad unas 50 casas entre España, Argentina e Italia, con algo más de 600 religiosas. Su espiritualidad es franciscana y centrada en visitar y ayudar a niños, enfermos y ancianos. Su noviciado se mantiene en Sevilla.

La congregación nació en 1875, cuando Santa Ángela de la Cruz y unas compañeras empezaron a visitar enfermos y vivir juntas en una casa que bendijo el entonces párroco de San Lorenzo (Marcelo Spínola, luego cardenal y beato). En las epidemias de viruela y de tuberculosis de esa época alcanzaron reconocimiento por su esfuerzo con los enfermos, también visitando los barrios más pobres.

En 1982 San Juan Pablo II beatificó a Sor Ángela de la Cruz en su visita a Sevilla (la primera de un Papa). Era además la primera vez que se hacía una beatificación fuera de Roma. Desde entonces, los Papas han tendido a encomendar cada vez más las beatificaciones a las diócesis promotoras de los beatos, reservando para Roma las canonizaciones. Juan Pablo II canonizó a Sor Ángela de la Cruz en 2003 en Madrid, junto con otros santos españoles.

Madre María de la Purísima, que fue Madre General de la Compañía entre 1977 y 1998, fue beatificada en 2010 en Sevilla y canonizada por el Papa Francisco en Roma en 2015. En ambas beatificaciones en Sevilla (la de 1982 y la de 2010) acudieron cientos de miles de fieles a la ceremonia. 

José Torres, "el santero de Sevilla"

José Torres, como sus tres hermanos, quedó huérfano de niño. Estudió en Tenerife y luego en Sevilla. Como sacerdote fue director espiritual y confesor de varias religiosas de notoriedad, como la dominica Sor Bárbara de Santo Domingo, recordada por sus frecuentes visiones místicas y en proceso de beatificación, la mercedaria Sor María Florencia Trinidad (Madre Sacramento) a la que le aparecían estigmas corporales y relataba visiones de la pasión de Jesucristo y la misma Santa Ángela de la Cruz. Fue el director espiritual y co-fundador de las Hermanas de la Cruz. Le llamaban popularmente "el santero de Sevilla" por su actividad con estas religiosas.

Fue catedrático de Teología en el Seminario Conciliar de Sevilla, canónigo de la Catedral de Sevilla y asistió como teólogo al Concilio Vaticano I, por sugerencia del Papa Pío IX. Fue congregante-diputado de la sevillana Real Congregación Luz y Vela al Santísimo Sacramento.

Cinco años después de su muerte, muchos fieles participaron en el traslado de sus reliquias, con una ceremonia que presidió el entonces obispo auxiliar de Sevilla Marcelo Spínola y con una oración fúnebre de su amigo Cayetano Fernández, académico de la Real Academia de la Lengua. Tiene dedicada una calle en Sevilla, una estatua en San Sebastián de la Gomera y su causa de canonización se inició en 2012, “debido a su fama de santidad, y siendo muchos los fieles que le encomiendan necesidades y favores”.