Encarni Llamas difunde desde la web de la diócesis de Málaga el testimonio y la esperanza de Francisco Javier Marín Cuenca, bombero malagueño y miembro del Movimiento de Acción Cristiana (MAC), en la parroquia María Madre de Dios.

«Llegué a conocer al Señor y crecer en la fe gracias al MAC, y actualmente he sido enviado a la parroquia María Madre de Dios, donde acompañamos a niños y jóvenes, a los que les presentamos nuestro tesoro: Jesucristo», explica Francisco.

Pertenece al Real Cuerpo de Bomberos de Málaga y durante esta pandemia «también he sufrido y vivido con dolor e impotencia momentos en los que, la fe y mi comunidad (La Alegría) me han sostenido. Ir a trabajar en esos días ha sido la forma de aportar mi granito de arena en la lucha contra la pandemia».

Acceder a los ancianos solos y desprotegidos

A Francisco lo ha mantenido activo, durante el confinamiento, su profesión, pero también su creatividad y su búsqueda del bien común: «Durante la cuarentena hemos llevado a cabo diversas intervenciones que llamamos “apertura de viviendas”, para socorrer a los ancianos que viven solos y desprotegidos. Desde el equipo de Bomberos de Málaga pusimos en marcha varias iniciativas pues todos teníamos la inquietud de que algo más podíamos hacer. Así que, nos pusimos a fabricar y distribuir pantallas para nuestros héroes (los sanitarios y cuidadores de residencias). Cada tarde, a las 20.00 horas salíamos a las calles con las sirenas puestas, para aplaudir y hacer ver a nuestros vecinos que estamos unidos a ellos esta lucha».

Colectas para las familias más necesitadas

Los más vulnerables, han sido, y siguen siendo, su prioridad: «Hicimos una colecta para nuestros ancianos del Buen Samaritano y los acogidos en la Casa Colichet. Nuestras familias y amistades se volcaron. Y, actualmente, estamos recogiendo alimentos, pañales y productos básicos de higiene para llevarlos a las familias más desfavorecidas. Colaborar con tantos voluntarios jóvenes y jubilados, empresarios y pymes ha sido una experiencia muy bonita: todo el mundo aunando esfuerzos y remando en la misma dirección».

Mirando atrás, Francisco tiene claro que «vivimos tiempos en los que la esperanza ha de ser semilla que sembremos a deshora, sostenida en la Eucaristía. Con la ayuda de María Auxiliadora, como en otras epidemias, llegaremos a buen puerto. Un abrazo fraterno de vuestro hermano en el Señor».