Afianzar y recuperar la esencia espiritual del Camino de Santiago. Esta es la intención de los obispos por los que discurre esta milenaria ruta de peregrinación hacia la tumba del apóstol. Cada año son más peregrinos los que hacen este camino, casi 280.000 el pasado 2016, y en muchos casos el interés en hacerlo está bastante alejado de la religión aunque tampoco se les ofrece una catequesis viva durante esos cinco, diez, quince o veinte días en los que siguen los pasos de Santiago.

Por ello, en un encuentro los obispos en los que había españoles y franceses han publicado una carta pastoral titulada Acogida y Hospitalidad en el Camino de Santiago en la que inciden en la necesidad de ofrecer al peregrino una hospitalidad cristiana devolviendo el espíritu original a la peregrinación.


“La presencia de cristianos en el Camino es primordial para mantener la tradición religiosa de la gran peregrinación a Santiago de Compostela y ser activos testigos de la fe en Cristo”, aseguran los prelados.



Para ello, consideran imprescindible recuperar los símbolos cristianos en albergues y otros puntos del Camino. Los obispos hablan de crucifijos, imágenes del apóstol Santiago y folletos de la vida del santo. Del mismo modo, consideran que debería haber imágenes de la Virgen María y biblias en varios idiomas al servicio del peregrino, incluso los escritos de los Papas.

Del mismo modo, los obispos recuerdan que sería oportuno que si existe una iglesia cercana al albergue sea ofrecida a los peregrinos para rezar. Y piden al hospitalero cristiano que en coordinación con los párrocos y los feligreses mantengan el templo abierto a determinadas horas para invitar a los huéspedes.


Además, añaden que “si es posible, se harán unas vísperas, una misa vespertina o una bendición del peregrino cuando salga, y se ofrecerá el sacramento de la Penitencia al que lo pida. El hospitalero cristiano avisará a los demás –no cristianos- por si acogen en sus albergues a peregrinos interesados. Si entre los caminantes hay algún sacerdote, se le pedirá que oficie una Eucaristía y se avisará a los vecinos para que puedan participar”.

En el texto de los obispos se da mucha importancia a la figura del hospitalero y aseguran que su labor “a lo largo del Camino preparará progresivamente al peregrino a meditar, a reencontrarse a sí mismo, a descubrir a Dios en su interior. Para que, cuando llegue a la meta, cuando se termine su largo andar, encuentre la esperanza y, recibiendo los sacramentos, comprenda en lo más íntimo de su ser el significado de ‘Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí”.


En este sentido, consideran que la acogida al peregrino debe ser abierta, fraternal y alegre. “En cada peregrino verá a Cristo y lo acogerá en su casa”, aseguran. Pero además, piden al hospitalero que esté disponible para el peregrino por si éste quiere hablar.



Todo ello implica que necesite “una formación que le permita profundizar en la fe propia” y “no es suficiente” el mero hecho de estar bautizado pues “el hospitalero tendrá que responder a preguntas muy diversas sobre los fundamentos de su fe, sobre la Iglesia, sobre lo que es la religión,  sobre la moral…”.


Por último, la carta también habla de los monasterios y parroquias situadas a lo largo del Camino, a los que también les invita a promover la hospitalidad: "Propondrán a los huéspedes seguir los oficios religiosos o monásticos, y guardar silencio. En algunos casos, pueden compartir mesa con los peregrinos, o proponer alguna conversación para explicar su vocación y escuchar al caminante".

Los peregrinos que realizan el Camino por una cuestión totalmente religiosa son ya menos de la mitad. Y para poder vivir esta peregrinación desde una mayor perspectiva de la fe se están planteando rutas concretas como la conocida como "Variante espiritual" que une el camino portugués y la ruta del mar