Iñaki Urdangarín, de 49 años, antiguo jugador de balonmano del FC Barcelona y esposo de la Infanta Cristina, con quien tiene 4 hijos, ha sido condenado a 6 años de cárcel por delitos de prevaricación, fraude y tráfico de influencias. Se especula con que entre en la cárcel de Brieva (Ávila), en la que estuvo durante 15 años, desde 1995, el ex-director de la Guardia Civil, Luis Roldán. 

Roldán ha explicado al diario El Mundo lo que podría esperar a Urdangarín, que es lo que vivió él.

"Un lugar perdido en una carretera secundaria de una de las provincias más gélidas de España. Rodeado de alambres de espino y ásperos matorrales. Con un camastro en una sombría celda de apenas doce metros cuadrados, chapas de hojalata pulida en las paredes, un armarito de formica y un pequeño televisor. Así es la celda que podría esperar a un hombre que ahora vive en un luminoso ático de 200 metros en el elitista barrio ginebrés de Florissant entre adinerados banqueros y directivos de Rolex", describe el reportaje de El Mundo. 

El periódico ha pedido a Roldán consejos para Urdangarín. Roldán le recomienda al nuevo interno leer la Biblia y dejarse ayudar por el capellán de prisión. Eso es lo que le ayudó a él. 


1. El tiempo allí dentro pasa muy despacio. Hay que intentar superar la situación. No hay que desesperarse
2. Hay que abrigarse bien. Hace el frío propio de una provincia como Ávila.
3. Se puede hacer deporte. Hay un minigimnasio que yo nunca usé.
4. No hay fórmula para superar algo así, pero leer, escribir y rezar mucho ayuda. Pero cada persona somos un mundo.
5. Leer la Biblia. Hay que tener vida interior, te ayuda en los momentos difíciles.
6. Yo me dejé ayudar por un jesuita que va todos los domingos llamado José María Fernández.
7. Aquello es como la cárcel de Spandau. Es tela marinera. Me sentí solo, aislado, abandonado.
8. Las peores cosas son la falta de libertad, las cámaras de seguridad que te grababan todo el día, el control de mis comunicaciones, de mis llamadas. Yo lo llevaba mal.
9. Confía en tu familia, apóyate en ellos.
10. Lo único bueno de la cárcel fueron los funcionarios y los policías que me custodiaron. Me dieron un trato cordial.




Lo de la Biblia no es algo improvisado, sino algo que Roldán ha vivido y ha comprobado que le ayudaba. Ya lo explicaba en una entrevista en El Mundo en 2013. Explica lo que vivió cuando, condenado a 27 años (luego elevados a 31) por malversación, cohecho, estafa y falsificación contra la Hacienda Pública, pasó 15 años en la cárcel. 

—¿Y qué leía? - le preguntaban a Roldan en la entrevista de 2013.
—Leí a Nietzsche, a Kafka, a Hanna Arendt, todo el teatro de Sartre, Derrida, Jean Améry… Leí también todo lo que conseguí sobre personas que habían sufrido largos procesos de privación de libertad, no sé, Eugenia Ginzburg , Mandelstam, Larina-Bujarina (la mujer de Bujarín), Margaret Bauer Newman. Descubrí a Walter Benjamin. Y leía mucho la Biblia, los salmos, sobre todo.

—¿Leía la Biblia como texto literario o religioso?
—También como texto religioso - Roldán se levanta, sale de la habitación y regresa con una Biblia pequeña. —Esta era. 

El libro está lleno de señaladores intercalados entre sus páginas, hay casi tantos señaladores como páginas. En los márgenes del texto se aprecian anotaciones manuscritas y dibujos minuciosamente trazados. El trabajo del que tiene por delante más horas que actividades con las que llenarlas.

—¿Es usted creyente? —preguntamos tras cerrar la Biblia y devolvérsela. 

Tuve una época de agnosticismo, pero he vuelto un poco a… Creo en Dios, pero no en todo lo que le rodea. No voy a la Iglesia ni a misa, si es a eso a lo que se refiere.



—¿Se ha arrepentido de los delitos que cometió?
—Totalmente, totalmente, totalmente. No me explico cómo rompí con mi manera de entender la vida. Esto que digo no son palabras, viene de dentro. Aparte de los problemas de orden moral, he destrozado mi vida y la de mi familia. Vamos, es que es así. Podría decir que me sentí empujado, pero el núcleo de la culpa es mío.

 —¿Ha pagado por ello?
—Sí, y como no ha pagado ningún otro en ningún sentido. Día a día, en unas condiciones muy duras de internamiento, sin ninguno de los beneficios penitenciarios que obtuvieron otros.