El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, clausuró este domingo por la tarde el Año Jubilar del Santo Cáliz de la Misericordia (www.calizdelamisericordia.org) en la diócesis de Valencia, en una Misa solemne concelebrada por cinco obispos y cien sacerdotes en la catedral, completamente llena de fieles, y en la que anunció cuatro «signos permanentes» como «fruto» de este Año Santo.

Así, aseguró que la diócesis:

1) dedicará una casa-hogar para ancianos con hijos discapacitados, «gracias a las limosnas y diferentes peregrinaciones en el Año Santo»;

2) abrirá también dos albergues «para la sanación de chicos y chicas con problemas de drogadicciones, acompañados por los miembros de la Comunidad del Cenáculo de la madre Elvira»;

3) la diócesis destinará el diez por ciento de los presupuestos a «los pobres más pobres»,

4) todos los colegios diocesanos «abrirán sus puertas en los periodos vacacionales para, además de atender pedagógicamente, dar alimento a niños en edad escolar, y otras iniciativas que se llevarán a cabo para atender a refugiados, excluidos y perseguidos».

En su homilía, indicó que «el Año Santo Jubilar se acaba, los frutos permanecen: y el fruto que debe permanecer es el de la misericordia arraigada en nosotros, hecha carne de nuestra carne, y dar testimonio fiel de esa misericordia», porque «estamos grandísimamente necesitados del anuncio de Dios vivo y misericordioso».



En realidad, «una Iglesia eucarística como la nuestra que guarda esta reliquia única del Santo Cáliz de la Cena no puede ser mas que una Iglesia de la caridad y de la misericordia», manifestó el arzobispo de Valencia.

El cardenal invitó a los fieles a «multiplicar el testimonio de las buenas obras, las obras de misericordia» y a hacerlo «tanto como respuesta de amor y gratitud a Dios, como por la necesidad de reaccionar frente al crecimiento de la indiferencia religiosa del relativismo ético que afecta a muchos hombres de hoy y debilita incluso la vida religiosa y teologal de no pocos cristianos».
 
A este respecto, resaltó que «la humanidad de hoy se ve acechada por nuevos peligros que acosan al hombre y su dignidad, a la convivencia fraterna y su futuro o que la amenazan por el debilitamiento de la familia o el poderoso narcotráfico, o el terrorismo infernal presentado por fuerzas que dicen blasfemamente actuar en nombre de Dios, o por el mercado de las armas, por la violencia machista, por la trata del hombre o de la mujer».

El arzobispo de Valencia proclamó que «sin Dios no es posible la dignidad humana ni la paz», y exhortó a los fieles a «dirigir la mirada a Dios, porque sólo en Él, en Dios misericordioso está la esperanza».
 
Con el cardenal han concelebrado sus tres obispos auxiliares,  Esteban Escudero, Javier Salinas y Arturo Ros, los obispos eméritos de Lleida y Ferrol, Joan Piris y José Gea Escolano, así como cien sacerdotes.



Por otra parte, al celebrarse también la fiesta anual del Santo Cáliz, que tradicionalmente tiene lugar el último jueves de octubre pero que este año ha sido trasladada para hacerla coincidir con la clausura de los jubileos, el arzobispo entregó durante la Misa seis réplicas de la reliquia a las parroquias Santos Juanes, de Xàtiva; San Pedro Apóstol, de Paterna; Asunción de Nuestra Señora, de Torrent; San Cristóbal Mártir, de Picassent; Asunción de Nuestra Señora, de Lliria: y a la parroquia La Resurrección del Señor de Valencia.
 
Al concluir, dio gracias a los impulsores del Año Jubilar, como el vicario de Evangelización, Javier Llopis y al presidente de la comisión diocesana de Liturgia y canónigo celador del Santo Cáliz, Jaime Sancho, así como a la Coral Catedralicia dirigida por el canónigo José Climent.
 
En la Misa también participaron la Real Hermandad y Cofradía del Santo Cáliz, con sus estandartes, y la rectora de la Universidad Católica de Valencia «San Vicente Mártir», Asun Gandía, entre otros representantes de instituciones valencianas.