Las hermanas Isabel y Patrocinio Galisteo, de 70 y 85 años respectivamente, llevan 10 años acudiendo cada día a rezar el rosario a la Virgen a quien considran "una madre". Lo hacen en  el  Santuario de la Victoria, en Málaga, a los pies de la Victoria.

Es una rutina que se propusieron estas dos hermanas a partir de la muerte del cuñado de Isabel. Desde entonces, sólo descansan los domingos.

En una entrevista para la Diócesis de Málaga Isabel Galisteo relata el origen de su devoción a Santa María de la Victoria y su admiración por la Virgen.

Lo más importante en sus vidas, una madre
A Isabel y Patrocinio la devoción hacia Santa María de la Victoria se la inculcaron sus  padres, que eran muy devotos de la Virgen.  Es una tradición que las hermanas han seguido hasta hacer que en sus casas, la Virgen sea el centro. "Nosotras no somos de Málaga, somos de Baena (Córdoba), cuya patrona es la Virgen de Guadalupe. El hecho de venir a la Victoria es porque vivimos muy cerquita y, desde que murió mi cuñado, hace 10 años, mi hermana y yo venimos a diario. La Virgen es una cosa muy grande para nosotras", cuenta Isabel.

Para Isabel y Patrocinio rezar se ha convertido en una costumbre. "Nos levantamos muy tempranito. A veces llegamos incluso antes de que abran la iglesia y lo empezamos a rezar en la puerta. ¡Y los domingos descansamos!"

Isabel tiene dos peticiones que ofrecer a Santa María de la Victoria y no es para ella, sino por la paz en el mundo y por los niños. "¡Dios mío, paz! Sobre todo paz. Luego por los niños, que tengo auténtica locura por ellos, por la familia... Pero sobre todo paz, que tanta falta hace".


Interior del Santuario de la Victoria, Málaga

Cuando reza siente a la Virgen como a una madre y así se dirige a ella. "Cuando oigo que alguien no ama a la Virgen les digo, pero, ¿cómo podéis vivir sin una madre? Es que una madre es tan importante en nuestra vida que no entiendo cómo pueden vivir sin ella", dice.

De la Virgen Isabel declara sentirse admirada por su virginidad. "Ella lo dio todo y eso cuesta mucho", explica.

Además ella es su fortaleza. "Soy consagrada. Mi vida ha sido dedicarme a los que me rodeaban porque mis hermanos se casaron y yo me quedé con mi madre. Siempre he tratado de hacer todo el bien que he podido a los que estaban a mi alrededor. Me necesitaba la familia y me he dedicado por entero a ellos. He procurado hacer de la casa un pequeño Nazaret".


A ella le encanta hablar de la Virgen. De hecho, a sus tres sobrinos nietos les ha inculcado su devoción. "Les hablo mucho de ella. Les digo: 'poneos delante de la Virgen, dádselo, que sin ella no podemos vivir. Vais a tener muchas dificultades en la vida, pero con ella las tendréis de otra manera. Dificultades tenemos todos; pero, con ella, todo se puede soportar'".

Rezar a la Virgen no libra del sufrimiento, pero sí es más fácil de sobrellevar si se encomienda a Ella. Por eso ante la idea del sufrimiento Isabel, que está enferma de cáncer lo vive con alegría y lo tiene claro: "¡La Virgen no te lo quita, qué va! Yo tengo un cáncer, pero me he cogido a ella de una manera que lo llevo perfectamente. ¡Conque mire si es grande! En cinco años llevo 10 operaciones, porque se ha extendido a diversas partes del cuerpo".


Santa María de la VIctoria

"Si no fuera por ella, yo no sé como iba a llevar esto. ¡Y encima con esta alegría! Esto hay que decirlo porque la gente no puede entenderlo. Pero vamos, eso es porque el Señor quiere que sea así. Yo no soy nada sin Él", cuenta Isabel.