Por primera vez desde 1975 el mensaje navideño del Rey de España ha tenido como emplazamiento el Palacio Real de Madrid y no en el Palacio de la Zarzuela, residencia familiar y marco habitual.

Felipe VI ha querido aparecer como un símbolo de España y del Estado, en una sala de significación y presencia institucional, y reduciendo las alusiones a la familia al mínimo: una mención de los buenos deseos de la Reina y las Infantas al principio de su discurso y unas fotos añadidas al vídeo al final.

"En esta Nochebuena, quiero especialmente desearos junto a la Reina y nuestras hijas, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, unas muy felices fiestas y todo lo mejor para el año nuevo. Desearía también que la voluntad de entendimiento y el espíritu fraternal, tan propios de estos días, estén siempre muy presentes entre nosotros, en nuestra convivencia", inició su discurso.

Más reducida aún ha sido la presencia de elementos religiosos. Al contrario que en ocasiones anteriores, en las que junto a Juan Carlos I o Felipe VI los telespectadores veían un belén, pequeño o grande, en esta ocasión un belén sólo se ha podido ver dos segundos mientras sonaba el himno que presentaba la alocución, y sin que se distinguiese la figura del portal, el Niño o la Sagrada Familia. Al fondo, un abeto de Navidad, al que se le dedicó de inmediato un plano propio. 


Se intuye que estas figuras pertenecen a un gran belén en el Palacio Real, pero no se ve con claridad al Niño o el Portal o la Sagrada Familia; al fondo, el abeto

Felipe VI usó la palaba "Nochebuena", al principio, y la palabra "Navidad" sólo en la despedida en los varios idiomas españoles: "Con esa emoción, con esa confianza en nuestro futuro —en ese futuro de España en el que creo— os deseo a todos una muy Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas y un próspero año 2016".

Habló varias veces de fe, pero sólo fe en España y "en nosotros mismos".

"Tengamos fe y creamos en nuestro país. España tiene una resistencia a la adversidad, una capacidad de superación y una fuerza interior mucho mayor de lo que a veces pensamos. La fortaleza de España está en nosotros mismos; está en nuestro coraje, en nuestro carácter y en nuestro talento", proclamó.

Al mencionar algunos retos del último año, como el terrorismo islamista, no nombró explícitamente al yihadismo o el islamismo violento. Así, dijo: "Todos hemos sentido la indignación y el horror ante los atentados que han costado la vida a compatriotas nuestros, ante los terribles crímenes de París y de otros lugares del mundo, que son auténticos ataques a nuestro modelo de convivencia y a los más elementales valores humanos. Y todos nos hemos conmovido ante el drama de los refugiados que llegan a nuestras fronteras huyendo de la guerra, o el de los migrantes angustiados y acosados por la pobreza".

Pero Felipe VI no sólo evitó nombrar por su nombre al yihadismo, sino que al contrario que el año pasado que mencionó explícitamente a Cataluña, en esta ocasión dedicó casi todo el discurso a hablar de la unidad de España sin mencionar ninguna región específica. En general, el discurso destacó por evitar concretar los retos a los que aludía.


Los dos discursos de Nochebuena que hasta ahora ha pronunciado Felipe VI contrastan por su extremo laicismo con los de la Reina Isabel II de Inglaterra o el primer ministro británico, David Cameron, que abundan en alabanzas a la tradición y cultura cristiana.  

De hecho, incluso un líder de la extrema izquierda como es el bolivariano Nicolás Maduro en Venezuela, inspirador de parte de la izquierda radical de Podemos, no ha dejado de emitir un tuit esta Nochebuena deseando “¡Qué el Niño Jesús nos dé sus bendiciones!” Y Rafael Correa, el presidente de Ecuador, otro de los líderes de la llamada izquierda bolivariana, en su vídeo de felicitación navideña incluso explica las fiestas con frases del Papa Francisco (explicado aquí).