La Pastoral Universitaria ofrece un curso de formación afectiva, relacional y sexual impartido por la Fundación Solidaridad Humana dentro de su programa de actividades para este año.

El curso sirve para conocerse más a uno mismo y plantearse las relaciones humanas desde el interior. Está dirigido tanto a parejas como universitarios o educadores.

«Descubrir como nos complementamos hombre y mujer, saber que no tenemos que ser iguales para ser felices, es una de las cosas importantes que aprendes en el curso». Habla Ana Pastrana, una joven que, junto a su novio Jorge Díaz, realizó el curso de formación afectiva, relacional y sexual que imparte la Fundación Solidaridad Humana.

Ana explica que este curso sirve para conocerse más a uno mismo y nuestra forma de relacionarnos con los demás, «no va solo dirigido a parejas aunque es verdad que viene muy bien si van los dos».



El curso que lleva varios años impartiendo la Fundación, ha recibido ya a más de siete mil personas, según cuenta Fernando del Castillo, fundador junto con su mujer de la organización. Es un curso que «remueve por dentro, tomas conciencia de lo que conlleva, por ejemplo, tener un hijo, que es un tema muy serio.La gente en el curso se replantea el tema pero bien», dice el fundador.

La Pastoral Universitaria de Madrid, ofrece ahora la posibilidad de recibir este curso a partir del 20 de octubre en la Iglesia de la Concepción en Madrid.


Durante el curso se tocan temas personales de autoconocimiento y autoestima. Se habla de la comunicación, de la capacidad de diálogo, de la psicología hombre y mujer, de la sexualidad, de las etapas y de la familia, el proyecto común.

Además de charlas, se hacen dinámicas de grupo en las que la participación siempre es voluntaria, nunca obligada. Una de las que más gustó a Ana fue el momento en el que «nos dijeron que teníamos que contarle algo que nos preocupase al otro pero que este solo tenía que escuchar, ni dar consejos ni soluciones, solo escuchar porque ahí se aprende a acompañar al otro, no a solucionarle la vida mediante juicios y críticas», explica la joven.


«Algo que repetimos mucho en la fundación es: yo, mi, me, conmigo. ‘Yo siento esto, yo quiero esto, yo necesito lo otro’, pero no tengo porque exigírselo al que tengo al lado, puedo pedírselo pero no puedo exigirle», explica Ana.

«También vemos qué nos queda de nuestros padres, es decir, cómo afrontamos una situación que llevamos viviendo de una determinada manera en casa y darnos cuenta de que podemos cambiar, no tiene por qué ser así, tenemos que construir nuestra propia familia».

Además, para ayudar a mejorar las relaciones tanto de amistad como de pareja o en familia, el curso trata de enseñar que «el que tienes en frente no es igual a ti por lo que no le puedes exigir que sea como tú y que tenga tus mismos gustos», cuenta Ana, «puedes pedírselo, pero nunca exigir».