El pasado 2 de julio desapareció de la capilla del Hospital Arnau de Vilanova (Valencia) el sagrario con el cáliz y el copón con doce formas consagradas. El robo carece de interés económico por el pequeño valor del tabernáculo, por lo cual se tiene la certeza de que la intencionalidad era deliberadamente sacrílega.

El cardenal Antonio Cañizares convocó una misa de desagravio en la tarde del lunes en la catedral de la diócesis. La seo se llenó con más de mil personas para asistir a la ceremonia, que concelebró el arzobispo de Valencia junto con su obispo auxiliar, Esteban Escudero, y el capellán del hospital Arnau de Vilanova, Jorge Molinero, entre otros sacerdotes.



Expiación de los fieles, que Dios perdone al culpable
“Nos reunimos muy llenos de dolor, sencillamente para adorar al Señor sacramentado, para adorar a Dios, en gesto de adoración y de expiación, para pedir perdón y pedir al Señor que perdone a quien o quienes han llevado a cabo crimen tan horrendo, en el fondo porque no saben lo que hacen, aunque lo hayan hecho”, dijo el cardenal Cañizares.

Y recordó la gravedad de estos sacrilegios porque se cometen "en odio a la fe que reconoce y proclama en las especies sacramentales la presencia real de Jesucristo, llagado, crucificado, entregado enteramente por nosotros los hombres; Él es nuestro Dios y nuestro solo y único Señor”.

Prolongar el desagravio con más adoración
Y dejó una reflexión práctica: "No podemos trivializar la Eucaristía, a Jesucristo presente, es necesario que ante Él nos comportemos con verdadero sentido de adoración y de fe, reconociendo que está con las llagas y el costado abiertos, intercediendo ante Dios desde el cielo”.

Como respuesta ante el agravio de Vilanova, el cardenal Cañizares hizo una petición muy concreta: "Que todos tengamos todo el respeto y toda la adoración que se merece la Eucaristía, que en las iglesias se guarde el silencio correspondiente, que se adore verdaderamente al Señor, que toda celebración de la Eucaristía sea no sólo para el sacerdote, sino para todos, un acto de verdadera adoración al Señor, para celebrarla bien, como la Iglesia nos pide, y también que en nuestra diócesis se multipliquen más y más las capillas de adoración eucarística al Santísimo Sacramento”.



Exposición y procesión
Una vez concluida la misa dio comienzo el acto de desagravio, tras la lectura de una monición inicial en la que se explicó el sentido del acto. Tras ello, se llevó a cabo la exposición del Santísimo, que fue adorado en silencio por los participantes de rodillas.

A continuación, comenzó la solemne procesión claustral con el Santísimo, portado por el cardenal arzobispo de Valencia, a cuyo término, tuvo lugar la oración de desagravio, antes de finalizar con la reserva del Santísimo Sacramento.