30 metros cuadrados, techo de plancha metálica en un lado y porexpan tintado de rojo en otro. Pasa desapercibida para el ciclista del cercano carril-bici o para el viandante que se da un paseo por el parque donde está ubicada. Sí, así es la Parroquia Madre del Buen Pastor. Al ver el pequeño edificio por primera vez, la reacción, por parte de quien no se había fijado, suele ser la misma: ¿Eso es la parroquia? Pero si es un barracón… efectivamente, es un barracón. Un día llegaron unos obreros y lo construyeron. Era su barracón mientras urbanizaban los terrenos colindantes de este barrio madrileño de San Fermín, donde se sitúa la parroquia.


Pero que nadie se engañe, será un barracón, será, en cuanto local, la parroquia más pobre de Madrid, pero da gusto verla. Pintada de blanco, con su raro tejado rojo, es una imagen hecha edificio de la inmigración del campo, que atrajo a tantas y tantas familias hacia el Madrid de los años cuarenta, cincuenta, sesenta.

Aquellos inmigrantes “internos” hoy han sido sustituidos por latinoamericanos y gentes venidas del Este de Europa. Aquellos inmigrantes y estos inmigrantes comparten el amor por lo honrado y por lo limpio. Por eso, dentro, la parroquia-barracón está cuidada con primor. Como las casas humildes de tantas abuelas, está limpísima, ordenada y tiene ese toque a pobre pero honrado. Hay flores en los tiestos, que cuidan las señoras del barrio. Los pocos bancos que caben, perfectamente alineados. Los manteles, inmaculados.

¿Y la catequesis, las reuniones, el archivo parroquial? La parroquia compró un local cercano, con la ayuda de la Archidiócesis y a precio de saldo. Era un antiguo bar, que con la crisis tuvo que cerrar. ¿Y el párroco? Se llama Carlos Mario Toro. Colombiano y miembro de la Fraternidad Misionera Verbum Dei, una comunidad magnífica de misioneros, misioneras y matrimonios misioneros. Te los puedes encontrar en cualquier parte del mundo: en Singapur, en Moscú, en Camerún...


No son gentes cicateras, las de San Fermín y los fieles de este barrio hubieran gustado de un templo “más digno de Dios”. La Iglesia de Madrid también ha intentado todo lo humanamente posible por dar un edificio más digno a los fieles de la zona. Pero, ¡ay!... Un litigio judicial de los largos se cruzó por el camino. La pobre parroquia no ha sido sino una víctima colateral más de un enfrentamiento entre promotores, constructores, ayuntamiento y otros. Que si este terreno es tuyo, aquel es mío, que si el otro es urbanizable, éste no. La Parroquia Madre del Buen Pastor ha estado esperando y parece que, por fin, se levantará un edificio sencillo y funcional en un terreno cercano, a unos cien metros de donde está ahora, con el templo, la casa de los sacerdotes y los locales parroquiales. Se tendrá que despedir del viejo y querido barracón, aunque siempre quedará en el corazón y el recuerdo de las personas que ahí han celebrado la fe y rezado.


Mientras tanto, no muy lejos, en la “Caja Mágica”, se juega el Masters Series de Madrid. Tenistas de todo el mundo se han dado cita en ella. También el famoseo y demás. Un edificio inmenso de cemento, cristal y acero. Lo más moderno… e infrautilizado. Hasta el pequeño edificio de la parroquia, abarrotada por los fieles, llegan los aplausos y los “¡uy!” de sus muchos espectadores. A ella le da lo mismo. Ella hospeda un sagrario.