El presidente de la Conferencia Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha manifestado este jueves 12 de febrero que ser cardenal, lo que le ocurrirá el próximo sábado, «no es ser príncipe de la Iglesia, sino un servidor especial» que pretende conseguir «que no haya postergados».

El que fuera obispo de Bilbao, que se encuentra ya en el Vaticano y que está a las puertas de convertirse en cardenal, ha hecho estas declaraciones en una entrevista con la Cadena Cope.

El arzobispo se ha mostrado «hondamente agradecido» por la confianza depositada en su labor, que espera seguir desempeñando «con dedicación y humildad», por la senda marcada por el propio papa Francisco, para conseguir un mundo «más compartido» en el que «los pobres estén bien atendidos» y en el que no existan «postergados o descartados».

En su opinión, el pontífice es uno de los «referentes» existentes actualmente en la humanidad, que ha «trascendido los límites de las iglesias cristianas», y que marca un «horizonte de luz».

Blázquez ha sostenido que el papa Francisco «es un don de Dios, un regalo a la Iglesia y también a la humanidad», y ha confiado en que su trayectoria «continúe para el bien de todos», basada en una «capacidad de comunicación y gestos que significan un referente importante».

Será el próximo sábado a las once de la mañana cuando Ricardo Blázquez se convierta en nuevo cardenal, sólo dos meses antes de cumplir los 73 años. Es arzobispo de Valladolid desde 2010, y el pasado 14 de marzo fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal, cargo que ya ocupó entre 2005 y 2008, y de la que además fue vicepresidente entre 2008 y 2014 en sendos trienios.

De los veinte futuros cardenales, quince serán electores, es decir participarían en un potencial cónclave (máximo de 120) por ser menores de ochenta años (entre ellos Blázquez), mientras que el resto son obispos eméritos que han cumplido o rebasan los ochenta y se han distinguido por su compromiso y servicio a la Iglesia.

Proceden de catorce países: cinco de Europa, tres de Asia, tres de Iberoamérica, dos de África y otros dos de Oceanía.

El Papa les entregará el anillo cardenalicio, les impondrá la birreta, de color purpurado como símbolo de la sangre que hay que derramar si fuera preciso, y les asignará la Iglesia titular durante una ceremonia que se celebrará en la Basílica de San Pedro.

Al día siguiente, 15 de febrero, Blázquez presidirá la Eucaristía con los nuevos cardenales, y el 16 de febrero, también en Roma, celebrará una misa en la iglesia del Colegio Español en la capital de Italia.

El último cardenal salido de la Archidiócesis de Valladolid fue José María Cos, en 1911 por Pío X, y anteriormente lo fueron Antonio María Cascajares, en 1895 por León XIII, y Juan Ignacio Moreno, en 1868 por Pío IX, que junto a Blázquez completan esta relación de purpurados en la historia de la Iglesia local.