Más de 10.000 hectáreas calcinadas, 3.000 personas desplazadas de sus hogares y un bombero fallecido. Es el balance provisional del incendio que durante la última semana ha asolado sin descanso Sierra Bermeja (Málaga), en un perímetro que alcanza los 83 kilómetros y que ya ha sido controlado.

La Guarda Civil, Policía Local y Nacional, la Unidad Militar de Emergencias (UME), Protección Civil… Todos han luchado codo con codo por proteger las localidades afectadas, a sus habitantes y sus hogares. Y la Iglesia no ha sido una excepción.

Durante el incendio, el párroco de cuatro municipios detalló a COPE: “Gracias a Dios, este fin de semana hemos podido celebrar la Eucaristía. El problema empezó cuando hubo que desalojar Pujerra. Hemos vivido momentos muy duros y difíciles, porque en el Valle del Genal hay mucha población en situación de dependencia, ancianos y enfermos”.

El sacerdote de otros tres pueblos afectados, Gerardo Rosales, expresó al mismo medio el nerviosismo de la gente a quienes acompañaba. “Con ellos solo podemos estar, acompañar y consolar". Además, manifestado que "Cáritas está al momento en contacto con la diputación y los ayuntamientos para coordinar la atención a las necesidades”.

"Eso parecía la guerra", recuerda. "Muchísima gente en la calle, policía, los ancianos de una residencia que se veía perdidos y los iban metiendo en los autobuses y en las ambulancias.

A Rosales, el incendio le cogió desprevenido. “Ser el cura del pueblo significa estar cerca de la gente, en lo bueno y en lo malo”, relató al diario Málaga Hoy. “A mí me cogió allí, después de celebrar la Eucaristía a las 10.00 horas en Alpandeire y a las 11.30 en Faraján".

Conforme empeoraba la situación, el párroco se ofreció a llevar a la gente lejos de la zona de peligro, asumiendo no pocos riesgos. “La vuelta a Alpandeire desde Ronda no fue sencilla, me encontré con una columna de humo y caían sobre el coche abundante cenizas y restos de carbón”, relató.

Exhausto, Rosales se lamentó ante una situación “muy dura”, en la que quedó impresionado en no pocas ocasiones. Especialmente por los desalojos. “Ver a los ancianos cuando tuvieron que desalojarlos de la residencia, subirlos en ambulancias y autobuses para llevarlos a Ronda fue desoladorLa fe y confianza en Dios nunca falta. Y lo más importante ahora es que las personas puedan verle en nuestra cercanía, en nuestra disponibilidad", añade. 

Como relató al mismo diario, Andrés Conde, párroco de Pujerra, Igualeja, Cartajima y Parauta alertó de los “momentos duros y difíciles” que se vivieron durante la última semana. “En el Valle del Genal hay mucha población en situación de dependencia, ancianos y enfermos”.

Ante una situación desesperada, en la que la impotencia era el sentimiento más común, el párroco trataba de aportar esperanza. “Se afronta con la confianza de que Dios nos va a sacar de todo esto. Como Iglesia, las herramientas más importantes que tenemos es estar cerca de la gente, ayudarles, pero sobre todo rezar”.

Por su parte, el sacerdote de Algatocín, Francisco, destacó que "lo peor es la incertidumbre de cuándo van a poder volver a casa". Para los que no pudieron hacerlo, el sacerdote puso a disposición "la iglesia y los salones parroquiales" e incluso su propia casa: "tengo dos habitaciones en las que podría cobijar a cualquier persona necesitada de un techo"

No faltaron las palabras del obispo de Málaga, Jesús Catalá, que agradeció el trabajo a todos los que “han puesto tanto esfuerzo para apagar el fuego”. El obispo aprovechó para rogar “por el eterno descanso de quien ha perdido la vida en esa buena acción”, en referencia al bombero de Infoca fallecido el jueves, luchando contra las llamas.

La lluvia ha sido determinante para controlar el incendio de Málaga, con un perímetro de hasta 90 kilómetros y un bombero fallecido.