La capilla ardiente en la catedral de Barcelona del cardenal Ricard Maria Carles, el arzobispo emérito de Barcelona que falleció el 17 de diciembre, con 87 años, ha estado recibiendo la visita de los fieles barceloneses que querían despedirse de quien fue su pastor durante 14 años, de 1990 a 2004.

El féretro con los restos mortales de Carles llegó al Palacio Episcopal de Barcelona en la mañana del miércoles 18 desde Tortosa (Tarragona), en cuyo hospital falleció a consecuencia de un ictus que sufrió el pasado mes de noviembre.

Desde allí, el féretro salió en comitiva y procesión, acompañado por el cardenal arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, los obispos auxiliares de la diócesis, Sebastià Taltavull y Pere Tena, y los canónigos, hasta la adyacente catedral barcelonesa.

Una vez instalado el féretro en el coro, escoltado por dos grandes ramos de rosas rojas y numerosos cirios encendidos, se rezó la "hora tertia" y el cardenal Sistach dedicó un responso al difunto.

Tras este acto religioso, la capilla ardiente se abrió al público y numerosos fieles fueron pasando por la capilla, que permaneció abierta hasta las 9 de la noche. La capilla se volvió a abrir al público el jueves por la mañana: de 8 a 10.30h.



A las 11 horas del jueves empezó la misa exequial
en la catedral presidida por el cardenal Martínez Sistach.

Tras la misa, el cardenal Lluis Martínez Sistach acompañará al féretro hasta la basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia donde será enterrado Carles en un funeral que también presidirá el actual arzobispo de Barcelona.

La tumba se situará en la nave central cerca del altar y al lado derecho de la única sepultura de la basílica, la del cardenal valenciano Juan Bautista Benlloch. El sepulcro se encuentra excavado desde hace seis años por encargo del cardenal Carles, quien costeó las obras y expresó en varias ocasiones su deseo de ser enterrado en la Basílica valenciana.