A pesar de "falsas expectativas" y "manipulaciones", los medios de comunicación se están haciendo eco, "con bastante profusión y detalle, del mensaje del Papa Francisco", y "existe una inusitada apertura a conocer e incluso a intentar comprender su mensaje". "Para que este ´milagro´ haya sido posible el Papa se ha centrado en la predicación del kerigma combinándolo con una catequesis vivencial, dejando para momentos posteriores los desarrollos de las cuestiones morales mediáticamente conflictivas".

Así explicó el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, el éxito comunicativo del actual pontífice. Lo hizo este sábado durante una sesión en torno a La comunicación en el Papa Francisco, durante el encuentro de delegados de Comunicación Social del Consejo de Conferencias Episcopales de Europa, celebrado durante el fin de semana en Barcelona.


Monseñor Munilla destacó que ese éxito comunicativo fue posibilitado por la renuncia de Benedicto XVI: "Una parte muy importante del éxito de la comunicación se basa en la buena receptividad de aquellos a quienes se dirige el mensaje. Sin esa receptividad, el carisma de un comunicador excelente se vería muy limitado, o incluso, condenado al fracaso. Pues bien, mi tesis de partida es la siguiente: el gesto profético realizado por Benedicto XVI con su renuncia, ha permitido la apertura de una parte importante de la opinión pública y de los medios de comunicación, hacia una mejor comprensión del ministerio del pastoreo en la Iglesia".

"En efecto", subrayó el prelado donostiarra, "la renuncia de Benedicto XVI ´descolocó´ a quienes hacían una lectura de la vida de la Iglesia en clave de ambición por el poder. La decisión de Benedicto XVI dejaba al descubierto la auténtica una realidad sobre el ministerio pastoral: Amor a la Iglesia por encima del protagonismo personal; concepción de la jerarquía como servicio; confianza en que Dios cuida de la Iglesia y sabe guiarla en medio de los temporales y las pruebas".


A partir de ahí se ha llegado a unas circunstancias que han permitido "que algunos medios de comunicación hayan puesto entre paréntesis —aunque solo sea parcialmente— los prejuicios con los que anteriormente juzgaban la vida de la Iglesia. Es como si se hubiese roto una especie de ´cerco mediático´ en torno a la Iglesia, o como si se hubiese producido una ´tregua´ en medio de una estrategia laicista y anticlerical", con un "voto de confianza" hacia el ministerio de Pedro que "posibilita un conocimiento objetivo del mensaje de la Iglesia".

Se añade a esto la personalidad de Francisco, quien es "profundamente tradicional" con "sus frecuentes referencias al Catecismo de la Iglesia Católica como la regla autorizada de nuestra fe, la utilización habitual, en sus discursos, de diversos conceptos olvidados en la modernidad (el influjo de Satanás en nuestra vida, el peligro de mundanización, etc.), su llamada a la conversión y a la autenticidad evangélica…", pero al mismo tiempo "nada conservador" en el sentido de la llamada que hace "a la reforma de los usos y costumbres clericales y eclesiales, que no han de ser confundidos con la propia Tradición de la Iglesia".


Todo ello configura una "situación privilegiada para la comunicación": "La comunicación en Francisco está marcada por una integración de signos, gestos y palabras, que han otorgado al Papa una gran capacidad comunicativa y una insólita cercanía a los oyentes con independencia de su origen, cultura, credo o posición social", produciendo "un llamativo acercamiento de los alejados a la Iglesia e incluso a la práctica religiosa".

Franciso recurre con abundancia a "dos géneros novedosos en la comunicación de los Papas: la homilía diaria en Santa Marta y la entrevista personal o en grupo, sin guiones previos, sin acuerdos, sin revisiones; como decimos en el idioma español, ´a pecho descubierto´”.

"La forma de hablar del Papa, la claridad de su mensaje, la utilización de imágenes y de titulares" están alcanzando así "una difusión mundial". Y así, "asistimos a una novedad grande en el método de la comunicación de la Iglesia, y esto es una enseñanza fundamental para todos nosotros: los medios ya no marcan la agenda del Papa (lo que deba hablar o callar, etc.); por el contrario, es el Papa el que marca la agenda a los medios". Una "lección de comunicación" de Francisco, "aunque él no tenga conciencia alguna de ello".


Monseñor Munilla destaca que "el secreto último del carisma comunicativo" del Papa es, en primer lugar, "su coherencia y autenticidad": sus palabras "se plasman en sus obras y en su vida". A esto se añaden "la valentía" y "la transparencia", frente al "silencio obstinado de otros tiempos", con consecuencias devastadoras, por ejemplo, en el caso de los abusos.

Todo esto no supone en Francisco, una estrategia de marketing o una "táctica proselitista": "Actúa así porque es así".

Además está, por supuesto, el lenguaje: "Su éxito de comunicación se debe en buena medida a su expresión, a medio camino entre el lenguaje kerigmático y el catequético. Sus palabras son sencillas, coloquiales; basadas en imágenes de gran impacto expresivo que no pueden ser casuales, sino que brotan primero de la oración y después del deseo de hacerse entender". "No necesita intérpretes", ni diccionarios, ni teólogos que interpreten.

En resumen, "el vicario de Cristo en la tierra está llamado a comunicar a todo el mundo que Jesucristo es la única razón de ser de la Iglesia, además de ser también la respuesta al deseo humano de verdad, bondad y belleza. Esta perspectiva cristocéntrica, unida a su celo apostólico, conforma y determina en gran medida la comunicación en el Papa Francisco".

Pincha aquí para leer el texto íntegro de la comunicación del obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.