El sacerdote Juan Antonio Menéndez Fernández, de 56 años, recibió la ordenación episcopal el sábado 8 de junio a las doce del mediodía en la catedral de Oviedo. A partir de ese momento se convirtió en obispo auxiliar de Asturias, región donde siempre ejerció su ministerio sacerdotal. 

Nacido en Villamarín de Salcedo (Grado) y ordenado sacerdote en 1981, fue cura en Cangas del Narcea, Teverga y Oviedo, pero también vicario general de la diócesis. En la actualidad es vicario episcopal para Asuntos Jurídicos y párroco de San Nicolás de Bari, Avilés. Allí fue destinado para dar continuidad a las tareas y al colegio que el veterano sacerdote Ángel Garralda puso en marcha hace décadas.  

Le entrevistó J. Morán en La Nueva España.


-Hay una persona muy disgustada con su nombramiento.
-¿Ah sí?


-No está disgustado, lo que pasa es que está preocupado por el futuro de la parroquia, porque la quiere como a su propia madre.

-No creo que en el momento del destino a Avilés el arzobispo hubiera configurado una terna para pedir obispo auxiliar. No creo que en ese momento hubiera pensado ni en mí ni en nadie. Fui a Avilés con la intención de quedarme allí todo lo que me restase de vida.

-Sí, fue por petición mía. Al llegar don Jesús como arzobispo yo estaba de párroco en San Antonio de Padua (Oviedo), y muy contento. Creo que los cargos de gobierno tienen su tiempo y yo llevaba diez como vicario general. Por eso le pedí a don Jesús dedicarme a la parroquia. Después él me nombró vicario para los asuntos jurídicos para ayudar con mi experiencia.

-En aquel momento era vicario general, párroco y tenía obligaciones familiares con mi padre, ya mayor. Me parecía que no podía llevar a cabo la presidencia del cabildo con la dignidad que se merece y se lo comuniqué al arzobispo.

-Mi compañero Jorge es un excelente sacerdote y nos une muchísima amistad. Creo que nuestra experiencia, ya de unos treinta y pico años como sacerdotes, puede ser buena para la diócesis, junto a la experiencia de don Jesús.

-Como había sido nombrado tan recientemente, me dijo: «Está usted fresquito como una lechuga». También me dijo que confiara en Dios, que no tuviera miedo y que adelante.


-¿A una qué?


-¿Qué es eso?

-Como siempre he estado muy alejado de todas estas cosas, no tengo ninguna. En eso tengo libertad.


-No tengo ni idea. Ni busqué ni pretendí nunca el nombramiento. Simplemente las circunstancias son las que son y lo acepto como un servicio a la Iglesia, y con mucho miedo y temblor por la responsabilidad que supone.

-Cuando llegué a la vicaría general me venían muchos problemas de tipo canónico. En el Seminario no tuvimos esta asignatura porque estaba modificándose el Código de Derecho Canónico. Me di cuenta de que tenía que hacer algo en ese sentido y don Carlos Osoro me autorizó a estudiarlo.

-El Derecho Canónico fue denostado en otros tiempos, pero ahora se ve que es muy necesario, incluso en su parte de sanciones y procesos. Por no haber usado en su día el Derecho Penal de la Iglesia hemos sufrido mucho por los asuntos de abusos por parte del clero. El Derecho Canónico no es una ley opresora, sino que es necesario para mantener la comunión y la justicia y defender la verdad. Las normas facilitan la vida en común. Si no, se erigen las personas en legisladores y al final atan verdaderos fardos a la gente.

-Esos estatutos fueron aprobados canónicamente por el arzobispo, por tanto tienen validez. Hay muchas asociaciones que tienen doble estatuto, el canónico y el civil. Lo normal es que las asociaciones de fieles tengan el reconocimiento, primero, canónico, y después el Ministerio de Justicia los reconozca civilmente. El cambio de estatutos puede servir para aquellas personas católicas que quieran formar la asociación pública de fieles de la Balesquida.


-Me dicen que soy un hombre pacífico y que infundo paz. Es más un don de Dios que fruto de mi tesón. He tratado siempre de ser respetuoso con las personas, salvo que alguna vez me haya podido cabrear. Trato de respetar y de escuchar. En cuanto a defectos, quizá la excesiva prudencia me lleve a ser lento en tomar decisiones y me cuestan mucho, sobre todo cuando son decisiones que afectan a personas. Es mi verdadera cruz tener que corregir a una persona.


-Por una parte, la buena «dicción» que tiene el arzobispo en cuanto a su magisterio nos está haciendo un gran bien. Sus cartas pastorales y sus escritos se leen con gusto y sus homilías son enjundiosas. Ha visitado a todos los sacerdotes y ha serenado muchos ánimos, ha disipado muchas dudas y en ese sentido ha hecho una gran labor. Y haber concluido el sínodo y estar preparando un plan pastoral me parece un compromiso con la evangelización.


-Bueno, es posible porque es un hombre muy formado y preparado teológicamente, que maneja varios idiomas y tiene una inteligencia muy ordenada.

-Tiene muchos compromisos y, entre otros, es comisario pontificio de Lumen Dei. Quiso dejarlo al venir a Asturias, pero no ha sido posible. El Santo Padre y las congregaciones del Vaticano reclaman su presencia y él no viaja por placer, sino por necesidad. Probablemente sea esa una de las razones por las que le concedieron un obispo auxiliar.

-No estoy muy enterado de los detalles y no puedo entrar en el caso, pero la moral católica lo que dice es que hay que respetar la vida y fundamentalmente la vida del no nacido, y entre la vida de la madre y la del niño se prefiere la del niño.

-Hombre, ciertamente conflicto existe porque el marido querrá a su esposa. Son casos muy extremos y muy difíciles, pero la norma no es dura, sino que es precisamente para defender a los débiles, porque si no fuera así los débiles irían a la basura.

-Si la oposición al Gobierno no da otros argumentos de más sustancia, me parece que tiene muy poco peso. Se ha hecho justicia porque eso estaba en los acuerdos Santa Sede-España.

La asignatura de Religión es optativa y para el creyente es fundamental y evaluable. Para la persona creyente la religión es como la médula espinal, de modo que de ahí parte todo y lo demás está iluminado por la fe.

La persona ha de conocer su fe desde el punto de vista cultural y en relación con otras filosofías y creencias. Esto es justo para todas las religiones. Y si se quiere una educación integral, han de desarrollarse todas las cualidades y todas las facetas de la persona, y la dimensión espiritual no es menor que las demás. Y si cada uno no estudia su religión, su filosofía o aquello en lo que cree es imposible el diálogo entre las personas, que siempre será en falso.


-El mensaje lo tiene que dar el pastor diocesano, que es el arzobispo. Lo único que puedo decir es que nuestra Iglesia tiene vitalidad pastoral y que este nombramiento de obispo auxiliar en uno de los hijos del presbiterio diocesano es un signo de esa vitalidad. No estamos tan mal como a veces creemos.