En 1971, cuando nadie usaba la frase "sin fronteras", nació en Zamora un movimiento de animación e impulso misionero llamado Cristianos sin Fronteras (www.csf.es), que hoy está presente en 20 diócesis de España. Es difícil calcular cuántos jóvenes vieron crecer su vocación misionera en las actividades de Cristianos sin Fronteras, pero no hay duda de que fueron muchos.

Su cofundadora, la Hija de la Caridad Carmela Suances, ha fallecido este fin de semana y muchos recuerdan su aportación enamorada de las misiones.

Nació en Sotobañado de Boedo, Palencia. Un hermano de su abuelo era misionero claretiano en Brasil y contagiaba su amor misionero a la familia. Se hizo Hija de la Caridad e hizo su profesión en 1954 en Zamora, donde también estuvo su primer destino, el Colegio de la Milagrosa. Allí ya comenzaba su entrega a la animación misionera, creando con otras religiosas los Cursillos de Misionología, para formar a las niñas en el amor por las misiones.

Su siguiente destino fue Sevilla, donde además estudió en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. En el verano de 1966 partió para Burgos, donde preparó y puso en marcha una Exposición Misional sobre el Decreto Ad gentes, el documento misionero del Vaticano II que acababa de ver la luz. Allí participó, junto con Sor Rosario Álvarez, en las Semanas Españolas de Misionología y se encontró en el Seminario de Misiones con el padre Valdavida. La insistencia de este sacerdote burgalés en que la misión era posible para los jóvenes, cambió la vida de ambas.

Ellas fueron las impulsoras en 1971 de unos grupos misioneros con jóvenes. Pidieron a los jóvenes asistentes un nombre: uno de ellos fue quien propuso “Cristianos sin Fronteras”. Sus ideas: no encerrarse, salir a la calle, dar la cara, servir a la comunidad...

Ella escribiría: "Fue el primer trabajo pastoral en comunión nunca experimentado antes. Aquella “sala de profesores” del Colegio, Sor Teresa, tantas hermanas, los profesores de otros centros, monseñor Buxarráis, que venía después de haber estado cooperando como sacerdote en Chile. Todo fueron gracias. La primera Vigilia de la Luz, con el primer “Mensaje” anunciador del Día de los misioneros diocesanos lo tuvimos en la Catedral de Zamora. ¡Cómo lo habíamos preparado con el trabajo y la creatividad de todos!"

Más adelante fue enviada a Madrid a poner en marcha el Departamento de Misiones de las Hijas de la Caridad, que había que crear. Toda su vida -ha muerto con 98 años- se volcó en acercar la misión a jóvenes y no tan jóvenes, recordando el mandato de Jesús: “id y evangelizad a todos los pueblos”.