Xavier Novell, obispo de Solsona ha concedido una entrevista a Pepe Ballester, del prestigioso semanario Alba, que dirige con tanto acierto Gonzalo Altozano.

Novell fue de los primeros en defender públicamente con decisión y valentía al obispo Reig, tras sufrir una campaña mediática por parte del colectivo gay.

"No ha supuesto ningún problema -dice el prelado catalán-. No tenía intención de salir a defenderle. ¿Quién soy yo? Que lo defienda su metropolitano o el presidente de la Conferencia episcopal. Pero si me preguntan -como fue el caso-, le defiendo".

"Se han cebado con él; Reig tiene razón. El lobby gay, cada vez que la Iglesia habla sobre este tema, independientemente de lo que digamos, va a por nosotros. Porque somos la última y única institución que resiste a su proyecto ideológico".

Sobre la dichosa crisis económica, Novell tiene su fórmula para salir de ella: "La única solución es una sociedad que, imitando la propuesta cristiana, -la que emana de la Doctrina Social de la Iglesia-, acepta trabajar más por menos, entregar más y renunciar a la codicia y al egoísmo para vivir dando lo mejor de uno mismo".

"Según los círculos de opinión del mundo secularizado, la Iglesia, para no caer en la irrelevancia social, ha de adaptarse a lo que piensa el mundo. Pero no va a decir lo que la gente quiere escuchar, sino lo que el Señor quiere comunicar a su pueblo. La Iglesia no puede pretender mantener gente siendo infiel a sí misma; se hundiría en su propia falsedad".

"Nuestra predicación ha de poner el dedo en la llaga. Sin embargo, acusar a una persona no es correcto desde un punto de vista pastoral. ¿Quién eres tú para saber la situación moral de una persona? Uno puede deducir por los actos externos, de acuerdo; pero si la persona se abre y admite su situación, tiene que haber una palabra verdadera dicha con caridad. Acusar no es lo que hacía Jesús".

"Sí, se evangeliza mejor con alzacuellos a pesar de que el hábito no hace al monje. En primer lugar, cuando uno viste de sacerdote, da una imagen de pertenecer a la Iglesia; en segundo lugar, al hacerlo no predicas sus ideas, sino lo que propone la Iglesia; en tercer lugar, se ve que es alguien escogido por Dios y enviado a una misión. Sin olvidarse del decoro: el vestido eclesiástico presenta correctamente a los sacerdotes ante la sociedad".