Fue hace dos meses. José Antonio Larrasoaña Zunzarren, policía pamplonés de 57 años, estaba jugando al golf cuando sufrió un infarto. Admite al diario Navarra.com que, aunque siempre había sido muy deportista, últimamente realizaba más ejercicio e incluso  cada día hacía un deporte diferente. En este caso, dice, "me pasó jugando al golf. Y al final, te cambia la vida".

Como deportista, la Javierada no era nueva para él. De hecho, reconoce hacerla cada año con sus amigos desde Noáin. Estar recuperándose de un infarto no impidió que llevase a cabo su rutina de acudir al santo, quizá con más motivo si cabe en esta ocasión, aunque recorriendo menor distancia. Concretamente recorrió los 17 kilómetros que separa Javier de la Foz de Lumbier, pasando por Liédena o Yamaguchi.

Admite que en el plano anímico, su situación "es dura" por los "miedos e incertidumbres", pero sabe que tiene que hacer "vida normal", aunque sea "poco a poco".

"Por eso hoy quería tener este día distinto y más de recogimiento. Es una ocasión de agradecimiento a la vida y a los servicios de salud que se portaron muy bien", comenta. Con todo, parece tener la situación controlada: "En este caso no tengo incertidumbre porque son distancias que controlo, otras veces llego más cansado a esta parte".

"Cuando te pasa esto, al principio piensas que nos vas a poder hacer deporte, ahora lo veo con otra visión porque veo que el cuerpo se está recuperando", agrega.

"Todos iguales ante Dios"

Larrasoaña es solo uno de los 5.600 peregrinos que han asistido este domingo a la misa de la primera Javierada del año. Presidida por el recién nombrado arzobispo de Pamplona, Florenció Roselló, la misa fue la nota final de un fin de semana "sin incidente de seguridad ciudadana" y "con absoluta normalidad", según la Guardia Civil, con cerca de 1.000 coches y 36 autobuses.

Los peregrinos, durante la homilía en la primera javierada del obispo de Pamplona y Tudela,  Florencio Roselló. 

El obispo comenzó dirigiéndose a los miles de peregrinos remarcando que su destino, Javier, "une y hace iguales a todos ante Dios. En Javier nadie es más que nadie".

También hizo referencia a la que es su primera Javierada "en todos los sentidos, como creyente, como peregrino y como obispo, y creedme que impresiona".

"Desde diciembre, cuando llegué por primera vez a conocer la diócesis, una realidad constante eran las Javieradas. Ya desde el día de mi ordenación episcopal, el pasado 27 de enero, me encomendé a San Francisco Javier para que acompañase mi ministerio episcopal. Y hoy lo vuelvo a hacer también. Delante de todos vosotros pido al santo que sea mi compañero de camino en mi peregrinar por esta diócesis", resaltó.

El obispo explicó que la Iglesia "de esta época, como la Iglesia de la época de San Francisco, está llamada a ser misionera" y los fieles no pueden "permanecer en la comodidad" de los "pequeños grupos de fe que se encierran en sí mismos y se dicen 'qué bien se está en este grupo', 'qué bien estamos en esta parroquia'. O salimos, o somos misioneros, o el evangelio se apaga, la palabra de Dios se silencia y la Iglesia se empobrece", advirtió.

También destacó que si al vivir de manera poco digna, evitamos la luz, es "porque nos sentimos mal ante Dios. No queremos mirar al Crucificado. La cruz de Jesús nos delata cuando nuestra vida no es conforme al evangelio. Por el contrario, el que realiza la verdad se acerca a la luz. No huye a la oscuridad. No tiene nada que ocultar. Busca con su mirada al Crucificado. Él lo hace vivir en la luz". 

Una Iglesia peregrina y que arriesga

Semejante llamado realizó el obispo ante las dificultades, afirmando que, aunque sean muchas, "no podemos adoptar una actitud de queja, de lástima, de derrota. Hemos de ser una Iglesia peregrina, que sale de la parroquia, de la zona de confort y se arriesga por conocer la verdad. Y esa verdad es Jesús, que hoy queremos anunciarlo a través de nuestra peregrinación y por medio de nuestro santo San Francisco Javier".

Roselló destacó que peregrinar a Javier no solo es "salir de nuestras iglesias, de nuestras parroquias", sino también "descubrir los nuevos rostros necesitados en los que se encarna Jesús, y es hacer sus causas nuestras causas. Javier no es un paseo, es más que una marcha y un día de excursión, Javier debe ser un camino penitencial de cuaresma que me lleva al compromiso y a la solidaridad con los nuevos cristos de hoy, que llevan nuevas cruces pintadas de pobreza y de exclusión", ha señalado.

Reiteró que "estas cruces que hemos portado y este vía crucis que hemos celebrado no son adornos o evocaciones de una historia del pasado, la cruz es una llamada del Dios de la vida a que seamos vida para nuestros semejantes".

La misa concluyó con el agradecimiento del obispo a los peregrinos por su presencia y, especialmente, "por aguantar. Realmente es para mí un testimonio. Que tengamos buen regreso, id con cuidado porque espero volver a veros el año que viene. Agradecer también a los voluntarios que están por aquí organizando. Gracias a todos. Que el espíritu de Javier lo vivamos, desde ahora mismo, en los lugares de origen".