Un total de 950.000 personas residentes en España recurrieron al Servicio de Atención Primaria de Cáritas en 2010 para cubrir sus necesidades básicas, sobre todo de alimentación, 550.000 más que hace tres años, según el VI Informe del Observatorio de la Realidad Social sobre el impacto de la crisis en la red confederal de Acogida y Atención Primaria de Cáritas.

Concretamente, de las 950.000 personas, 300.000 acudieron por primera vez a Cáritas afectadas principalmente por el paro creciente, siendo, en la mayor parte de los casos, familias (74 por ciento), según ha explicado el coordinador del equipo de Estudios de Cáritas, Francisco Lorenzo.

Además, ha señalado que unas siete de cada diez personas que pidieron ayuda a Cáritas el año pasado (un 67 por ciento) venían derivadas de los servicios sociales municipales que, según los agentes de las Cáritas Diocesanas, ofrecen una atención primaria "de muy baja intensidad".

Entre las deficiencias de los servicios públicos, apuntan las prestaciones económicas insuficientes, la escasez de recursos humanos, los excesivos trámites burocráticos, las ayudas limitadas, la falta de tiempo para realizar un seguimiento personalizado y la respuesta insuficiente ante los problemas de desahucio.

Así, Lorenzo ha indicado que, mientras Cáritas tarda cuatro días para realizar la primera entrevista con la persona que pide la ayuda, en los servicios sociales públicos se demoran en casi un mes (25,9 días). Asimismo, ha apuntado que, mientras Cáritas da una respuesta efectiva en unos siete días, los servicios municipales tardan hasta 65 días.

En cualquier caso, el secretario general de Cáritas, Sebastián Mora, ha insistido en que el informe no pretende ser una "crítica" a las administraciones públicas sino "una llamada a la responsabilidad de las instituciones y organizaciones sociales y políticas" y ha subrayado que Cáritas busca asumir un papel de complementariedad y no de sustitución, como está ocurriendo, según afirman en el documento, en el 87 por ciento de las Cáritas Diocesanas.


Ante el incremento de solicitudes de ayuda, que ascendieron a 1,8 millones –se estima que unas dos peticiones por persona–, la labor asistencial de la Iglesia Católica ha duplicado sus inversiones destinadas a ayudas económicas a personas y familias hasta los 30 millones de euros.

De este dinero, el 42 por ciento se destinó el año pasado a alimentación, seguida de la vivienda a la que fue dirigido un 32 por ciento del total.

Atendiendo al perfil de los demandantes de ayuda, Lorenzo ha indicado que es el de ciudadanos que se han quedado en paro como consecuencia de la crisis y que se han convertido en "parados de larga duración, un grave problema de cronificación"; familias jóvenes encabezadas por cónyuges de entre 20 y 40 años con uno o dos hijos pequeños; jóvenes desempleados en busca de su primer empleo; y mujeres solas con carga familiar.

Estas personas, según se desprende del informe, se apoyan en primer lugar en sus familias, en segundo lugar, en los servicios sociales y en tercer lugar, en la economía sumergida.


Por otro lado, Lorenzo se ha referido al informe "El primer impacto de la crisis" de Miguel Laparra y Begoña Pérez Eransus, que surge de una encuesta realizada en 2007 a una muestra de la población española a la que se volvió a entrevistar en 2009 para ver el impacto de la crisis y que revela que en 2010 más de medio millón de hogares españoles no recibían ningún ingreso.

En esta línea, ha indicado que se ha incrementado la tasa de pobreza relativa en 1,3 por ciento; la tasa de pobreza severa en un 1,5 por ciento; la precariedad en cerca de un 9,5 por ciento; y la exclusión social en un 1,1, un incremento, a su juicio, "significativo por el breve periodo de tiempo" y que ha afectado en distintos procesos de exclusión a "cerca de un millón personas".

Finalmente, Sebastián Mora ha remarcado que la crisis está cambiando "profundamente" la vida de las personas y ha pedido a la sociedad una mayor colaboración a nivel de voluntariado como de aportación económica.

"Es una crisis antropológica que afecta a nuestra manera de relacionarnos, a nuestras estrategias de supervivencia, que está poniendo la preeminencia de la familia como facto esencial en la lucha contra la pobreza, pero sin duda, la crisis está cambiando la vida de las personas más pobres de una forma mucho más radical y de una manera muy injusta", ha remarcado.