Treinta y siete niños se educan hoy en la Abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, en la sierra de Madrid. Aunque la capacidad es para cincuenta, no siempre hay candidatos con los requisitos. Los benedictinos, cada año, recorren España para ofrecer una beca a niños con dotes musicales. Su Escolanía, desde 1958, ha alcanzado los más altos niveles de calidad y actuado internacionalmente. Casi mil alumnos, entre los que hay directores de conservatorios, creadores de grupos musicales o intérpretes en orquestas y coros.

Tres profesores que se ocupan má ;s directamente de la formación de estos niños han concedidos entrevistas a ZENIT: los padres Santiago Cantera, director académico; Francisco Vivancos, director general; y Laurentino Sáenz de Buruaga, director musical.

El padre Cantera señala que los estudios de los escolanes van desde cuarto de Primaria hasta segundo de Secundaria Obligatoria. Un equipo docente y unas directrices educativas completan la atención a la infancia que se forma en la Abadía. El padre Cantera asume otras tareas, se podría decir paterno-maternales, con estos chavales: vigilancia, llevarlos al médico, jugar con ellos, ir de expedición al monte, etc.

“La Escolanía absorbe mucho –declara el padre Cantera--, pero como constituye una verdadera familia, la verdad es que se hace muy a gusto y uno es consciente del bien que para el día de mañana se puede hacer con estos niños”.

El padre Laurentino –un histórico del lugar- relata cómo nació esta oferta educativa de los benedictinos en aquél entonces lugar solitario de peñas impresionantes, en los años en que todavía estaban recientes las heridas de una cruel guerra.

“Puede decirse que la Escolanía nace con la Comunidad benedictina que se hizo cargo de la Abadía de Santa Cruz del Valle de los Caídos, la cual vino el 17 de julio de 1958”, recuerda. Poco después de instalarse la Comunidad  y designados los cargos de los que cada monje debía responsabilizarse, el padre José Díaz de Tuesta, nombrado director de la Escolanía, se desplazó por diversas regiones de España en busca de niños con cualidades para la música y que quisieran formar parte de la misma.

La prisa por formar la nueva Escolanía se debía a que, en una de las cláusulas del convenio entre el Estado y la Abadía, se dice expresamente que, entre las obligaciones de la nueva comunidad, está “dirigir y adiestrar una escolanía que contribuya a la mayor solemnidad de las funciones litúrgicas”.

Los primeros escolanes, veintidós, que llegaron al Valle de los Caídos los días  10 y 11 de noviembre de 1958, eran de Asturias, Álava, Ávila, Burgos, Guadalajara, Guipúzcoa, León y Madrid. Pronto comenzó el padre Díaz de Tuesta las clases de música con los niños, organizando además los estudios académicos.

El primer padre abad Justo Pérez de Urbel, no muy entendido en el tema, dijo al director musical: “el día de la Inmaculada tienen que cantar en la misa los niños de la Escolanía”. No admitió excusas y as&í e; se hizo. El 8 de diciembre de ese año, se estrenó con un canto marial. En los años siguientes, en septiembre, ingresaban nuevos escolanes, hasta cuarenta o cuarenta y cinco niños.

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-¿Cómo se compagina la educación musical con la escuela y la vida de un niño al que le gusta jugar, aventurarse, disfrutar de un margen de libertad?

P. Francisco: Los escolanes cursan los mismos estudios que los demás niños de su edad y reparten su jornada entre los estudios académicos oficiales, con la ventaja de ser grupos reducidos (de cinco a catorce alumnos por clase) y actividades extraescolares, que en este caso es la música. Las clases del colegio tienen lugar por la mañana, interrumpiéndose para la celebración de la Santa Misa, que cantan diariamente a las 11:00 horas, en canto gregoriano, en la basílica de la Santa Cruz junto a la Comunidad de monjes benedictinos, con asistencia de numerosos fieles. Las tardes las dedican a los estudios musicales: lenguaje musical, instrumento, música de cámara y sobre todo al canto coral, poniendo especial énfasis en el aprendizaje del canto gregoriano por ser la especialidad de la Escolanía. Hay que decir que nuestra Escolanía es la única del mundo que canta diariamente este canto en la celebración de la Eucaristía.

Como es evidente, los niños también gozan de un tiempo de recreo para la expansión del cuerpo y del espíritu. El arco no puede estar de continuo tenso ya que se aflojaría o se rompería, por lo tanto es necesario buscar siempre un justo equilibrio.

Al tratarse de una Escuela Monástica, dentro del horario del escolán hay varios tiempos del día para la oración comunitaria, en la que, además de dar gracias a Dios, los escolanes piden al Señor por las intenciones que nos llegan de muchas personas.

Los sábados por la tarde tienen un recreo de cerca de cuatro horas que aprovechan para jugar un partido de fútbol y hacer excursiones por la montaña si el clima lo permite; de lo contrario ven cine, hacen cabañas en una zona de los jardines privados u otras actividades. Y por fin llega el día más esperado, el domingo, el día del Señor. Como niños que son están deseando que al término de la Santa Misa, que ese día adquiere una especial solemnidad, puedan estar todo el día con sus familias. Los de cerca van a casa y los de lejos salen a visitar los alrededores. Es la coronación de una semana bien intensa. Es precioso ver el clima de amistad, confianza y cariño que existe entre los escolanes. Realmente llegan a ser como una familia.

--¿Cómo se seleccionan?

P. Francisco: Desde enero hasta mayo dos monjes visitan colegios de diversas provincias y prueban a los alumnos de los cursos de 3º, 4º y 5º de Educación Primaria. Se les hace una prueba de canto, normalmente cantan el villancico “Campana sobre campana”, que es el que suelen saber, y a los que tienen buen oído y buena voz se les invita a pasar unos días en verano en la Escolanía donde se presentarán a las pruebas de acceso. Se les examina de conocimientos académicos y aptitudes para la música, voz y oído, y la convivencia. Deberán superar los tres exámenes para poder ingresar en la Escolanía y beneficiarse de una beca que les ayudará a costearse la mayor parte de los estudios y residencia, ya que todos son internos. A los seleccionados y a sus padres les corresponde decidir si ingresan al curso siguiente, es decir, dos meses después.

-¿Qué relación existe con las familias?

P. Francisco: La relación del Equipo Directivo, que lo forman los monjes directores de las diversas áreas (general, académico y musical), con las familias de los escolanes, al ser un número tan reducido, es una relación de cercanía que da pie a formar una única y gran familia, ya que la confianza que se llega a adquirir es muy grande. De hecho, una vez terminados los estudios en la Escolanía seguimos teniendo contacto con los antiguos escolanes y sus familias.

Con los profesores tienen varios encuentros durante el curso para conocer el progreso de sus hijos en los estudios y en la música. Semanalmente, uno de los directores está a disposición de los padres para cualquier consulta, sea sobre su hijo o cualquier tema que ellos quieran tratar.

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Cerca de un millar (985) ni&nt ilde;os han pasado por la Escolanía, en 52 años --relata el padre Laurentino--. Han sido, en general, niños de clase humilde, que gracias a becas del Patrimonio Nacional pudieron prepararse para realizar estudios superiores. Casi un 40% hicieron estudios universitarios, sobre todo en los últimos veinte años. Aunque un 20% siguió estudios musicales hasta el grado medio, tuvo que interrumpir el estudio de la música para seguir estudios universitarios y sólo un 10% terminó los estudios superiores de música, ejerciendo en la actualidad como profesores y en varios casos como directores de conservatorios y escuelas de música. Otros, además de la profesión que ejercen, formaron grupos corales o se unieron a ellos como intérpretes o cantores.

Entre 1959 y 1963, destaca un repertorio de carácter folklórico, tanto en recitales como en las numerosas grabaciones discográficas de esta época, realizadas para Columbia y Fonópolis, y la formación de una Rondalla que interpretaba obras populares.

Entre 1964 y 1969, se orientó a la música medieval catalana y lasCantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio, obras de Victoria y Palestrina, responsorios del P. Casanovas (maestro de capilla de Montserrat del siglo XVIII), el Stabat Mater de Pergolesi, etc.

Uno de los acontecimientos más significativos fue la gira artística realizada en Japón en junio y julio de 1966: la Escolanía dio 34 conciertos, algunos de ellos televisados, y la expedición fue recibida en el palacio de Togu por los príncipes herederos Akihito y Michiko (actuales emperadores) y por el primer ministro; el programa constaba de tres partes: clásica, una intervención de la rondalla y canciones populares españolas.

En est os años pasaron solistas de gran calidad por la Escolanía y se llevaron a cabo dos célebres grabaciones para Hispavox y Erato:Música en Cataluña hasta el siglo XIVy las Cantigas de Santa María del Rey Alfonso X el Sabio, ambas de 1968. Estos discos recibieron el Gran Premio de la Academia Charles Cros de París, en 1972.

Diez años después de su creación, la Escolanía había alcanzado no sólo una considerable reputación, sino también una notable madurez.

Entre 1969 y 1980, se estableció que los escolanes se examinaran al final de cada curso de solfeo y conjunto coral por libre, en el Conservatorio de Madrid. En este decenio, la Escolanía llevó a cabo una amplia actividad concertística en ciudades de España,  y actuó con otros coros de prestigio, como elMonteverdi Ch oir and Ensembley la Orquesta y Coro Nacionales de España.

Entre 1980 y 2000, se produjo la estabilidad deseada dentro de la especialidad polifónica. El buen trabajo vocal y la calidad de los solistas hizo posible que en septiembre de 1981 se llevara a cabo una de las más importantes giras internacionales en Francia y Suiza.

El programa incluyó el estreno escenificado de los Villancicos del P. Antonio Soler (1729-1783), monje jerónimo del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, proyecto de la asociaciónTrésors Retrouvés de París, en coproducción con Radio-TV de Suiza e Italia.

En los años 80, se desarrolló una amplísima actividad concertística por toda la geografía española. Los programas solían constar de dos partes: la primera, monódica, con canto gregoriano y mozárabe; la segunda, con polifonía diversa, depe ndiendo del escenario y la temporada.

A partir del curso 1982-83, se estableció una importante relación con el Conservatorio profesional P. Antonio Soler en San Lorenzo de El Escorial, recién creado, y desde el curso 1984-85 se estableció por vez primera la enseñanza instrumental en la Escolanía.

El comienzo de los años 90 estuvo marcado por nuevas e importantes giras, en Francia:XVe Festival International de Musique Sacrée “Abbaye de Sylvanès” y grabación de los villancicos del P. Soler (Jade), festival coral internacional de Brive, Festivales de Cahors, Argelès sur Mer y el 27e Festival de la Chaise Dieu. En Portugal: XXI Festival de Música da Costa do Estoril (julio de 1995); y en el 47 Festival Internacional de Música y Danza de Granada (junio de 1998). En este último, dedicado a “las músicas de Felipe II”, se interpretó la Misa de Nuestra Señora a 4 voces de Fray Martín de Villanueva (1605), junto a Schola Antiqua, dirigidos por Juan Carlos Asensio (grupo coral de antiguos escolanes del Valle de los Caídos).

En el verano de 2000, se llevó a cabo una necesaria renovación de cargos en la Escolanía, debido a la avanzada edad del equipo de monjes. Para la dirección musical, ahora concebida de una forma global, se nombraba al padre Juan Pablo Rubio Sadia, antiguo escolán, en cuyo período hubo actuaciones destacadas en Francia y Bélgica, y lo concluyó con tres conciertos benéficos en Tierra Santa a favor de los cristianos de allí. En 2008, el padre Laurentino Sánez de Buruaga volvió a hacerse cargo de la dirección musical.

Por Nieves San Martín