Santiago (4,1317)

Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». Y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.

Sal 48,2-3.6-7.810.11

Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos


Oíd esto, todas las naciones; 
escuchadlo, habitantes del orbe: 
plebeyos y nobles, ricos y pobres. 

¿Por qué habré de temer los días aciagos, 
cuando me cerquen y acechen los malvados, 
que confían en su opulencia 
y se jactan de sus inmensas riquezas? 

Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate. 
Es tan caro el rescate de la vida, 
que nunca les bastará 
para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. 

Mirad: los sabios mueren, 
lo mismo que perecen los ignorantes y necios, 
y legan sus riquezas a extraños. 

Evangelio según san Marcos (9,38-40)

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros.» 

Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está a favor nuestro.»