Hechos 6,815

En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Indujeron a unos que asegurasen:
- «Le hemos oído palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.»
Alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas, agarraron a Esteban por sorpresa y lo condujeron al Sanedrín, presentando testigos falsos que decían:
- «Este individuo no para de hablar contra el templo y la Ley. Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret destruirá el templo y cambiará las tradiciones que recibimos de Moisés.»
Todos los miembros del Sanedrín miraron a Esteban, y su rostro les pareció el de un ángel.

Sal 118,23-24.26-27.29-30

Dichoso el que camina en la voluntad del Señor.

Aunque los nobles se sienten a murmurar de mí,
tu siervo medita tus leyes;
tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros.

Te expliqué mi camino, y me escuchaste:
enséñame tus leyes;
instrúyeme en el camino de tus decretos,
meditaré tus maravillas.

Apártame del camino falso,
y dame la gracia de tu voluntad;
escogí el camino verdadero,
deseé tus mandamientos.

Evangelio según San Mateo 13,54-58

En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada:

-¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?

Y desconfiaban de él.

Jesús les dijo:

-Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.

Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe.