Evangelio según san Lucas (11,37-41)


En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. 

Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo:

"Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. ¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo.»



Espíritu Santo, 
perfecciona la obra que Jesús comenzó en mí.
 
Apura para mí el tiempo de una vida llena de tu Espíritu.
Mortifica en mí la presunción natural.
Quiero ser sencillo, lleno de amor de Dios y constantemente generoso.
 
Que ninguna fuerza humana me impida hacer honor a mi vocación cristiana.
 
Que ningún interés, por descuido mío, vaya contra la justicia.
Que ningún egoísmo reduzca en mí los espacios infinitos del amor.
 
Todo sea grande en mí. También el culto a la verdad 
y la prontitud en mi deber hasta la muerte.
 
Que la efusión de tu Espíritu de amor venga sobre mí, sobre la Iglesia y sobre el mundo entero.


San Juan XXIII