Evangelio según san Juan  3, 1317


En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:

«Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre. Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.»



Señor Jesús, postrado ante tu infinito amor, al contemplar tus brazos extendidos en la cruz, muestra divina de tu entrega real y total al plan de salvación, creo y confío en que me ayudes a profundizar en esta verdad y me llenes de tu amor para poder darte a los demás, con mi testimonio de vida.

Jesús, te pido me ayudes a ver que desde la cruz tu sigues pidiendo por mi, me sigues perdonando, y te entregas por mi salvación.