Evangelio según san Marcos 10, 112



En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba.

Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?»

Él les replicó:

«¿Qué os ha mandado Moisés?»

Contestaron: «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»

Jesús les dijo:

«Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»

En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.

Él les dijo:

«Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
 



Señor Jesús, cuando nos guía nuestra terquedad podemos llegar a suprimir tu ley, dando justificaciones que no valen.

Queremos encomendarte a todas las personas que han pasado por el divorcio. Consuela y bendice a todos los niños que sufren la separación de sus padres.

Ven en nuestro auxilio, Señor; manda a tus ángeles a que nos defiendan de esas ideologías más diabólicas que humanas y que en absoluto buscan el bien verdadero de las personas.

Dios nuestro, date prisa en socorrernos y líbranos de estos errores.