Evangelio según san Lucas 9, 7-9

En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Herodes se decía:
-«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?»

Y tenía ganas de ver a Jesús.


Santísima Virgen María de la Merced, madre de los pobres y modelo de los que sufren persecución por amor y fidelidad a la Iglesia, escucha nuestras humildes súplicas por la Iglesia perseguida y por nuestros hermanos pobres a fin de que no sólo no desmayen en la lucha, ni vacilen en la fe, sino que experimenten los consuelos que reservas a los que perseveran fieles a las enseñanzas del Evangelio.
Concédenos, Madre, un corazón generosos para saber perdonar y para poder trabajar con firmeza y perseverancia en la construcción de una civilización nueva donde sea posible vivir con alegría sirviéndonos mutuamente y amándonos como Jesús nos amó.
Amén.