Los obispos estadounidenses no tardaron en responder a la orden ejecutiva firmada solemnemente por Joe Biden el viernes para promover el aborto en el país con todos los medios que pone a su alcance la Adminstración. Aunque reconoció que no puede impedir la legislación provida que va entrando en vigor tras la revocación de Roe vs Wade, se comprometió a facilitar a las madres el acceso a medicación abortiva e incluso a clínicas móviles desplazadas hasta la frontera de los estados que limitan o prohíban el aborto.

Este sábado, la conferencia episcopal difundió un comunicado del arzobispo de Baltimore, William Lori, quien es también presidente del comité de actividades provida del episcopado, donde consideraba "profundamente perturbador y trágico" que Biden "utilice su poder como presidente de los Estados Unidos para promover y facilitar el aborto en nuestro país, buscando toda forma posible para negar a los niños no nacido su derecho humano y civil más básico, el derecho a la vida".

"En vez de utilizar su poder ejecutivo para incrementar el apoyo y la atención a las madres y sus hijos, la orden del presidente pretende solo facilitar la destrucción de seres humanos indefensos y sin voz", lamentan los obispos por boca de su portavoz en esta cuestión.

"Imploro al presidente", concluye monseñor Lori, "que abandone este camino que conduce a la muerte y a la destrucción y que elija la vida. Como siempre, la Iglesia católica sigue dispuesta a colaborar con esta Administración y con todos los representantes públicos para proteger el derecho a la vida de todo ser humano y asegurar que las madres embarazadas o que ya han dado a luz reciben pleno apoyo en el cuidado de sus hijos antes y después del nacimiento".

¿Puede comulgar quien moviliza todo su poder para la realización de abortos concretos?

El comunicado no menciona sin embargo si esta orden ejecutiva introduce algún elemento nuevo o decisivo en la gran cuestión que se le plantea a los obispos estadounidenses: cómo afectan las decisiones que toma a la propia situación espiritual de Biden, católico practicante.

En el acto en el que firmó la orden ejecutiva a favor del aborto, Biden dijo algo más. En alusión a las elecciones legislativas de noviembre, que según las encuestas podrían dar mayoría en ambas cámaras a los republicanos (casi todos ellos, candidatos con respaldo expreso de Donald Trump), señaló que podría intentarse entonces ilegalizar el aborto en todo el país. 'Les voy a decir algo' advirtió: 'Mientras yo sea presidente, eso no sucederá, porque lo vetaré'.

Ya no se trata de declaraciones a favor del aborto o de leyes que lo permitan, lo cual ya es incompatible con los principios innegociables que señaló Benedicto XVI como exigibles a un político católico. La orden ejecutiva firmada el viernes da un paso más, pues implica una movilización de recursos públicos para la colaboración directa en la realización de abortos concretos: por ejemplo, en un abortorio desplazado al efecto para que una madre de un estado provida pueda abortar en un estado abortista limítrofe. ¿Puede comulgar alguien en estas circunstancias?

El Código de Derecho Canónico, en su canon 1398, establece que "quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae". La mayoría de los canonistas,  siguiendo los principios generalmente asumidos del derecho penal, interpretan "procurar" en sentido restrictivo. Es decir, la excomunión solo afectaría a los directamente intervinientes en cada aborto específico. Los legisladores, según esa interpretación, se limitan a amparar jurídicamente hechos que no cometen. ¿Cambia esta consideración una orden ejecutiva de colaboración concreta en abortos que, en origen, no se celebrarían por ser ilegales?

En cualquier caso, la prohibición de dar de comulgar a los políticos abortistas, que el cardenal Joseph Ratzinger, cuando era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, recordó a los obispos estadounidenses en una carta de 2004, no tiene que ver con una hipotética excomunión, sino en la "persistencia obstinada en un pecado grave manifiesto".

Posiciones contrapuestas

El arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, ya resolvió esa cuestión para Nancy Pelosi, fiel de su diócesis en cuanto representante por California, al anunciar que no puede hacerlo mientras no se retracte públicamente de su apoyo al aborto.

Pero el pastor diocesano de Biden, residente en Washington, D.C., es el arzobispo Wilton Gregory, que tiene otro punto de vista. Cuando en septiembre del año pasado, a preguntas sobre la cuestión, el actual ocupante de la Casa Blanca afirmó no creer que la vida humana comienza en el momento de la concepción, monseñor Gregory fue tajante: "La Iglesia católica enseña y siempre ha enseñado que la vida humana comienza en la concepción, así que el presidente no está demostrando seguir la enseñanza católica".

Sin embargo, el prelado ya había dejado muy claro, nada más llegar Biden al poder, que no pensaba negar la comunión a ningún político aunque facilitase el aborto mediante una ley federal o el presupuesto público. 

Es la postura mantenida por el Vaticano, que disuadió al episcopado estadounidense de adoptar una posición colectiva negando la comunión a los políticos que favorezcan el aborto. El 4 de julio, la agencia Reuters entrevistó a Francisco y le preguntó por la decisión de Cordileone. La respuesta ofrece pocas dudas: "Cuando la Iglesia pierde su naturaleza pastoral, cuando un obispo pierde su naturaleza pastoral, esto provoca un problema político. Esto es todo lo que puedo decir".

Según Biden, el mismo Papa le confirmó en octubre, tras recibirle en el Vaticano, que es "un buen católico" y puede seguir comulgando, como de hecho hizo durante ese viaje en una parroquia romana. La misma Pelosi comulgó el 29 de junio en la basílica de San Pedro, en una misa en la que participó Francisco, aunque no dio de comulgar.