Según las últimas noticias, la sustitución de las asignaturas de Educación para la Ciudadania por una asignatura de Educación Cívica parece inminente:
La asignatura Educación para la Ciudadanía tiene los días contados aunque no terminará de desaparecer de entre las asignaturas que estudian los alumnos en algunos cursos de primaria y de la ESO. La tan controvertida iniciativa del anterior Gobierno socialista, criticada hasta la saciedad por el PP desde la oposición, lleva camino de transmutarse en una nueva asignatura, de enunciado parecido, Educación Cívica, y que, según afirman fuentes del Ministerio de Educación Cultura y Deporte,con menos, o ninguna, carga ideológica.
[...] cuyo contenido esté basado en el aprendizaje de los valores constitucionales y en el conocimiento de las instituciones españolas y europeas”.
La nueva Educación Cívica también tendrá como objetivo poner el acento en la herencia cultural común ”y de los valores básicos que configuran el modo de nuestra civilización occidental, evitando contenidos adoctrinadores”, como insiste el programa con el que el PP se presentó a las elecciones en el capítulo referido a la “Educación, camino de oportunidades”.
Vozpópuli
Vaya por delante que a mi no me gusta una sustitución, aunque es evidente que una formación sobre “los valores constitucionales y el conocimiento de las instituciones españolas y europeas” es una tendencia europea difícil de soslayar. Una formación que podía haberse impartido en España sin ningún recelo de no haber sido por su carácter evidentemente adoctrinador. Escaldados de Educación para la Ciudadanía, los padres objetores no podemos evitar un cierto recelo ante la asignatura sustituta.
Habrá tiempo para estudiar la propuesta y hacer una crítica fundada, si bien con la información disponible podemos adelantar algunos juicios:
Positivos:
  1. La celeridad con la que se está abordando esta reforma.
  2. El cambio de denominación, que no es cosa baladí: educación cívica denota una educación para la relación en la sociedad, mientras que educación para la ciudadanía evidencia una concepción que procura modelar a las personas para que alcancen su dimensión ciudadana que, para estas ideologías, constituye el más alto desarrollo posible de la persona, su plenitud, concepción tan legítima como discutible y que no debería haberse impuesto.
  3. La consideración de que los valores constitucionales y las correspondientes instituciones democráticas han de conocerse, en clara oposición a la educación para la ciudadanía que pretende que los ‘valores y derechos’ explicados se asuman como propios modificando las conciencias de los alumnos.
Dudosos:
  1. ¿Qué significa ‘con menos, o ninguna, carga ideológica‘? O se descarga de ideología en su totalidad o vulnerará la neutralidad ideológica y los correspondientes derechos paternos. Si el cambio es para aminorar o modificar su carga ideológica no habremos avanzado nada en el ámbito de las libertades.
  2. ¿Son conscientes de que el carácter ideologiuzante de Educación para la Ciudadanía está, no sólo en sus contenidos, sino primera y principalmente en sus objetivos y criterios de evaluación que pretenden la reconstrucción moral del alumno? A tenor del anterior punto 3 cabe albergar la esperanza de que en el Ministerio sean conscientes, pero este aspecto habrá de verse claramente modificado en su específica formulación.
  3. ¿Cuáles son los ‘valores básicos que configuran el modo de nuestra civilización occidental’? Esta puede ser otra gatera por donde se cuele el adoctrinamiento si no se limita su extensión y profundidad. En una civilización plural no es necesario compartir todos los valores. Ni siquiera la mayoría: basta con un mínimo común que garantice tanto la  cohesión social como la diversidad ideológica. Esta convivencia de la diversidad es la que garantiza una sociedad libre. La uniformidad sólo conduce al totalitarismo.
Esperemos a conocer más detalles para fundar los juicios en propuestas concretas. Desde aquí deseamos al Ministro Wert que sea consciente de su responsabilidad histórica y no le tiemble la mano a la hora de garantizar la libertad ideológica en el sistema educativo español. Porque oposición, de seguro la encontrará.