“La «historia oficial» ha pasado a silencio toda su vida y ha logrado que se lo desconozca totalmente. Por eso que, con este drama, hemos querido dar a conocer su vida y sus virtudes heroicas. Pensé que a través de la representación teatral iba a ser mucho más fácil mostrarle al público en general la grandeza de sus virtudes”, afirma el padre Federico Premoli, sacerdote de la arquidiócesis de Salta (Argentina) y autor de El Emperador, drama teatral en tres actos sobre la vida y la figura del Beato Carlos de Habsburgo-Lorena, el último emperador de Austria y rey de la monarquía dual austro-húngara.

Como se refiere sumariamente en la web de la Liga de Oración del Beato Carlos de Austria para la Paz entre las Naciones, “tras el asesinato de su tío el archiduque Francisco Fernando en 1914 en Sarajevo, el archiduque se convirtió en el sucesor del Emperador Francisco José. El Emperador Carlos I reinó desde 1916 hasta 1918, cuando «renunció a la participación» en asuntos estatales, pero no abdicó. Pasó los años restantes de su vida tratando de restaurar la monarquía hasta su muerte en 1922. Tras su beatificación por el Papa Juan Pablo II en 2004, se le conoce como el Beato Carlos de Austria y se festeja el 21 de octubre, fecha de su matrimonio con la princesa Zita de Borbón-Parma.

El emperador Carlos de Habsburgo-Lorena (1887-1922) y su esposa, la emperatriz Zita de Borbón-Parma (1892-1989).

El estreno de la obra se realizó el 27 y el 28 de diciembre de 2019, en un función doble, en el Teatro de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro  San Alfonso, en la ciudad capital de Salta (Argentina). Fue auspiciado institucionalmente por la Embajada de Austria en la República Argentina. Asimismo, recibió los auspicios de la Universidad Católica de Salta, del Colegio de Escribanos de Salta, del Instituto San Felipe y Santiago de Estudios Históricos de Salta, del Regimiento 5 de Caballería de Salta, de la Liga de Oración por la canonización del Beato Carlos y de la Parroquia de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y San Alfonso. La puesta en escena estuvo a cargo del Grupo Misionero San José.

ReL entrevistó al padre Federico Premoli luego del estreno.

-¿Cómo se explica su acercamiento a la figura del beato Carlos de Habsburgo-Lorena?

-Conocí la historia del beato Carlos a raíz de la muerte de la Emperatriz Zita en 1989. Yo estaba estudiando en Roma en ese momento y la noticia se difundió mucho. Y con ella se difundió también la historia del beato Carlos, su esposo, y allí me enteré que él había sido el último emperador de Austria y todo lo que había tenido que padecer. Su figura me llamó mucho la atención y a partir de ese momento comencé a leer sobre él, cosa que no he dejado de hacer a lo largo de estos 30 años. Sobre todo fue muy iluminador para mí el libro de François Fejtö Requiem por un imperio difunto.

-Pensó en escribir y dirigir El Emperador para dar a conocer la figura del beato Carlos, modelo de virudes cristianas. ¿Cuáles fueron los pasos para confeccionar este drama en tres actos?

-Cuando regresé a Salta como sacerdote siempre tuve la idea de dar a conocer la vida de este hombre excepcional. Pero no sabía cómo hacerlo. Siempre estaba la ilusión de convencer a algún director de cine para que hiciera una película sobre él. Pero era imposible contactarse con alguno y entusiasmarlo con la idea. Incluso mandamos carta a Mel Gibson pero no obtuvimos respuesta. Así fueron pasando los años y la idea siempre latente. Hasta que hace un año, comiendo en casa de una familia amiga, la dueña de casa me dió la idea de hacer una obra de teatro. Y me animó a que yo la escribiera... Como yo no soy dramaturgo ni escritor busqué si no había algo similar ya escrito. Pero no lo encontré. Así fue como me encomendé con gran fervor al beato Carlos y le pedí que me ayudara a escribir este drama sobre él.

»La verdad que el beato Carlos fue el que hizo el milagro, y dos meses después ya estaba listo el drama. Aproveché las vacaciones del mes de enero e hice lo siguiente: por la mañana salía a caminar e imaginaba la escena y sus diálogos. Al mediodía celebraba la Misa, almorzaba y luego escribía lo que recordaba. Previamente había hecho un esquema general del drama. Allí programé  tres actos y sus diversas escenas. El guión es mucho más extenso de lo que se puso en escena. Quizás se asemeja más a una novela a que a un guión para teatro. Gracias a Dios conté con muy buenos críticos que leyeron el guión y me advirtieron sobre su longitud. Así fue que, con mucho dolor de mi parte, fui suprimiendo escenas y fui tratando de concentrar la atención en lo más fundamental de la historia.

-El beato Carlos de Habsburgo-Lorena ¿es suficentemente conocido entre los fieles cristianos? El drama ¿apuntaría a que se conozca más su figura?

-Según nos dimos cuenta, la figura del beato Carlos es absolutamente desconocida en nuestro medio. La “historia oficial” ha pasado a silencio toda su vida y ha logrado que se lo desconozca totalmente. Por eso es que, con este drama, hemos querido dar a conocer su vida y sus virtudes heroicas. Pensé que a través de la representación teatral iba a ser mucho más fácil mostrarle al público en general la grandeza de sus virtudes. En particular el drama resalta su humildad, su estima por la pureza, su alegría, su amor incondicional a Zita, el honor en el que tenía a su dinastía, su obediencia a la ley de Dios y su concepción totalmente teológica del poder y del origen de sus coronas. También hemos querido mostrar su tradicionalismo, su oposición al espíritu revolucionario y bolchevique, su antiliberalismo, sus choques con la masonería y su capacidad de dejar todo por Cristo, aunque esto le costara la pobreza y el abandono. Su amor a su familia y su obediencia al Santo Padre Benedicto XV.

»En fin, todas estas grandes virtudes que adornaban su vida han querido ser presentadas en este drama.

-El 27 y 28 de diciembre pasado fue el estreno de la obra teatral con una función doble. ¿Qué evaluación hace del mismo?

-Las dos representaciones de este drama que hemos hecho nos han dejado a todos muy satisfechos. Mucha gente vino a verlo y muchos colaboraron desinteresadamente para que pueda ponerse en escena. Hemos contado con el auspicio de la Universidad Católica de Salta, del Colegio de Escribanos de Salta, del Instituto San Felipe y Santiago de estudios históricos de Salta, del Regimiento 5 de Caballería de Salta, de la Liga de Oración por la canonización del Beato Carlos, etc. Mucha gente nos ayudó en la puesta en escena y, sobre todo, los actores.

»Los actores fueron los jóvenes miembros del Grupo Misionero San José, actuales y de tiempos pasados, que se entusiasmaron con la idea y quisieron dedicar su tiempo a los ensayos y a estudiar el guión. Algo verdaderamente notable, sobre todo en este tiempo  en que reina la indiferencia en el ambiente juvenil. Yo aún no salgo de mi asombro sobre cómo estos jóvenes han trabajado y se han dedicado a darle vida a los distintos personajes. Todos han sido dignos de mención, aunque resalto la actuación del protagonista que representó al beato Carlos y de la que representó a Zita. Hasta yo mismo actué en el corto papel del Archiduque Otto.

»Nos llueven las felicitaciones por la puesta en escena y nos comentan que se conmovieron en los diversos momentos de este drama.

-En 2020, ¿piensan difundir la obra en otras partes del país?

-Sería grandioso poder llevar este drama en tres actos a otros lugares del país y fuera de él. En Santa Cruz de la Sierra se realiza cada dos años un Festival Internacional de Teatro y su director, el padre Piotr Nawrok, ya se interesó en nuestro drama. Ojalá podamos llegar a mucha gente y mostrarle cómo es posible, con la gracia de Dios, ser fiel en nuestra vocación cristiana aún en medio de las más difíciles circunstancias de la vida, como lo hizo el beato Carlos de Habsburgo.