La Escolanía del Valle de los Caídos “es la única del mundo que canta gregoriano todos los días durante el curso académico. Su virtud es la versatilidad que logra interpretando distintos géneros musicales. Puede cantar una cantata de Bach, una obra contemporánea, música folclórica africana o de cualquier parte del mundo, manteniendo siempre una interpretación exquisita”.
 
Es la valoración de un experto que, además, contribuye a esa excelencia. Raúl Trincado Dayne es el coordinador del área musical de la escolanía, su director de polifonía, y además profesor de técnica vocal y lenguaje musical. Todo un activo para la institución, pues el maestro Trincado, licenciado en Pedagogía y Artes Musicales, postgrado en Dirección de Coro en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, se formó además en Inglaterra e Italia con grandes especialistas en técnica vocal y dirección de coro. 


El maestro Trincado, durante una de sus actuaciones al frente de los coros que dirige. 

Precisamente ejerciendo esa función conoció la Escolanía del Valle de los Caídos en 2013, y en 2016 el padre Laurentino Sáenz de Buruaga le propuso sus actuales responsabilidades.


Y está satisfecho con ellas, según expresa a ReL: “La Escolanía está situada en un alto nivel interpretativo debido al trabajo constante de sus profesores en las diferentes áreas de la música. El hecho de estudiar un instrumento, tener estudios teóricos y prácticos, les ayuda a comprender y aplicar esos conocimientos; todo esto nos lleva a ser una de las mejores agrupaciones corales de España. La formación musical de los escolanes es óptima”.
 
Hablamos de niños de 9 a 16 años, pues se trata de un coro de voces blancas. Hay que pensar, pues, no solamente en la perfección de sus conocimientos musicales, sino también en el impacto sobre su educación y personalidad: “La música tiene múltiples beneficios para el desarrollo motriz e intelectual en edades tempranas. Mejora la capacidad de memoria, de atención y de concentración de los niños y estimula el área derecha del cerebro, mejorando así la capacidad para realizar cualquier otra actividad artística, impulsando el desarrollo integral de los niños”.


Los escolanes del Valle de los Caídos son reclamados para actuar en numerosos actos, dentro y fuera de España, lo que les permite viajar y "ver mundo" a una edad en la que pocos niños pueden hacerlo. En la imagen, en el XIXº Congreso Católicos y Vida Pública, el pasado noviembre.
 
En ese sentido, Trincado exalta el valor pedagógico del estudio de la música, más allá de una institución tan específica como es la escolanía: “Al tener la posibilidad de ver el desarrollo constante de nuestros alumnos nos damos cuenta del valor adicional que tiene la actividad musical en sus vidas. La práctica musical se traduce en una transformación cognitiva, social y de identidad de las personas”.


Algo que corrobora, desde “el otro lado” del aula, Wilma, la madre de Diego, un alumno de 13 años que en estos días concluye en la escolanía el 2º curso de la ESO: “Es un niño muy inteligente, pero era muy disperso, y ahora le veo cada vez más concentrado. Estudiar música ha beneficiado su atención, le ha ayudado a centrarse”.
 
Diego estaba en 4º de Primaria cuando, durante la catequesis en una parroquia de la sierra de Madrid, los monjes de la escolanía les propusieron a los niños hacer la prueba de canto. A él le apetecía, pero no dio el paso. Al año siguiente sí, y finalizando 5º pasó en la escolanía un fin de semana con distintos ensayos. Los superó, aunque nunca había estudiado música, solo algo de guitarra. “Volvió muy ilusionado, pero no se atrevía a confesarlo. Quería ingresar en la escolanía, pero no lo decía”, recuerda Wilma.

Al final, tras muchas conversaciones, aquel septiembre entró para completar el sexto y último curso de Primaria y empezar la Secundaria. Tres años después “está encantado”, afirma con rotundidad su madre.


Preguntamos tanto a Raúl como a Wilma por el hecho de que la escolanía sea un internado, que es lo que, aunque puedan ver a sus hijos con frecuencia y hablar con ellos a diario, más cuesta a los padres.
 
Como pedagogo y profesor, Trincado destaca que “los niños tienen una gran capacidad de adaptación. En un principio la separación de su núcleo familiar les resulta difícil, y en este proceso de adaptación es fundamental la actitud de acogida que reciben por parte de sus compañeros mayores. El hecho de vivir internos conviviendo cada día con sus pares consolida sin ninguna duda el sentimiento de cercanía y amistad entre ellos y los hace sentirse más felices”.


El impresionante entorno de la Escolanía permite a los alumnos disfrutar de aire puro, naturaleza, silencio y tranquilidad para el estudio a solo 50 km de Madrid.
 
“Yo no vi que le costara adaptarse al internado”, corrobora la madre de Diego: “No fue traumático, todo lo contrario. Yo veía que el niño estaba tan bien… Lo veía cada vez mejor, creciendo en madurez. Es cierto que nos echamos de menos, pero le sigo viendo bien, ha sido positivo para él”.


Una de las razones de la excelencia académica de la escolanía es la personalización. “Son muy pocos alumnos por clase, los profesores les conocen bastante bien y les van guiando”, añade: “A través de una aplicación sabemos día a día si hacen o no los deberes, y les enseñan técnicas de estudio y aprovechamiento del tiempo”.
 
Wilma ensalza también la formación humana que reciben los chicos: “Ha mejorado su forma de ser y actuar. Antes no me ayudaba en casa, ahora lo hace sin que yo se lo pida. Y es más correcto en la forma de dirigirse a los demás”.

E incide en algo a lo que concede gran valor: “La misa diaria le centra muchísimo en Dios, en la experiencia de Dios, en ver cómo actúa la Providencia en su vida”.


Tanto el maestro Trincado como Wilma son chilenos. Este año están de enhorabuena, porque la Escolanía del Valle de los Caídos, que viaja a menudo por España y Europa para ofrecer sus conciertos –algo que también incide favorablemente en el nivel cultural de los alumnos– inicia en breve una gira por aquel país.


La catedral de Santiago de Chile será sede del primer concierto de la Escolanía del Valle de los Caídos en su gira de una semana por las principales ciudades de la nación.
 
El programa es apretado. Primer concierto, el sábado 9 de junio a las 19.00 horas en la catedral de Santiago. Segundo, el domingo 10 a las 13.00 horas en la iglesia de San Francisco, la más antigua de Chile. El lunes 11, encuentro con coros de jóvenes organizado Crecer Cantando, una de las instituciones más importantes en el ámbito coral en Chile. El martes 12, recepción en el Senado. El miércoles 13, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (alma mater del maestro Trincado) les ha invitado para dictar una Master Class sobre canto Gregoriano a sus alumnos de la carrera de música y Conservatorio superior. Ese mismo día, concierto en una de las iglesias más emblemáticas de Valparaíso. El jueves 14, misa cantada en la catedral de Valparaíso. El viernes 15 se trasladan a Concepción para una visita a la Universidad Católica de la Santísima Concepción y concierto en la catedral. Y el sábado, descanso para conocer los alrededores de la ciudad.
 
“Nuestras expectativas son altas”, augura Raúl: “Visitaremos las tres ciudades más importantes de Chile, en donde nos esperan con un itinerario rico y variado”.

En cuanto a Diego, a quien aguarda su familia materna a la que hace años que no ve, el viaje es el perfecto colofón para otro año inolvidable, y su madre resume muy bien su estado de ánimo: “¡Está en la gloria!”.


 

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