A pesar de su creciente diversificación, la marca McDonald's se asocia inmediatamente a un producto: la hamburguesa. Sin embargo, numerosos establecimientos de la franquicia ofrecen un "filete de pescado" que no desmerece de sus hermanos cárnicos en calidad y sabor y tiene un origen entrañable: la fe católica del fundador de la franquicia en Cincinnati (Ohio), Lou Groen (1917-2011).

En 1959, Groen abrió un establecimiento franquiciado de la cadena. McDonald's había sido fundada en 1940 en California por los hermanos Richard y Maurice McDonald, y luego expandida por todo el país -y mundialmente- a partir de 1955 por Ray Kroc (1902-1984). En aquella zona de la Cincinnati de finales de los años 50, el 87% de la población era católica, y las facturaciones de los viernes, en que era obligatoria la abstinencia de carne, eran muy bajas: 75 dólares en una época en la que la hamburguesa se vendía por 15 céntimos. Ni siquiera el propio Groen las consumía en el día que la tradicional disciplina de la Iglesia impone esa penitencia.

Haciendo de la necesidad virtud

"Mi abuelo estaba perdiendo hasta la camisa", explica su nieta Erica ShadoinPatti Armstrong en el National Catholic Register: "El  área era mayoritariamente católica. Todos cruzaban la calle los viernes para ir al Frisch, que ofrecía un bocadillo de pescado". Así que en 1963 Lou, tras probar muchas opciones, decidió innovar el menú e incluir una hamburguesa de fletán y queso que habría hecho las delicias de Bob Esponja.

El filete de pescado (Filet-O-Fish) típico de McDonald's.

Y salvó la franquicia, que en aquel momento era la 69ª del país (actualmente son aproximadamente 37.000 en todo el mundo). Eso sí, no le gustó nada la idea a Ray Kroc, quien la consideró inicialmente una profanación: "¡No quiero que mis locales apesten a pescado!", le espetó, según contó el mismo Groen en 2006.

Kroc tenía su propia idea para salvar los viernes y que los católicos tuviesen un sitio en McDonald's: el Hula Burger, un bollo de piña y queso. El dueño de la cadena aceptó el reto de su persistente franquiciado, de probar en sus respectivos locales ambos productos en un viernes: el que ganase se incluiría en el menú. El resultado fue contundente: victoria del Filet-O-Fish sobre el Hula Burger por 350 a 6. Ante estos resultados, ningún hombre de negocios habría persistido en el error.

Lou, ante su primer negocio. 

Sin embargo, mientras un laico católico arriesgaba su dinero para ser fiel al precepto (y lo arriesgaba porque los católicos, en buena medida, lo respetaban por encima de todo y no consumían ese día los productos McDonald's), los obispos preparaban su desaparición. En 1966, una directriz de numerosas conferencias episcopales del mundo permitió sustituir la abstinencia de carne los viernes por "otra" penitencia. Con el resultado conocido.

El filete de pescado siguió formando parte de la identidad de McDonald's, y aunque no lo ofrecen todos sus establecimientos, sí se encuentran en miles de ellos. La compañía no ofrece datos globales específicos de esas ventas, pero no deben ser malos a tenor de su permanencia.

La historia del filete de pescado de McDonald's, contada en diez minutos (en inglés).

La fe de los Groen

Con el tiempo, Lou vendió a los hermanos McDonald buena parte de sus 42 restaurantes, pero la familia conservó algunos. Y, por supuesto, la receta, aunque ahora no la hacen con fletán, sino con abadejo de Alaska, más económico. De la franquicia original donde empezó a venderse, en Cincinnati, sí hay cifras concretas que facilita la familia: un 19% de los pedidos en los viernes de Cuaresma, y un 6% el resto del año.

Lou transmitió a su familia algo más que los locales franquiciados y el filete de pescado: también la fe, que ha pasado a través de las generaciones. "Mi fe ha sido una gran bendición", explica Erica al Register, "ha sido el fundamento de mi vida". Y Edna, su abuela y esposa de Lou, a sus 88 años de edad sigue recorriendo cada día medio kilómetro para ir a misa a la parroquia de San Guillermo, donde se casaron ellos, sus hijos y sus nietos, un templo que además ayudaron a construir.

Un símbolo

Y el Filet-O-Fish sigue siendo un símbolo, con algunos casos curiosos.

Hay quien lo consume en Cuaresma, no para sustituir una deliciosa carne por un delicioso pescado, sino porque el Filet-O-Fish... ¡no le gusta! "Lo considero una penitencia en sí mismo", confiesa un cliente de Missouri. Con lo que cumple el precepto por partida doble: la abstinencia... ¡y la penitencia alternativa!

Otros clientes, Barbara y su marido, de Tennessee, consideran este filete de pescado una demostración de la fuerza de los católicos cuando existe un auténtico compromiso: "Si conseguimos que Ray Krock admitiera el Filet-O-Fish... ¡imagina lo que podríamos hacer en asuntos más importantes!"