El Código Da Vinci y las novelas conspirativas han hecho mucho daño entre algunas personas que buscan cuestiones bien extrañas en los archivos eclesiásticos. Por otra parte, para los historiadores serios, es una gran fuente de información. Sin embargo, un archivo eclesiástico puede ser una colección de documentos muy compleja, con materiales llegados de entidades que hace siglos que dejaron de existir (Órdenes de Caballería, diócesis extinguidas, parroquias desaparecidas...). Es todo un mundo que explica el archivero jubilado de la diócesis de Badajoz, Teodoro Agustín López López, de 75 años, al periodista Antonio Gil Delgado, del diario Hoy.es 


-El archivo la catedral estaba en la catedral, el del obispado en el obispado. Después estaban los parroquiales. Los he concentrado todos aquí en Badajoz. Le di a los curas una guía sobre cómo ordenar lo que tenían. He ido a las 300 parroquias en el camión a por ellos. No ha habido ningún problema.


-Sí, muy ejemplarmente. Pero hay que reconocer la verdad. El arzobispo Santiago García Aracil se preocupó de que hubiera esta concentración y lo ordenó. Esta reunificación no fue un capricho, se trataba de cumplir con lo que pide Roma.


-Han protestado algunos investigadores locales que eran amigos del cura del pueblo y se llevaban los libros sin control alguno. Esa es la triste realidad. Te encontrabas los archivos en armarios sin llaves, en cristales. Algunos están muy deteriorados y se trata de salvaguardar el patrimonio cultural.


-Yo veo un contrasentido. Me llama la atención esa atracción en un mundo tan secularizado. Aquí se recoge la realidad de la Iglesia. Los canónigos, las misas... Hay cuestiones históricas interesantes. Por ejemplo, se puede saber si un día hubo una misa por alguna enfermedad de alguna reina. En Capellanías se recogen los fieles que han dejado un dinero para que se digan misa en su nombre. Marín de Rodezno, el fundador principal de la catedral, dejó esta petición. Llevamos tres siglos diciendo una misa en su memoria cada primer jueves de enero. Ese tipo de información es la que tenemos aquí.


-Hay gente que viene con mucha fantasía. Con ideas que no son reales. Confunden el morbo con la realidad. Una vez vino un investigador y nos dijo que le diéramos las 200 cajas de la Guerra Civil. Su teoría era que no se las queríamos dar, cuando en realidad no existen.


-Yo creo que son desconocidos. Hay investigadores que los sobrevaloran, creyendo que hay archivos que no existen. Al no conocerlos hay ciertas fantasías. Viene gente con mucha fantasías a los archivos eclesiásticos. También hay quien los infravaloran. Consideran que los archivos son un gueto para unos cuantos o solo para el clero. Yo he intentado evitar esos dos extremos y hacer ver que es una realidad abierta a todos.


-Los archivos de la iglesia son privados que dan un servicio cultural abierto, pero insisto, son privados. Cuando decimos archivo secreto vaticano no es secreto de ocultismo, sino archivo privado del Papa.


-Sí, lo destruyen cuando se van. Es privado porque corresponde a cuestiones de su gestión. Es una cosa particular. La gente no entiende que al archivo secreto del obispo no tiene acceso nadie, ni el archivero. Son de acceso público, pero como en toda institución y organización, hay cuestiones reservadas y secretas.


-De la época de la Inquisición hay algo de un obispo del que no quiero citar su nombre y critica precisamente lo que hacía la Inquisición.


-Habitualmente acuden para resolver árboles genealógicos. Buscan descendientes y ascendientes de personajes históricos o de antepasados familiares.


-Tenemos archivos parroquiales desde el siglo XVI. A partir del Concilio de Trento de 1563 se empiezan a escribir las partidas de nacimiento.


-En teoría sí, pero igualmente hay una legislación concreta. Ha habido problemas en muchas diócesis y en alguna ocasión incluso ha intervenido la Santa Sede. A veces se ha culpado a nuestro archivo de que no dejábamos los libros sacramentales, pero es que en algunos casos lo prohíbe Roma. La culpa no es del archivero, hay que cumplir lo mandado.


-Lo primero que hay que hacer es clasificar y en la clasificación debemos tener en cuenta la historia de la diócesis. La tarea que me encomendó el obispado fue precisamente la de ordenar. Partíamos de muchas entidades distintas produciendo documentación.


- Hablamos de los archivos de la Iglesia, pero ¿de qué iglesia? En la provincia de Badajoz hay cuatro obispados. El de Badajoz va desde Alburque a Jerez. En dirección Zafra, todo lo que está a la derecha es de Badajoz y a la izquierda de la carretera es Orden de Santiago. El obispado y priorato de la Orden de Santiago está en León y aquí tenemos provincia de León en Extremadura. Su vicario reside en Llerena y tiene a su vez dos provisioratos: el de Llerena y el de Mérida. A esto se unen la vicaría de Jerez y la de Tentudía, por eso en esa zona hay muchos pueblos como Arroyomolino de León, Fuentes de León o Calera de León. En la Serena hay dos obispados. El de Magacela/Villanueva y el de Zalamea. Tenemos, por tanto, cuatro obispados.


- Estuvimos desde 1255 hasta 1873. Fue la bula de Pío IX la que suprime esta división y hace que cada parroquia se incorpore a la sacristía de la catedral más cercana. Hay diez pueblos del sur de Badajoz que pasan a la de Córdoba porque es su catedral más próxima. Hasta 1958 el Papa no ordena que pasen estos que quedan a Badajoz. Ordenar todo esto ha sido mi gran obra.