César Mauricio Velásquez, que es viceembajador de Colombia ante la Santa Sede, ha publicado el libro “Fútbol con alma”, en el que recoge conversaciones y testimonios de vida de siete personajes que aman el fútbol y que buscan la capacidad espiritual, educadora y humanizadora del deporte. 

Los protagonistas son el Papa Francisco y los futbolistas Alfredo Di Stéfano, Javier Zanetti, Francisco “Paco” Gento, Amancio Amaro, Emilio Butragueño y Andrés Escobar.


“Este libro es fruto de una promesa que le hice a ese gran jugador de fútbol que se llamaba Alfredo Di Stéfano”, explica el autor a Aciprensa. “A él lo pude conocer en 2010, y le hice la promesa de hacer un libro donde se mezclaran historias de valores humanos, de fútbol, de derrota, de triunfo, de lucha, de esfuerzo”, explicó.

Para el autor, lo que analiza el libro es "el fútbol desde la cabeza, el corazón, los valores humanos y la integridad de la persona, frente a un campo de fútbol, frente a un balón, frente a una escuadra, frente a un equipo”.


César Mauricio Velásquez destaca el recuerdo vivo en su memoria del testimonio de vida dado por el futbolista colombiano Andrés Escobar, asesinado en 1994 durante el mundial de Estados Unidos, y cuyo capítulo cierra este libro.



“Andrés Escobar fue uno de los mejores jugadores de fútbol en la historia de Colombia”, indica. “Fue uno de los mejores defensas centrales que ha tenido el fútbol de Colombia. Fue vilmente asesinado supuestamente por hacer un autogol. Andrés Escobar es un reflejo de un colombiano joven, que ha destacado en la virtud, en el trabajo, en el esfuerzo por llegar hasta el fútbol profesional, y hoy debe ser un recuerdo vivo de lo que debe ser un colombiano deportista, un colombiano joven: gente laboriosa, gente entregada, gente que tiene disciplina, y gente que tiene una meta clara y que a la vez trabaja por cumplirla”.


Preguntado por el capítulo dedicado al Papa Francisco, el autor explica que “es el Papa más futbolero que ha tenido la historia de la Iglesia. Es muy aficionado al fútbol, sigue a un equipo y viene de un país donde se juega mucho al fútbol, de una potencia mundial del fútbol, como es Argentina”.

En este sentido, en una parte del libro narra una simpática anécdota que pone de relieve la afición por el fútbol que siente el Pontífice. Cuenta cómo una mañana, a la salida de la Misa de siete que el Papa celebra todos los días, César Mauricio le entregó un balón de fútbol. “Cuando me vio, sonrió y me extendió los brazos para saludarme y recibir el balón, como un niño que lo pide. Al momento le dije que no era un regalo, que quería su bendición y firma para llevarlo a las escuelas de fútbol de niños y jóvenes de los barrios periféricos de Colombia. Me escuchó atentamente, lo bendijo y lo firmó con cariño, mientras me animaba a trabajar desde el deporte por las nuevas generaciones amenazadas por las drogas, la exclusión y otros vicios”.


 Francisco firma el balón a César Mauricio, de la embajada colombiana ante la Santa Sede y autor del libro


“El Papa conoce las entrañas del deporte y del fútbol, en concreto”, continúa César Mauricio en la entrevista.

“Muchas veces hace una relación entre lo que es el deporte, el trabajo en equipo y el esfuerzo de un deportista, con la vida espiritual y la vida humana. Él ha descubierto, como muchos otros, como lo creo yo también, que el fútbol y el deporte son un punto de encuentro, de tolerancia, de convivencia y de solidaridad que el mundo hoy tiene que explorar más para encontrar puntos unidad, puntos de entendimiento y de fraternidad”.

En otro punto de la entrevista afirma que “la lucha de un buen deportista en el mundo de hoy, su honestidad, su honradez, que sea un deportista competitivo, buen compañero…, de alguna manera refleja su vida espiritual, de lo que es su vida frente a una lucha”.


Para él, existe una estrecha relación entre el deporte y la vida espiritual. “La vida espiritual de cualquiera de nosotros está muy unida a lo que es la vida deportiva, donde hay triunfos, derrotas, esfuerzo, sacrificio, disciplina”.

No hay santidad posible sin esfuerzo, no hay competitividad deportiva sin esfuerzo, no hay un gran deportista si no hay una disciplina para ir a la cancha, para entrenar, para esforzarse, para superar un error. E igualmente en la vida espiritual no hay santidad sin lucha, no hay santidad sin error, no hay santidad sin volver a comenzar”.

“En el deporte, en concreto en el fútbol, cuando uno pierde un partido siempre sale de la cancha dolido, sí, por haber perdido, pero también con la esperanza de jugar otro partido y ganar. Eso es un reflejo de la vida espiritual”, afirmó.


Velásquez va más allá y establece una relación entre los valores del deporte y los valores humanos: “Los valores que se ponen a prueba en el deporte y en el fútbol, son los mismos valores que se ponen a prueba en la vida cotidiana. Muchos dicen: ‘Es imposible ser una buena persona sin ser un buen deportista’, o ‘es imposible ser un buen deportista si no se es una buena persona’”.

Para el diplomático, una persona que se dedica al deporte debe tener tres grandes virtudes: “constancia, que lo que lo que inicie lo saque adelante; laboriosidad, que va unido a la constancia; y compartir siempre con los demás”.