"Se impone un cierto retorno a la inocencia, más en estos tiempos en los que hasta los niños están de vuelta de todo. Porque una civilización no puede ser reconstruida de sus cenizas con las mismas armas con las que fue demolida: básicamente, las armas de los resabiados y los descreídos. Se trata, en fin, de volver a creer. De volver a creer en los Reyes Magos. Porque, hora es ya de que se sepa, y más en estos días, los Reyes Magos existen".

Así concluyó el escritor y periodista Gonzalo Altozano la conferencia que pronunció el 20 de diciembre en Jerez de la Frontera (Cádiz, España), convocada por la Acción Católica de Propagandistas.


La conferencia de Altozano sobre los Reyes Magos suscitó gran interés mediático. En la foto, entrevistado por Eugenio Camacho para la emisora local de la Cadena SER.

Bajo el título En busca de los Reyes Magos, ofreció precisamente un conjunto de huellas del paso por la Historia de los sabios que adoraron al Niño Jesús en el pesebre.


La escena de la Adoración de los Magos en Natividad, la película dirigida por Catherine Hardwicke en 2006.

Altozano empezó recordando la artificial polémica creada a raíz de la publicación en 2012 de La infancia de Jesús, de Benedicto XVI, donde Joseph Ratzinger habría afirmado que uno de los tres Reyes Magos pudo ser andaluz. En realidad el todavía Papa "nunca escribió tal cosa, ni siquiera la insinuó, sino que la polémica fue un invento". Solamente había propuesto que los sabios que siguieron la estrella hasta Belén estaban prefigurados en los reyes de Tarsis del salmo 72, y había identificado Tarsis con la Tartesos desaparecida hace siglos. Como algunos, siguiendo al arqueólogo Adolf Schulten (18701960), sitúan ese enclave mítico en la desembocadura del Guadalquivir, nació la "descabellada" -califica Altozano- pretensión de que al menos uno de los Reyes Magos proveniese del sur de España. Pero, estuviese donde estuviese Tartesos, lo que está claro es que el hoy Papa emérito no lo identificó como patria de Melchor, Gaspar o Baltasar.

Altozano empezó a continuación un recorrido por elementos históricos vinculados a los Reyes Magos y que dan cuenta de su importancia en los siglos de Cristiandad: desde "una de las principales obras de la dramaturgia europea medieval y la primera pieza teatral escrita en lengua romance, el Auto de los Reyes Magos", que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, a la fíbula de oro que puede verse en el Museo Arqueológico Nacional procedente de la Granja de Turuñuelo (Medellín, Badajo), una especie de hebilla o broche de oro con una adoración de los Magos grabada en miniatura "y el ruego incorporado a María de proteger al portador del objeto".



En efecto, en la Edad Media los Reyes Magos eran invocados con frecuencia por motivos variopintos: "Antes de emprender un viaje, para detener los caballos desbocados o para sanar la epilepsia"...

Muchos de los vestigios de esta extendida devoción fueron conocidos in situ este verano por Gonzalo Altozano cuando emprendió un viaje entre la basílica de San Eustorgio de Milán y la catedral de Colonia siguiendo el mismo camino de las reliquias de los Reyes Magos. Fue el emperador Federico Barbarroja, a principios del siglo XII, quien decidió el traslado para prestigiar el Sacro Romano Imperio Germánico y castigar a la capital lombarda por su rebeldía: señal de la importancia y presencia en la Cristiandad de los primeros gentiles que adoraron al Niño Dios.

Esa devoción y valoración de los Reyes Magos se prolongó en siglos posteriores. Recordó Altozano que a comienzos del siglo XVI hubo un pintor portugués, Grao Vasco (14751542), quien, "tal vez alarmado con que el descubrimiento de América pudiera dar al traste con la tradición de que cada uno de los tres Reyes Magos representaba una parte del mundo conocido, con todo lo que eso podía significar de cuestionamiento del relato evangélico, se apresuró a pintar una adoración a la que incorporó un cuarto Rey Mago, representante del nuevo continente, con sus plumas, sus tatuajes, sus pinturas, su azagaya, y un cofrecito de madera, quien sabe si con semillas de cacao, en adición del oro, incienso y mirra".


La Adoración de los Reyes Magos de Grao Vasco se encuentra en el Museo Nacional de Viseu (Portugal).

Otra prueba de la importancia de estos Reyes en la conciencia cristiana de los pueblos de Europa se encuentra en la aversión que despertó entre los partidarios de la anticristiana Revolución Francesa. En 1795 la Convención quiso prohibir el roscón de Reyes y sustituirlo por el roscón de la Igualdad: "El pueblo reaccionó airadamente y obligó a los revolucionarios a dar marcha atrás", explicó Altozano.



La conferencia concluyó con dos historias de gran belleza.

Una es legendaria. En la Edad Media corrió de boca en boca durante siglos la existencia de un reino cristiano en tierras paganas del Lejano Oriente, sabiamente gobernado por el Preste Juan, "mitad rey, mitad sacerdote, dueño y señor de un inmenso y fabuloso país". En la carta en la que describía sus posesiones y proponía a los reyes europeos el intercambio de embajadas, el Preste Juan se proclamaba descendiente de los Reyes Magos y se mostraba dispuesto a recorrer su mismo camino pero, "a diferencia de éstos, no en son de paz, sino de guerra, para arrancar los Santos Lugares de manos del infiel".

El Preste Juan afirmaba además que su reino limitaba al este con la tumba del apóstol Tomás, a quien la tradición atribuye "el bautismo y confirmación de unos envejecidos y achacosos Reyes Magos en la fe en aquel Niño al que habían ido a adorar algunos años atrás". Altozano recordó que la tumba del apóstol Tomás se venera desde hace siglos en Mylapore (Kerala, India).

Con esos Reyes Magos habría acudido a encontrarse, incluso durante su vida pública, Jesucristo. Esto no es una leyenda, sino una visión privada de la Beata Anna Catalina Emmerich (17741824), recogida en su libro, escrito con el filósofo Clemente Brentano (17781842), La vida oculta de la Virgen María.

Allí les denomina Mensor, Sair y Zeokeno, quienes dirigieron a Nuestro Señor en su humilde pesebre "palabras conmovedoras e infantiles". Según la monja alemana, Jesús les devolvió la visita en algún momento entre la resurrección de Lázaro y la Pasión: "El primer Rey Mago al que Cristo va a ver, que es el Rey Mago de más edad [Melchor], siente en su interior que aquel visitante inesperado es el mismo Niño al que él fue a adorar treinta y tres años atrás, lo que le lleva impulsivamente a hincar la rodilla, quitarse la corona y ponerla en tierra, y ofrecerle un presente, exactamente como hizo entonces. Es este Rey quien conduce a Cristo hasta las dependencias del segundo [Gaspar], tan achacoso que no es capaz de levantarse de su trono. Y son estos dos Reyes los que llevan a Cristo a ver al tercero [Baltasar], quien descansa no en un aposento real, sino en una tumba".

Anna Catalina Emmerich consigna además un "detalle conmovedor", concluyó Altozano: "Ante la tumba del Rey muerto los otros dos lloraron como niños, que es como lloran los hombres la muerte de los amigos con los que han querido tanto y vivido incontables aventuras".

Esos tres amigos son los que han llenado esta noche los hogares españoles con sus juguetes, tan numerosos como los aplausos que arrancó Gonzalo Altozano al finalizar su intervención, que emocionó a un público entregado a una de las historias más maravillosas de los Evangelios y de la historia de Europa.