San Ireneo enfrentó persecuciones, fue la mayor pesadilla de gnósticos y herejes y uno de los grandes impulsores de la Iglesia de los primeros cristianos. Cerca de los veinte siglos después de su paso por la tierra, su nombramiento como doctor de la Iglesia por el Papa Francisco es la prueba de la vigencia de su doctrina imperecedera, que aún hoy es referente para la Iglesia universal.

Transmitir  su actualidad y oportunidad después de 18 siglos ha sido el objetivo de las Jornadas celebradas por el Instituto John Henry Newman de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) en su recuerdo.  Bajo el título San Ireneo de Lyon. Doctor de la unidad, un modelo para nuestro tiempo, el organismo vinculado a la UFV desarrolló unas jornadas dedicadas por entero al santo de la primera mitad del siglo II y autor de Contra las Herejías, contando para ello con las principales figuras académicas y religiosa en lo que al santo respecta.

Religión en Libertad estuvo presente en estas jornadas que se celebraron el pasado 2 de noviembre en el aula magna de la UFV. A lo largo del día, intelectuales del ámbito religioso y académico ofrecieron diversas perspectivas sobre este santo y doctor de la Iglesia.

La Madre Verónica María, superiora general del Instituto Iesu  Communio, destacó la relación que el santo tiene tanto con la institución que dirige como en su propia vida, al revelar que fue el propio San Ireneo quien la introdujo en  un conocimiento de Cristo que no dependía tanto de las fuerzas humanas como del propio Espíritu de Dios "que da vida".  

Por su parte, Óscar Missas presentó en su ponencia los diversos argumentos que San Ireneo planteó a gnósticos y dualistas, buscando afirmar que lejos de haber, "contradicción entre carne y espíritu", la carne "ha sido creada para vivir".

Uno de los ponentes centrales en las Jornadas fue Juan José Ayán, que como Filólogo, Teólogo, catedrático de Patrología en la Facultad de Teología de San Dámaso y director de la colección Fuentes Patrísticas, es actualmente uno de los mayores conocedores de la vida y obra de este obispo y santo del siglo II. Fue la última intervención antes de la clausura de las jornadas por el arzobispo emérito de Lyon, el cardenal Ph. Barbarin.

A lo largo de su ponencia, Ayán indagó en las motivaciones que llevaron a San Ireneo a desarrollar una "reflexión profunda, madura y a la vez sencilla" sobre la fe, relacionándolo al mismo tiempo con la crisis de vacío intelectual del presente.

Una relación, dijo, especialmente interesante "en un momento como el actual en que los seminarios parecen dominados por una especie de pauperismo intelectual o lo que es lo mismo, del amor por la ignorancia, como si la Teología no tuviera nada que ver con el pastoreo eclesial o la misión del presbítero".

Para Ayán, San Ireneo es un antídoto contra esta carencia, que también delata que "se ignora no solo lo que es la Teología, sino lo que es vivir la fe", así como una "pereza intelectual" que degenera en la tendencia de refugiarse "en un activismo social" que pocas veces tiene que ver con la fe.

Entrevistado por Religión en Libertad, el experto ha profundizado en la figura de San Ireneo, en los motivos que le llevaron a una heroica defensa de la fe aún hoy vigente  e  incluso a las diversas formas de gnosticismo presentes en su época y también en el presente.

-¿Hasta qué punto es seguro que San Ireneo estudiara con Policarpo y que Policarpo estudiara con San Juan apóstol? ¿Cómo hemos de imaginar esos estudios, esas clases? ¿Dónde las hacían y en qué lengua hablaban? 

-Quizás sea el mismo testimonio de Ireneo, en una carta dirigida a un antiguo condiscípulo, el que mejor da cuenta de esas relaciones. En esa carta, Ireneo le dice a su condiscípulo que se acuerda del sitio en que Policarpo dialogaba, de sus salidas y entradas, de su vida y el aspecto de cuerpo, de los discursos que dirigía al pueblo, de sus relaciones con San Juan y con los que habían visto al Señor, de los milagros y de la enseñanza de Jesús. Y añadía cómo Policarpo era fiel a lo que había recibido de los testigos oculares de la vida de Jesús.

Por su parte, Ireneo confiesa cómo lo que escuchaba de Policarpo lo anotaba no en papel sino en el corazón; y cómo lo rumiaba continuamente. La lengua del imperio romano en Asia fue el griego. E Ireneo, aunque escribió su obra en Lyon, lo hizo en griego, aunque hasta nosotros haya llegado fundamentalmente a través de traducciones, latina y armenia. Él mismo, sin embargo, confiesa que vive entre los celtas y la mayor parte del tiempo lo dedica “a un modo de hablar bárbaro”.

-¿Qué hacía Ireneo en Lyon [Lugdunum], en Galia? ¿Cómo era la gente con la que se trataba allí? ¿En qué lengua hablaban en el día a día? ¿Y en qué lengua rendían culto?

-Ireneo nació posiblemente en Esmirna, una ciudad perteneciente a la provincia romana de Asia y situada en la costa del Egeo entre Pérgamo y Éfeso. Era una de las ciudades más importantes y favorecidas de esa región donde, en el siglo II, se dieron cita importantes intelectuales como Teón de Esmirna, el médico Galeno de Pérgamo o Elio Aristides por citar algunos ejemplos.

No sabemos con exactitud la razón por la que se traslada a Lyon, la capital de las Tres Galias, que desde la época de Augusto, se convirtió en una importante cruce de caminos del mundo occidental por su situación geográfica en la confluencia de los ríos Ródano y Saona, que permitían unir a través del tráfico fluvial el Mediterráneo con las tierras del Loira y del Rin, aparte de las vías romanas que, por un lado, unían Lyon con el Atlántico y el Mar del Norte y, por otro lado, con el norte de Italia. Esto hacía de Lyon una de las ciudades más importantes del occidente romano.

Cuando Ireneo llega a Lyon se encuentra con una comunidad cristiana de la que formaban parte bastantes miembros de nombre griego, probablemente originarios también del Asia Menor. Hubo momentos en la historia del Imperio en que los flujos de población fueron muy intensos.

"La visión de la creación de San Ireneo, su doctrina sobre Cristo y el Espíritu Santo, su eclesiología y su modo de acercarse a la Sagrada Escritura" son los rasgos con más vigencia del pensamiento de San Ireneo en el presente, según Juan José Ayán. 

-En Contra las herejías Ireneo critica muchos cultos extraños. ¿En qué medida se parecían a las sectas de hoy? ¿Eran sectas terapéuticas, que pretendían curar? ¿O eran para intelectuales?

-El siglo II vio aparecer personalidades con una enorme potencia intelectual. Estos originaban grupos que se fragmentaban rápidamente a causa de las sucesivas reinterpretaciones a que eran sometidos unos principios que solían permanecer idénticos aunque arropados en lenguajes míticos y alegóricos que podían variar. A la luz de presupuestos de suma vigencia en el “paganismo” acababan por violentar  lo enseñado “por quienes desde el principio fueron testigos oculares y servidores del Verbo de la verdad”

Podían asumir fisonomías diversas: los había ascetas cuyo ascetismo interpretaban como un desprecio a la creación a la que consideraban obra de un dios inferior; los había que caían en un indiferentismo moral: lo que suceda en el cuerpo no define al hombre verdadero, al hombre interior, pues le pasa lo que al oro que, caído en el barro, sigue siendo oro. Insisto en que la fisonomía de los distintos grupos podía variar y mucho

-¿Cómo definiría el gnosticismo y qué queda hoy de ello?

-La definición del gnosticismo es uno de los grandes debates. Hay algunas características en las que coinciden las mayorías de esos grupos. Afirman la existencia de un Dios absolutamente trascendente que nada tiene que ver con el dios creador, al que consideran una especie de divinidad inferior, incluso en ocasiones ignorante y malvada. En esa creación han quedados atrapados elementos divinos (los hombres auténticos) dentro de cuerpos materiales, de los que se verán liberados por un redentor venido de lo alto que les hará tomar conciencia de su verdadero yo.

-Hay montones de novelas tipo Código Da Vinci, que dicen que la Iglesia no se entera de la verdadera enseñanza de Jesús, pero que los que lean esa novela, adquirirán ese conocimiento "secreto" reservado a los sabios e iniciados... ¿Es eso gnosticismo? ¿Se le ocurren más ejemplos, en películas, series o cosas que dice la gente...?

-Hay mucha “novelería” en la que se mezclan algunos rasgos históricos con grandes dosis de imaginación, a veces calenturienta. Pero ya quisieran esos “noveleros” tener la altura de gnósticos como Valentín o Tolomeo, por muy equivocados que estuviesen. Eran de una talla intelectual enorme. Hoy son mediocres hasta los herejes.

-¿Qué ideas o ejemplos nos da San Ireneo para vencer el gnosticismo de hoy?

-Sencilla fidelidad a la fe transmitida por los apóstoles y conservada en la Iglesia.

-¿Qué debe saber el cristiano de a pie sobre los evangelios "apócrifos" del siglo II o III?

-Hay también mucha novelería sobre los evangelios llamados apócrifos. Tuvieron finalidades muy diversas. Unos sirvieron para transmitir la fe la Iglesia (basta ver los retablos de nuestras catedrales para estar viendo cuadros de algunos evangelios apócrifos: mucho de lo que allí se representa sólo lo conocemos por los evangelios apócrifos); otros sirvieron para transmitir ideas no concordes con la fe de la Iglesia; otros sirvieron para fomentar una determinada piedad… La literatura apócrifa es amplísima y alguna es muy interesante desde el punto de vista teológico.

-¿Qué otros signos de vigencia vemos hoy del pensamiento de San Ireneo? 

-Su visión de la creación, su doctrina sobre Cristo y el Espíritu Santo, su eclesiología y su modo de acercarse a la Sagrada Escritura.