La película “Llena de Gracia”, que recoge los últimos días de la Virgen María, se estrena en España el 13 de mayo y su distribuidora, European Dreams Factory, la presenta en algunos pre-estrenos, que no dejan a los espectadores indiferentes.

“Sale poco San Juan”, dicen unos. “María habla mucho… aunque todo lo que dice está bien”, dicen otros. “No queda claro lo de la Asunción” (su cuerpo se deposita en una tumba, pero no se ve qué le pasa después). “Se oye la voz pero no se ve al ángel de la Anunciación”, lamenta alguien. Pero hay consenso en que se trata de una película hermosa.

Se trata de un filme pausado y meditativo, sin llegar a ser experimental. Se parece en algunas cosas (el ritmo, la belleza de la creación, los primeros planos muy cercanos) a El árbol de la vida y a otras películas de Terrence Malick, aunque su trama no es tan desordenada.


Es una historia hermosa y minimalista. María se acerca al final de su vida en la Tierra, y Pedro y otros apóstoles llegan para beber de ella, de su maternidad, de ella como como fuente ante sus dudas.

Ellos plantean lo que los inquieta… y ella los acoge, lo reflexiona todo en su corazón y les remonta al origen de todo. La respuesta es siempre volver al origen y al encuentro primero transformador con Dios, y confiar en la guía que Él da.


Noam Jenkins interpreta a Pedro, que como todos los apóstoles se acoge a la maternidad de María


El director, Andrew Hyatt, que volvió a la fe católica de golpe en 2008 después de una juventud caótica de sexo, drogas y ambición en ambientes cinematográficos, ha explicado que a él no le convencen ciertas películas cristianas en las que parece que con dar un “sí” a Cristo se arregle todo en las vidas de los protagonistas y reciban éxitos y seguridad.

“No sé de dónde sacan eso, no es mi experiencia. Decir es el inicio; somos salvados, perdonados, pero empieza un esfuerzo constante, una batalla entre nosotros y el mundo, cuando intentamos ser más y más como Cristo; es muy difícil y complicado”, afirma el director.


El director pide a los espectadores acercarse a la película de una forma distinta. “Normalmente vamos al cine a evadirnos, y dejamos nuestra vida fuera. Yo animo a traer tu vida contigo al ver esta película”, dice. Es una experiencia de oración, debe contemplarse y meditarse como un icono, como un ejercicio de “lectio divina”, dejar que toque el corazón y que las escenas, los personajes, se identifiquen con lo que cada uno vive o siente. “Traedlo todo con vosotros, ponedlo ante la película y mirad a ver qué os da Dios a cambio”, propone.


María Magdalena hunde su rostro en el pecho de María cuando le anuncia la Resurrección

El espectador enseguida nota la propuesta. Cuando Pedro duda, todos dudamos. Cuando María abraza a sus hijos, los apóstoles, nos abraza a todos, a cada uno. “Me gustaría que me abrazasen así”, podría decir cualquier espectador, incluso un ateo que nunca hubiera sabido nada sobre Dios o el cristianismo.

El director es consciente además de que el espectador que va a ver una película religiosa lleva consigo sus opiniones muy firmes acerca de “cómo de verdad eran las cosas”: cómo ha de ser la Virgen, los trajes, la forma de hablar, lo que se dice… Pero él pide dejar eso de lado.

“Todo en esta película es intencionado: el ritmo meditativo, la estructura, los momentos, lo visual, los detalles de cada escena… se ha creado específicamente para que sea más bien como una oración o un retiro reflexivo”.

De hecho, la productora en EEUU, Outside da Box, una productora de cortos educativos cristianos, antes de estrenar la película la mostró en multitud de pre-estrenos, con más de 10.000 pre-espectadores, para “preparar” al espectador. “Es una película a la que conviene ir preparado”, dicen. Prepararse es, simplemente, saber que se ha de abordar desde el recogimiento orante, no desde la disipación distraída o la crítica desimplicada. Outside da Box está aprendiendo de esta experiencia para sacar más películas sobre santos.


En la película no hay apenas acción. Hay diálogos tranquilos, o intensos. Hay miradas. Hay gente que se va conociendo. Y hay un soliloquio final de María, un testimonio o testamento de la Madre –como todos la llaman- para sus hijos. En él una y otra vez vuelve al origen, al llamado de Dios, y anima ante el futuro. “La cuestión no es si habrá dificultades. Habrá muchas dificultades. La cuestión es a quién miramos en la dificultad”, avanza ella.

Es un soliloquio peculiar. No es ampuloso, no es pretencioso, tampoco está lleno de lugares comunes. No son citas bíblcias. Antes, el apóstol Simón ha hablado del peligro de los falsos predicadores, de quien engaña a los hermanos “con una sonrisa atractiva y palabras bonitas”. “Me gustaría tener ese soliloquio de Nuestra Señora en audio para fortalecer mi fe cada día”, escribe la hermana paulina Helena Burns en su reseña en CatholicLane.com.

El director explica en CatholicMums como surgió este texto que llama “el Evangelio con los ojos de una Madre”. “No sabía como escribir eso. Yo no soy la Madre de Cristo, ni siquiera soy madre. Honradamente, le ofrecí el escenario a ella. Si ella quería decir algo al mundo… yo recé para que lo dijera. Creo que ella habla en ese momento, y es uno de los momentos en los que la audiencia se va sintiendo que realmente la han encontrado en carne”, afirma Hyatt.

Gran parte del mérito lo tiene la actriz Bahia Haifi, que además de tener tablas teatrales tiene una merecida reputación como narradora oral: y, efectivamente, María cuenta su testimonio, su testamento, como una narradora, con los discípulos a sus pies.


Una María ya casi sin fuerzas, con su sirvienta Sara: Sara tiene fe aunque no vio a Jesús ni nunca vio milagros


Hay dos motivaciones constantes en la película. Una es demostrar, con naturalizad, sin hiperrealismos, que los apóstoles, y María, eran personas de carne y hueso, “que no nacieron con una aureola sobre la cabeza”, con dudas y dificultades incluso después de su “sí a Cristo”.

Pasados unos años tras Pentecostés, pese a haber visto milagros y curaciones y a Cristo resucitado, las dudas sobre el cómo actuar hacia el futuro (pese a las certezas sobre lo pasado) se mantenían. La confianza en el Espíritu es algo que se aprende volviendo al “sí primero” como María.

La segunda es el reconocimiento a los cristianos de hoy, que son como Sara, la joven sirvienta de María. “Pedro, ¿es verdad que hubo una luz, y un ángel te sacó de la cárcel, y cayeron las cadenas?”, pregunta ella, que nunca ha visto un milagro. “Es como dices”, confirma él. Pero hemos de creérnoslo: no hay una imagen, un brillo, una aureola, nada, que lo indiquen… Hay que creérselo, como la Resurrección. Sara explica por qué ella cree pese a no haber visto a Jesús: “Cuando miro a los ojos de ella, cuando veo cómo vive, así es como sé que todo es cierto. Le veo a Él en ella. Le oigo a Él a través de ella”.

Puede conocerse más sobre la película en inglés en fullofgracefilm.com, y en español, sobre el filme y posibilidades de proyección, en www.edreamsfactory.es.



(Publicado originariamente en el portal de noticias marianas www.carifilii.es)