Siglo XVII, Gran Bretaña. Un religioso que desea leer la palabra de Dios abre el armario de su casa y saca de su interior la Sagrada Biblia. Con cuidado, la despliega.

Es una edición ideada un año antes por Robert Barker y Martin Lucas. Sin prisa, decide detenerse en los Diez Mandamientos. Los ha leído más de cien veces.

Repentinamente, posa sus ojos sobre el sexto: «Cometerás adulterio». Extrañado, vuelve a mirar, pero la frase no ha cambiado. «Cometerás actos impuros».

Esta situación, provocada sin duda por un error tipográfico, trajo consigo un revuelo generalizado que acabó con una severa multa al editor principal de la misma y con decenas y decenas de estos libros en la hoguera.

Y es que, para muchos este error significó que el texto estaba maldito y debía ser eliminado de la faz de la a Tierra.

En principio, esta historia de «blasfemia» habría quedado sepultada por el tiempo. Sin embargo, ha vuelto a salir a la luz gracias a que una de estas Biblias malditas fue salvada de las llamas purificadoras del fuego eterno inglés.

Ahora, 400 años después, dicho libro será subastado por un precio inicial de 15.000 libras (unos 20.000 euros).

«Se cree que en la actualidad solo quedan 9 copias. Estos libros fueron increíblemente raros y ahora son muy buscados. Aunque la Biblia fue controvertida, ahora es un trozo importante de Historia», explica Simon Roberts, experto en el tema, en declaraciones a la versión digital del «Daily Mail». Así pues, un afortunado podrá llevarse a casa el próximo 11 de noviembre este error de imprenta que provocó un calvario en el S.XVII.


"Cometerás adulterio", dice el fallo

Este suceso acaeció, concretamente, en 1631. Por entonces, los impresores reales de Carlos I de Inglaterra -Robert Barker y Martin Lucas- recibieron el encargo de editar 1.000 Biblias. Para ellos era algo habitual, por lo que, a los pocos meses, los libros salieron a la calle sin dificultad. Sin embargo, y no se sabe si por un error o por un acto de sabojate, el sexto mandamiento no llevaba impresa una palabra determinante para ser entendido. El «no» de «no cometerás actos impuros». Así pues, el texto invitaba, según se dijo, al pecado.

Todo podría haber quedado en una curiosa y graciosa anécdota, pero Carlos I no lo vio así. Por el contrario, su enfado fue del tamaño de Gran Bretaña. Ordenó hacer acopio de todas estos textos y quemarlos en la hoguera por ser blasfemos. A su vez, la indignación de George Abbot, arzobispo de Canterbury, no fue menor.

Este, por su parte, cargó frontalmente contra los impresores reales acusándoles de incompetentes y señalando además otra serie de fallos que, según creía, tenían los libros. «Creía que se tenía especial cuidado a la hora de imprimir Biblias. Por eso se le dio el proyecto a estos buenos impresores, pero el trabajo ha sido nefasto», explicó el religioso.

Bajo la presión del arzobispo, Carlos I terminó multando a los impresores reales con 300 libras (unos 54.000 euros actuales) y les quitó su licencia para poder editar libros.

La deuda llevó a la quiebra a Barker, quien fue encarcelado en 1635 por la ingente cantidad de dinero que debía y pasó los siguientes 10 años entrando y saliendo de prisión. Así, hasta que murió entre rejas en 1645. La Biblia maldita le había costado la vida.