Hace cinco años aparecían las «Cartas sobre la mesa» (Ciudadela, Madrid 2009). En aquella ocasión se recogieron los escritos pastorales de Mons. José Ignacio Munilla durante los tres años como Obispo de Palencia.

Recuerdo que, a punto de entrar en imprenta aquel libro, me llamó usted para decirme que el Papa Benedicto XVI le había nombrado Obispo de San Sebastián. Ello supuso algunos cambios y añadidos de última hora en esa publicación… Han pasado cinco años de aquello y ahora tenemos «Hablaré a mi pueblo» (Idatz, San Sebastián 2014).
  

- En la vida de la Iglesia ha sido habitual que los escritos de un obispo sean publicados después de su jubilación, o modo de «Obras completas»… Pero pienso que, de no ser que se trate de un pastor con una trascendencia especial (es el caso de la Opera Omnia de Joseph Ratzinger, o de algún otro obispo con un especial peso teológico), el magisterio de un obispo pierde mucha de su utilidad pastoral en la medida en que se presenta alejado de su contexto histórico. Por ello, me parece que es mucho más práctica una publicación periódica, para que resulte iluminador de las circunstancias actuales, y no sólo un recurso para los amantes de la historia.


  

- Es un gran reto para un obispo dirigir su predicación al propio pueblo en cuyo seno la ha recibido. En cierto sentido, esto lo facilita; pero no es menos cierto que también añade retos importantes… En cualquier caso, creo que la resolución de este dilema está en priorizar nuestra eclesialidad sobre nuestra identidad cultural. ¡No somos la Iglesia vasca, sino la Iglesia en el País Vasco! Pero, obviamente, además de priorizar la eclesialidad sobre la identidad cultural, también hay que encarnarla en nuestras circunstancias.

Para hacer posible este equilibrio me parecen especialmente iluminadores los cuatro criterios hermenéuticos que el papa Francisco nos propone y desarrolla en Evangelii Gaudium: 1. El tiempo es superior al espacio; 2. La unidad prevalece sobre el conflicto; 3. La realidad es más importante que la idea; 4. El todo es superior a la parte.
  

- Como es  lógico, el obispo de Palencia no tenía la necesidad de iluminar algunas realidades específicas de nuestra tierra vasca, como es el caso del nefasto influjo de ETA en nuestra sociedad… En estos cinco años en San Sebastián que llevo como obispo de San Sebastián, se ha producido el anuncio del final definitivo de la banda terrorista. Las circunstancias han cambiado mucho, pero era necesario subrayar la necesidad de un arrepentimiento sincero por parte de los asesinos y sus cómplices, para que el fin de la violencia no escondiese un engaño, y para poner las bases firmes de la futura convivencia.

Al mismo tiempo, las circunstancias de mi nombramiento como obispo de San Sebastián han tenido un influjo importante en estos años. El relevo episcopal fue difícil y ello requería por mi parte un esfuerzo especial en pro de la comunión interna. La llegada del papa Francisco ha sido un gran regalo, y se ha convertido en un instrumento privilegiado en este trabajo por la comunión en la fe y en la caridad.
 

- Las circunstancias particulares a las que me he referido (influjo de ETA y las dificultades en el relevo episcopal), no deben hacernos perder la perspectiva de que nuestro reto es básicamente el mismo de cualquier otra diócesis europea: evangelizar a una sociedad secularizada, que piensa equivocadamente que ya conoce el mensaje que rechaza; y, sin embargo, lo necesita como agua de mayo… El reto es la Nueva Evangelización, y no otro.

En este contexto, pienso que una de las aportaciones principales que el Señor me ha permitido hacer, ha sido señalar la gran aportación de la fe para iluminar y sanar las graves heridas afectivas que arrastramos en esta sociedad.

A la «emergencia educativa», señalada por Benedicto XVI, se une una tremenda «emergencia afectiva», señalada por el papa Francisco… Mi experiencia es que, entre todas las conferencias y ponencias que he podido realizar en estos cinco años —que se recogen en este libro—, posiblemente la que más trascendencia ha tenido ha sido la pronunciada en el Primer Congreso de Pastoral Juvenil celebrado en Valencia, con el título «La evangelización de los jóvenes ante la `emergencia afectiva´». Jesucristo es más necesario que nunca para que nuestra madurez, esperanza, convivencia y felicidad, sean posibles.
  
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