El portal Hispanidad, fundado por el periodista Eulogio López, cumple 18 años de vida. Es el decano de la prensa digital española y un referente del periodismo libre e independiente.

Religión en Libertad ha entrevistado a su fundador y director, Eulogio López.

- Bien, no fui pionero tras un profundo análisis del futuro sino por casualidad y porque la necesidad aguza el ingenio: me había quedado en paro.

- Tampoco la concebí; esa mezcla soy yo. No tengo por qué colgar mi sombrero de cristiano al entrar en la redacción. Al mismo tiempo, resulta que soy periodista económico especializado en mercados financieros. No existe un economía cristiana pero está claro que la especulación financiera es poco católica. Al final, resulta que la esquizofrenia de Hispanidad es sólo formal: en el fondo no somos un confidencial económico: somos un confidencial cristiano. o al menos lo intentamos.

- No me gustan los ambientes clericales. Me gustan más las redacciones y las empresas que las sacristías. Pero me gustan las causas últimas de las cosas, y eso sólo lo puede ofrecer la cosmovisión religiosa, no una teoría económica.

- Dejar claras las reglas de juego desde el primer momento y, al mismo tiempo, no caer en el extremo opuesto: en el chantaje a esas empresas. De toda formas, yo no conozco ningún periodista que se venda, conozco editores que se venden. Cuanto más grandes y poderosos, más vendidos. Como periodista y minieditor me preocupan más que se me disparen mis filias y mis fobias hacia los protagonistas.

- Creo que el inventor de este concepto, al menos con el significado del que ahora hablaré, fue el argentino, genial argentino, Juan Claudio Sanahuja. Me refiero con él a la moderna forma de masonería, al adoctrinamiento relativista, progre y, allá al fondo, muy al fondo, demoniaca, que constituye la atmósfera dominante. No es una conspiración, es un consenso, que es la nueva forma de conspiración, menos pintoresca, pero mucho más efectiva, que impera en la sociedad de la información, la nuestra. El Nuevo Orden Mundial sólo tiene un adversario: el Cuerpo Místico de Cristo, es decir, la Iglesia.

- Sí, lo creo. Y también que es o será una persona; no una doctrina.

- Lo que importa es la propiedad privada pequeña.

En materia laboral: despido libre, salario dignos, impuestos laborales bajos y subir el salario mínimo hasta los 1.000 euros mensuales.

Dejar quebrar a los bancos quebrados.

Salario maternal para fomentar la maternidad o estamos fritos.

Reducir el tamaño del Estado y el número de instituciones y políticos.

- Los valores no negociables de Benedicto XVI: Vida, familia, libertad de enseñanza y bien común.

Limitación de temporal de mandatos. Dos legislaturas como máximo.

Sistema de elección piramidal, de abajo arriba, partiendo de pequeñas circunscripciones.

Reducir el tamaño del Estado, que no es malo porque sea público, sino porque es grande.

Sistema electoral más proporcional y sin barreras de entrada.

- Creo que no. Es algo lógico, útil y deseable. Conlleva ventajas morales, es fruto de la moralidad cristiana del pueblo español... pero no es un bien moral.

- Seguro, lo que pasa es que no se me ocurre ninguno, salvo el mal menor. y me aburre mucho el mal menor.

- ¿Por qué no? Pero Vox debe definir su ideología –por ahora, le sigo calificando como partido abortero y homosexualista. Impulso Social guarda más coherencia en su programa pero debía haber trabajado desde hace mucho tiempo y necesita caras más conocidas. Es triste, pero es así.
- Sí, la causa próxima de esta crisis economía permanente es el océano de liquidez en el que nos movemos; una alianza entre políticos especuladores y especuladores financieros que se aprovechan del erario público, es decir político, público.

- Los cuatro primeros pertenecen al Grupo de Oxford, la mayor potencia intelectual del siglo XX. Castellani es un genio argentino, de esos genios que cualquiera quisiera tener a su lado... con tal de tener sólo uno, el que más sabe sobre el fin del mundo. Guareschi es el hombre que me enseñó a escribir y el último humorista cristiano.

- Hasta que el cuerpo aguante y el alma alumbre.